ANÁLISIS

Espacio aéreo: un modelo en transición

ORIOL BALAGUER

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La aviación se encuentra en un proceso de cambio muy importante que la crisis económica ha acelerado en todo el mundo. En solo cien años, la aviación ha recorrido un itinerario impresionante que comporta la asunción de nuevas tecnologías y la incorporación de mejoras industriales que deben permitir el transporte aéreo de miles de millones de personas en condiciones competitivas.

En el 2007, Europa transportaba 1.450 millones de viajeros que representaban el 31% de los 4.645 millones de todo el mundo, justo por detrás de Norteamérica, con 1.579 millones. Esta es una realidad que evoluciona a la alza y que prevé crecimientos muy importantes en los demás continentes antes del 2020.

En toda Europa, los aeropuertos y el resto de servicios aéreos como la navegación deberán adaptarse a un mercado cada vez mayor y más competitivo, donde no solo está en juego la calidad del servicio sino también el crecimiento de la actividad económica del país. En el caso de España y Catalunya, además, hay que ligarlo al futuro de una industria turística que representa más del 12% del PIB, sin olvidar los efectos indirectos.

En este marco, el modelo de gestión aereoportuaria en España ha iniciado un proceso de cambios en todos sus ámbitos.

Las compañías aéreas han modificado radicalmente sus planteamientos para afrontar los retos de la nueva situación. Iberia con la fusión de British y el incremento del rol de One World, la creación de Vueling, la transformación de Spanair y el papel creciente de Star Alliance liderada por Lufthansa, los cambios de Air Europa y Air France KLM en el marco de Sky Team. También los recursos humanos del sector han sufrido cambios muy importantes, empezando por los pilotos y todas las posiciones de las compañías. Y hace unos años eso parecía imposible.

Los aeropuertos también han vivido cambios importantes. Hemos visto cómo se producían fuertes inversiones en la red de AENA con los grandes proyectos de la T-4 en Madrid y la T-1 a Barcelona, la construcción de una nueva red de aeropuertos con los ejemplos de Lleida Alguaire, Castellón o Murcia. Y ahora empieza una segunda fase que comportará un cambio de modelo de gestión que ya se ha iniciado irreversiblemente para ir hacia una gestión diferenciada, donde cada aeropuerto se vincule más con su entorno y amplíe la flexibilidad de la toma de decisiones para adaptarla a una realidad en constante evolución.

En este contexto hay que situar las tensiones entre la navegación aérea y el control de las torres de los aeropuertos en España. En este ámbito, el actual Gobierno quiere dar pasos adelante y hay que apoyarlo. Las distintas directivas de la UE que desarrollan sus tratados indican caminos para la modernización del modelo de gestión que incorporan la libre competencia. En este sentido, es imprescindible acceder a la posibilidad de elegir entre distintos proveedores de servicios de control aéreo en España. Este escenario ya ha empezado a moverse con la certificación de diferentes empresas españolas y europeas que podrán dar servicio a nuestro país en los diferentes gestores de aeropuertos. Los gestores deben tener la posibilidad de elegir una oferta competitiva, a precios europeos, que con todas la garantías permita hacer más competitivas y flexibles estas infraestructuras.

Adaptarse a esta transformación global del modelo aéreo puede no ser fácil pero está en juego su supervivencia y su papel de motor económico que en el momento actual tiene una importancia cabal.