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Xavi no está solo: el pelotazo tras el saque de centro es tendencia

Xavi Hernández, en Montilivi.

Xavi Hernández, en Montilivi. / Albert Gea / REUTERS

Albert Guasch

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Nos hemos acostumbrado a verlo en el equipo de Xavi desde finales del año pasado. Al empezar el partido o la segunda parte, el saque de centro se envía atrás y un defensa suelta un balonazo desacomplejado hacia arriba, a la cabeza de Lewandowski o Raphinha, buscando el rechace. Toca admitir que a muchos barcelonistas les han dolido los ojos, les han hecho sentirse como un equipo de la Segunda inglesa reticente a subirse a los tiempos modernos. Si siempre jugamos desde atrás con el portero en corto, ¿a qué viene ese pelotazo?

La realidad es que se trata de una jugada que se ha implantado a una velocidad vertiginosa en la mayoría de los equipos con lustre. Casi todos se han copiado. La pasada semana, en la Champions, tanto Bayern como Madrid pusieron el balón en juego con un pase largo. El PSG de Luis Enrique lo hizo también, incluso al sacar de centro después de encajar el gol del Dortmund. Y repitió ayer. En la Europa League, el imbatible Bayer Leverkusen de Xabi Alonso aplicó la fórmula. Lo mismo Marsella y Atalanta en la otra semifinal. Y el Chelsea en la Premier ante el Tottenham. A veces el pelotazo lo da un defensa y otras, el portero.

Las pérdidas de Gavi

Con Xavi, el nuevo patrón empezó a aplicarse después de un par de acciones desdichadas de Gavi. En octubre, el Barça encajó un gol a los 17 segundos del Granada tras una pérdida rápida. Y a principios de noviembre, otro error del pequeño centrocampista ante la Real Sociedad casi cuesta un disgusto idéntico. Suerte de Ter Stegen. A partir de ahí, balón largo. Paradójicamente, contra el Alavés, en una de estas nuevas puestas en escena, los azulgranas recibieron un gol temprano de Samu, a los 18 segundos, tras un rechace defensivo y una pérdida de Gündogan.

¿Qué se busca con estas jugadas? Xavi intentó explicarlo precisamente después del día del Alavés. "Lo primero que buscamos es evitar una posible pérdida o transición del rival, porque hemos encajado goles de esta forma. Y después estar ya ahí arriba. En el fútbol moderno es trascendental ganar la segunda jugada para atacar. Pero esta vez nos ha salido al revés”.

Aquel día se cumplió ese dicho de Guardiola de que cuando el balón viaja demasiado rápido hacia arriba, es probable que te vuelva igual de rápido. Lo que pasa es que Guardiola también usa el método de marras. En la final de la FA Cup del curso pasado Gündogan marcó así a los 12 segundos. El alemán sacó hacia el portero Ederson, este le pegó duro al balón, tocó en la cabeza de Haaland, De Bruyne entró en disputa y un defensa del United la desvió hacia Gündogan, que a la primera empalmó adentro.

Fútbol cuantificado

Sorprende el éxito con que se ha propagado este sistema en unos tiempos en que casi todos los equipos juegan al pase corto, con la participación de portero y centrales, construyendo minuciosamente las salidas. Parece contradictorio. Pero si City, Arsenal, Liverpool y Leverkusen, equipos a los que no les gusta conceder el balón, apuestan por ello, algo sustancial proporcionará. El Girona de Míchel rehúye por ahora sumarse a la ola. “En un fútbol que está todo tan cuantificado y lleno de números, imagino que sabrán qué genera exactamente”, indica el exjugador del Barça y hoy entrenador, Lluís Carreras.

Es una acción en que los jugadores atacantes entran en movimiento, en comparación a la quietud de los defensores, y juegan con la posibilidad de una recuperación arriba. Raramente desemboca en gol. Tampoco es el objetivo primordial. A la vez, evita la presión agresiva de los delanteros rivales que suele producirse al inicio de cada parte del partido.

Salida de inicio con balón largo de Iñigo Martínez.

Salida de inicio con balón largo de Iñigo Martínez. / Captura

“Es una manera de ponerte enseguida en el partido, de salir puestos e instalarte en el otro campo. También sirve para protegerte de saque y no tener una pérdida”, explica Carreras, al que se le pide consulta.

Carreras, no obstante, admite que es una puesta en escena que no le convence. “Nos cargamos la pelota. La regalamos. En el cielo no es de nadie. Con lo que cuesta recuperarla… Para mí, no ha lugar, aunque lo hagan los demás. En el modelo Barça, si tengo el balón, no la pierdo fácilmente. Y si la pierdo, la quiero de vuelta enseguida. Es un modelo único, que nos tiene que diferenciar de los otros”, afirma taxativo.

Nada a contracorriente. El balonazo inaugural es tendencia ahora mismo.