Delincuentes destacados

Cuatro tipos de verdugo

Legionario de Cristo 8 Marcial Maciel, en el 2001, en Madrid.

Legionario de Cristo 8 Marcial Maciel, en el 2001, en Madrid.

J. R. S.
MADRID

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Dicen los expertos que no hay patrón común para el pederasta. Ni social, ni económico, ni cultural. Cuatro casos destacados de abusadores sexuales de menores muestran esa variedad de extracciones y personalidades. Desde Marcial Maciel hasta el padre de uno de los dos niños asesinados en Lloret de Mar.

MARCIAL MACIEL El poderoso cura que abusó de 160 menores

Marcial Maciel, sacerdote mexicano ya fallecido, fundador de los Legionarios de Cristo, tuvo una de las carreras pederastas más largas de las que se tienen noticia: una asociación de víctimas de su poderoso movimiento religioso ha atesorado durante los últimos años una documentación que refleja que el cura ¿también drogadicto y padre de al menos cuatro hijos¿ abusó de 160 menores, la mayoría seminaristas.

Pretextando unas veces una inexistente enfermedad que, según decía, le obligaba a ser ayudado para eyacular con frecuencia; otras, un dolor de estómago que requería masajes en sus zonas genitales, el sacerdote, protegido por el papa Juan Pablo II, se dedicó a la depredación sexual durante décadas. Sus desmanes han forzado al Vaticano a intervenir la orden fundada por Maciel.

MARTIN ANTHONY SMITH Un pederasta preso y dos niños asesinados

Uno de los 10 pederastas más buscados en el Reino Unido, Martin Anthony Smith, vivió oculto en Barcelona, llevando una vida de eremita, durante cerca de dos años. Fue arrestado el pasado 7 de mayo ¿sobre él pesan 13 denuncias de abusos¿, y la historia no hubiese tenido mayor trascendencia de no ser porque el pasado martes, día en el que Smith fue extraditado a Gran Bretaña, su mujer, Lianne Angela Smith, asfixió en Lloret de Mar, con una bolsa de plástico, a sus dos hijos, una niña de 5 años y un niño de 11 meses. Smith había sido técnico de sonido en la región de Cumbria, al noroeste de Inglaterra, pero su último trabajo, justo antes de esfumarse, fue el de espiritista. El supuesto pederasta desplegaba sus presuntas dotes paranormales en un canal de televisión por satélite.

`NANYSEX¿ El canguro que abusaba de bebés

Álvaro I.G., cuyo alias en internet era Nanysex, solía trabajar en una tienda de informática y regentaba un cibercafé en Murcia, pero también publicaba anuncios en la red y en los periódicos. «Canguro a domicilio. Experiencia con niños y educación infantil. Si además tienes ordenador en casa, cursos de informática para niños. Disponibilidad: tardes, noches y fines de semana», decían los reclamos. Tras ser arrestado junto a varios de sus cómplices,  nanysex ofreció una imagen fría y tranquila durante el juicio, celebrado a media- dos del 2008 en la Audiencia Provincial de Madrid. Allí reconoció que entre el 2002 y el 2004, aprovechando su condición de canguro, había abusado de cinco niños de uno y dos años en Collado Villalba (Madrid) y Lo Pagán (Murcia). Dijo que sometió a los menores a diversos tocamientos, que los masturbó y les practicó sexo oral. El fiscal le preguntó si hubo penetración anal, pero Nanysex, quien grababa en vídeo los abusos para difundirlos a través de la red, contestó que no. Lo que él hacía, señaló, era introducir su pene por debajo de los pañales. Fue condenado en un primer momento a 58 años de cárcel, pena que el Tribunal Supremo redujo después a 44 años y medio.

`VICO¿ Capturado tras desentrañar su rostro

El 19 de octubre del 2007 tuvo lugar en Tailandia una captura policial histórica. Era la primera vez que la Interpol recurría a la colaboración ciudadana para dar con un sospechoso, y después de tres años de búsqueda, Cristopher Paul Neil, un canadiense apodado Vico, fue arrestado por la policía del país del sudeste asiático, que tardó poco tiempo en exhibirlo como un trofeo. El pederasta más buscado del mundo, acusado de abusar, como mínimo, de 15 menores varones, había caído. Todo empezó en el 2004, cuando la policía alemana dio con más de 200 fotos en las Neil aparecía en pleno acto junto a los niños. El abusador publicó estas instantáneas en la red, pero había alterado digitalmente su cara hasta hacerla irreconocible. Los agentes, sin embargo, desentrañaron el remolino de píxeles.