Opinión | ANÁLISIS

Juan Manuel Freire

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Emmy 2019: 'Fleabag' demuestra que las comedias no son ninguna broma

El triunfo de 'Fleabag' y, menos ruidosamente, 'Barry' debería celebrarse con rotundidad

Phoebe Waller-Bridge, en la ceremonia de los Emmy

Phoebe Waller-Bridge, en la ceremonia de los Emmy / periodico

Todavía hoy en día, a pesar de que la comedia se corrobora año tras año como un paisaje especialmente creativo, se parece sobreentender que el drama es Lo Importante. ¿Quizá porque lo divertido y lo terapéutico están mal vistos en sociedades con alta carga de culpa judeocristiana? Sea por la razón que sea, está claro que hoy los titulares antepondrán la victoria de 'Juego de tronos' o la de 'Chernobyl' a la de 'Fleabag', aunque incluso a la hora de hacer llorar, esta última es mejor.

Ese Emmy a la mejor serie dramática para 'Juego de tronos' tenía que pasar, esencialmente porque es la serie que más votantes ha visto: quizás la última de una especie, ese fenómeno capaz de reunir a los compañeros de trabajo más dispares alrededor de la máquina del agua cada lunes (bueno, aquí martes) por la mañana. 

Dicho esto, su victoria ha distado de ser todo lo aplastante que pudo ser. Primero por ese sorprendente Emmy a la mejor dirección para Jason Bateman por 'Ozark', serie especialmente querida tanto por Emmys como por Globos de Oro; este año optaba a una decena de los primeros y se ha llevado dos, uno para Bateman y otro para la excelente actriz Julia Garner, quien ya debió llevarse uno por su papel de Kimberly Breland en 'The americans'. 

Tampoco otro premio importante, el de mejor guion de drama, ha recaído en 'Juego de tronos', sino en 'Succession', en concreto por el abrumador final de su primera temporada, en el que Kendall Roy (Jeremy Strong, absurdamente ninguneado en las nominaciones) sufría un accidente con resonancias del incidente de Chappaquiddick, el que costó la carrera presidencial a Ted Kennedy. Ojalá la Academia de Televisión de Estados Unidos despierte del todo, lea un poco más a los críticos, y en el 2020 veamos nominaciones para Strong y el resto de sus compañeros de su reparto; Sarah Snook, en particular, está dando un recital interpretativo semana tras semana como la determinada pero vulnerable Shiv Roy.

La noche de PWB

Muchos ponemos en cuestión el concepto de los premios, del arte como competición, pero al final es casi lo único que queda a un artista para dar a conocer su obra globalmente y que el camino hacia el próximo proyecto sea menos pedregoso. También alegra, en fin, comprobar que a la gente buena le pueden pasar cosas buenas. Ver cargar a Phoebe Waller-Bridge, toda ella sonrisa, con hasta tres Emmys por 'Fleabag' hace creer en la justicia poética y el orden del universo. 

En la primera temporada de 'Fleabag', adaptación de un monólogo teatral propio, Waller-Bridge descoyuntó expectativas sobre cómo debería ser un personaje protagonista femenino: ni modelo de conducta ni persona enteramente despreciable, se parecía mucho a todos nosotros. En la segunda, Fleabag iba a enamorarse, claro, de la única persona que no podría corresponderle: un cura. Y aquello devenía una meditación nada espesa (solo divertida y emotiva) sobre amor, fe, fraternidad y respeto. 

Asesinos con encanto

De Waller-Bridge se puede decir, incluso, que está detrás de otro Emmy muy merecido de la noche, el concedido a Jodie Comer por su papel en la segunda (y algo inferior a la primera) temporada de 'Killing Eve'. Fue la creadora de 'Fleabag' quien escribió el personaje de la asesina mercenaria Villanelle en sus primeras peripecias; quien depuró la extraña e irresistible mezcla de crueldad y ligereza que define al personaje creado por el novelista Luke Jennings.

La de anoche fue la noche de 'Fleabag', 'Juego de tronos' o 'Chernobyl', pero también de los asesinos a sueldo con encanto: Bill Hader merecía y se llevó ese segundo Emmy por su encarnación del personaje titular de 'Barry', sicario metido a estudiante de interpretación. Con su constante equilibrio (casi acrobático) entre comedia y pathos, instantes de gran absurdo y otros que horadan el subsuelo del alma, 'Barry' desafía, como 'Fleabag', la muy discutible separación de Emmys o Globos de Oro entre dramas y comedias. Lo mejor que hacen estas series es expresar e iluminar la vida, que no es drama ni comedia, sino las dos cosas a la vez, todo el tiempo.