La 'dimensión desconocida' reabre sus puertas

Syfy estrena en España la nueva versión del clásico de Rod Serling, supervisada por Jordan Peele

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Juan Manuel Freire

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En octubre se cumplirán seis décadas del debut en CBS de 'The twilight zone' (en Catalunya, 'La dimensió desconeguda'), antología de historias de ciencia ficción, terror y fantasía que quitó polvo a la televisión de la época. De la imaginación de su creador, el dramaturgo televisivo Rod Serling, y sus grandes guionistas, Richard Matheson y Charles Beaumont en cabeza, surgieron mil argumentos memorables que a menudo presentaban reflexiones sociopolíticas en forma de metáfora.

La legendaria marca, cuyo tema musical es de lo primero que llega a nuestra cabeza cuando queremos expresar nuestra inquietud por un evento inesperado, ha sido revivida en varias ocasiones: en una película de 1983 ('En los límites de la realidad') y varias nuevas series, una de 1985, otra del 2002 y, ahora, la que Syfy estrena con doble episodio este martes (22.00 h.).  

Esta nueva encarnación llegó a Estados Unidos a principios del mes pasado, bajo el peso de la expectación más desmedida. Aunque las nuevas versiones no lograron igualar, en conjunto, el impacto del original, muchos quisieron, quisimos, creer en la posibilidad del renacer de la vieja magia. Esa posibilidad parecía cercana por la presencia, como coproductor y anfitrión, de Jordan Peele, el actor cómico convertido en gran esperanza del fantástico consciente: suyas son las exitosas 'Déjame salir' y 'Nosotros', sendas parábolas terroríficas sobre la estratificación racial, social y económica en Estados Unidos.

¿Sobrevive su serie (coproducida por Simon Kinberg, hombre clave de la saga 'X-Men') a las comparaciones, las expectativas? No, no es la antigua 'Twilight zone', pero es que nada puede tocar a la antigua 'Twilight zone', fuente seminal de la que se han nutrido infinitos referentes del fantástico de las últimas décadas. En algunos aspectos, es una especie de remezcla retroactual: la secuencia de apertura recupera elementos icónicos y sintonía musical con algunos retoques modernos; la estética y ambientación no son rabiosamente 2019, sino que buscan una cierta intemporalidad, y la tecnología tampoco es de última hora o del futuro próximo, sino más bien retro, quizá por miedo a las comparaciones con 'Black mirror'.

Como en el original, los protagonistas suelen ser personas corrientes, reconocibles, trastornadas ante la aparición de algo anormal en la normalidad. Por desgracia, los enigmas a los que se enfrentan no suelen ser tan absorbentes como los propuestos en su día por Serling. Y la lectura política puede ser bastante obvia o demasiado del momento: se condena la era Trump con argumentos a los que puede faltar la mala baba del original.

En el primer episodio, 'The comedian', el humorista político encarnado por Kumail Nanjiani descubre que puede tener más éxito si tira de detalles personales, pero el precio que ha de pagar es alto: todo de lo que hable desaparecerá. En la segunda y más interesante de las primeras historias, 'Nightmare at 30,000 feet', Adam Scott es un periodista cuyo vuelo a Tel Aviv se vuelve inquietante cuando acaba escuchando un 'podcast' que detalla la desaparición del mismo avión en que viaja. (Será el primer capítulo emitido por Syfy, seguido no del primero, sino del tercero, 'Replay', muy Peele, pero no muy bueno, sobre la dificultad de rebobinar el racismo institucionalizado).

Quizá estas historias tendrían otra clase de impacto de durar la media hora canónica de los episodios clásicos, en lugar de entre 42 y 51 minutos. ¿Estamos ante un homenaje a la cuarta temporada (1963), cuyos episodios duraron una hora? No, tan solo debe ser una concesión a estos tiempos de #contenidoinfinito: ahora, la capacidad de síntesis parece no salir a cuenta.