Psicología

Malos hábitos en niños: seis formas de ayudar a reducirlos

Las rutinas disfuncionales pueden ser síntoma de estrés o ansiedad

Padre con hijos

Padre con hijos / 123RF

Ángel Rull

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Los malos hábitos en la infancia son comportamientos repetitivos que, aunque pueden surgir como mecanismos de adaptación o entretenimiento, a largo plazo representan una barrera para el desarrollo saludable de niños y niñas.

¿Qué son los malos hábitos en niños?

Los malos hábitos en niños y niñas son acciones o conductas repetidas que, aunque inicialmente puedan parecer inofensivas, eventualmente pueden tener efectos negativos en su salud física, emocional y social. Estos comportamientos frecuentemente surgen sin una intención clara, como mecanismos de afrontamiento frente a situaciones de estrés, aburrimiento o imitación de modelos a seguir que no son positivos.

Es crucial entender que muchos de estos hábitos comienzan de manera inconsciente. Los niños no siempre son conscientes de por qué empiezan a desarrollar ciertos comportamientos, y es aquí donde el papel de los adultos se vuelve fundamental para guiarlos hacia la autoconsciencia y el cambio.

Identificar y satisfacer las necesidades subyacentes que pueden estar impulsando estos comportamientos es esencial. Ya sea que estén buscando confort, atención o una salida para su energía, es fundamental reconocer estas necesidades para abordar los malos hábitos de manera efectiva.

Frecuentemente, los malos hábitos son estrategias de manejo emocional que los niños adoptan ante la falta de herramientas más adecuadas. Proporcionarles estrategias alternativas y saludables para gestionar sus emociones es clave para ayudarles a superar estos comportamientos.

¿Qué tipos de malos hábitos hay?

Los malos hábitos en niños y niñas pueden variar ampliamente, desde aquellos relacionados con la alimentación y el sueño hasta el manejo del tiempo libre y las interacciones sociales.

Estos son algunos ejemplos:

  • Hábitos alimenticios poco saludables: como comer en exceso o seleccionar alimentos con poco valor nutricional. Estos hábitos no solo afectan la salud física a corto plazo, sino que también pueden sentar las bases para problemas de salud más graves en el futuro.
  • Uso excesivo de dispositivos electrónicos: la tecnología, si bien es una herramienta valiosa, puede convertirse en un hábito perjudicial cuando su uso impide el desarrollo de habilidades sociales o afecta negativamente los patrones de sueño y actividad física de los niños.
  • Comportamientos de evasión: evitar responsabilidades, como no realizar tareas escolares o no colaborar en casa, puede parecer benigno en etapas tempranas, pero eventualmente puede llevar a dificultades en la gestión del tiempo y la responsabilidad personal.

¿Qué ocurre si no se reducen los malos hábitos?

La persistencia de malos hábitos en la infancia y adolescencia puede tener consecuencias a largo plazo, no solo en la salud física, sino también en el bienestar emocional y social de los niños y niñas. Si no se abordan adecuadamente, estos comportamientos pueden dificultar su desarrollo integral.

Los malos hábitos pueden afectar la percepción que los niños tienen de sí mismos, minando su autoestima y confianza. Esto puede llevar a ciclos de comportamiento negativo donde el niño se siente incapaz de cambiar.

Los hábitos que afectan el desarrollo de habilidades sociales, como el uso excesivo de tecnología, pueden impedir que los niños establezcan relaciones saludables y significativas con sus pares y adultos.

Formas de ayudar a los niños a reducir sus malos hábitos

Abordar y corregir los malos hábitos en niños y niñas es un reto que requiere una combinación de empatía, comprensión y acción estratégica. Los hábitos no deseados no se forman de la noche a la mañana, ni desaparecen instantáneamente, pero con el enfoque adecuado, es posible guiar a los más jóvenes hacia un cambio positivo y duradero.

Esto es lo que podemos hacer:

1. Establecer un buen ejemplo

Los niños y niñas aprenden mucho observando a los adultos en su entorno. Al adoptar y mantener hábitos saludables en nuestra propia vida, como una alimentación equilibrada, ejercicio regular y un uso moderado de dispositivos electrónicos, podemos servir como modelos a seguir.

Es fundamental mantener una coherencia entre lo que se predica y lo que se practica. Esto significa que todos los miembros de la familia deben esforzarse por seguir las mismas pautas saludables que se esperan de los niños.

Discutir abiertamente sobre la importancia de mantener hábitos saludables, así como las razones detrás de las decisiones familiares, puede ayudar a los niños a comprender y adoptar estas prácticas más fácilmente.

2. Entender la raíz del hábito

Dedicar tiempo para escuchar activamente a los niños cuando hablan sobre sus sentimientos y experiencias puede revelar las razones subyacentes de sus comportamientos. Esto también refuerza la confianza y la apertura en la relación.

Ayuda a los niños a identificar qué situaciones, emociones o ambientes desencadenan sus malos hábitos. Al entender los disparadores, se pueden desarrollar estrategias específicas para enfrentarlos.

Incentivar a los niños a reflexionar sobre cómo se sienten antes, durante y después de realizar el mal hábito puede proporcionarles descubrimientos valiosos sobre sus acciones.

3. Establecer rutinas saludables

Crear una estructura diaria con horarios para actividades, comidas, deberes y tiempo libre puede proporcionar la estabilidad y previsibilidad que los niños necesitan para sentirse seguros y apoyados.

Asegurarse de que las rutinas incluyan actividades que los niños disfruten, como juegos al aire libre, lectura o arte, puede motivarlos a seguir la estructura establecida.

Si bien la consistencia es clave, también es importante ser flexible y adaptar las rutinas según las necesidades cambiantes de la familia y los niños, siempre manteniendo los objetivos de hábitos saludables en mente.

4. Celebrar los logros

El reconocimiento de los esfuerzos y logros, incluso los pequeños, puede tener un impacto significativo en la autoestima y motivación de los niños. Celebrar estos momentos fortalece su determinación para seguir adelante.

Fijar objetivos realistas y alcanzables ayuda a los niños a ver el progreso en su camino hacia superar un mal hábito, lo que puede aumentar su sensación de logro.

Ofrecer recompensas saludables y apropiadas por alcanzar metas puede ser un incentivo eficaz. Estas recompensas deben promover hábitos positivos, como una salida familiar a un parque en lugar de tiempo extra frente a la pantalla.

5. Proporcionar alternativas saludables

Encontrar alternativas saludables y atractivas a los malos hábitos es esencial. Por ejemplo, si un niño tiende a comer desayunos poco saludables, tener disponibles opciones nutritivas y sabrosas puede hacer la transición más fácil.

Así, para los niños que pasan mucho tiempo en dispositivos electrónicos, ofrecer alternativas como deportes, artes o actividades de grupo puede ayudar a reducir su dependencia de la tecnología.

6. Crear un entorno de apoyo

El apoyo de toda la familia es crucial para ayudar a los niños a superar malos hábitos. Esto significa crear un entorno donde se sientan seguros para expresarse y pedir ayuda. Además del núcleo familiar, involucrar a amigos, profesores y otros adultos significativos en la vida del niño puede proporcionar un sistema de soporte más amplio. Esta red puede ofrecer ánimo adicional y reforzar los mensajes y hábitos saludables que se están promoviendo en casa.

Enseñar a los niños a ser resilientes ante los contratiempos es parte de crear un entorno de apoyo. Esto implica ayudarles a entender que los errores y los retrocesos son oportunidades de aprendizaje, no fracasos definitivos. La resiliencia se construye enfrentando obstáculos, aprendiendo de ellos y continuando con el esfuerzo hacia el cambio.

Además, debemos mantener líneas de comunicación abiertas y regulares con los niños, ya que les ayuda a sentirse valorados y escuchados. Este enfoque fomenta un ambiente donde se sienten cómodos compartiendo sus pensamientos y problemas, sabiendo que recibirán apoyo y no críticas.

Como vemos, abordar y reducir los malos hábitos en niños y niñas requiere un enfoque multifacético que involucre comprensión, paciencia y apoyo continuo. Al establecer un buen ejemplo, entender la raíz de los comportamientos, implementar rutinas saludables, celebrar los logros, ofrecer alternativas saludables y crear un entorno de apoyo, estamos no solo ayudando a nuestros hijos a superar problemas actuales sino también equipándolos con las herramientas necesarias para manejar los retos futuros de manera saludable y productiva. El camino hacia el cambio de hábitos puede estar lleno de obstáculos, pero con un enfoque positivo y constructivo, es posible fomentar un desarrollo saludable y feliz en la infancia que sirva de cimiento para la vida adulta.

* Ángel Rull, psicólogo.