Psicología

¿Se puede manejar la incertidumbre? Siete ejercicios adecuados para ello

Nuestro cerebro no está diseñado para la falta de información

Una persona sola en casa

Una persona sola en casa / 123RF

Ángel Rull

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En nuestro día a día, la incertidumbre parece ser la única certeza. Afecta nuestras decisiones, emociones y, en última instancia, nuestra calidad de vida. Pero ¿es posible aprender a navegar por este mar de incógnitas con serenidad y fortaleza?

¿Qué es la incertidumbre?

La incertidumbre es un fenómeno omnipresente, una neblina que cubre nuestros planes, esperanzas y sueños. No se limita a grandes eventos de vida, como cambios de carrera o decisiones familiares importantes; también se infiltra en las decisiones cotidianas, generando dudas y preguntas sin respuesta. Esta universalidad de la incertidumbre hace que sea un tema relevante para todos, independientemente de nuestra situación actual.

Vivir con incertidumbre es como caminar por un sendero desconocido sin mapa ni brújula. La falta de información clara sobre lo que nos espera puede desencadenar una amplia gama de emociones, desde una leve inquietud hasta un temor paralizante. Aunque es una reacción humana natural buscar claridad y seguridad, esta búsqueda puede convertirse en una fuente de estrés y ansiedad cuando no se encuentra respuesta.

Reconocer la incertidumbre como una parte inevitable de la existencia es el primer paso para aprender a manejarla. Aceptar que no siempre podemos prever o controlar el futuro nos permite enfocarnos en lo que sí podemos hacer: desarrollar nuestra capacidad de adaptación y resiliencia frente a lo desconocido.

¿Por qué nos cuesta manejarnos en la incertidumbre?

La dificultad para manejar la incertidumbre radica en nuestra aversión innata al riesgo y al desconocido. Desde una perspectiva evolutiva, esta aversión tenía una función protectora, ayudando a nuestros ancestros a evitar peligros y a sobrevivir. En el mundo actual, esta predisposición se traduce en una tendencia a sobreestimar los riesgos asociados a situaciones inciertas y a subestimar nuestra capacidad para manejarlos.

Este problema se ve exacerbado por la saturación de información de la era digital, donde las noticias y las redes sociales a menudo resaltan los aspectos más alarmantes de los eventos actuales, aumentando nuestra percepción de incertidumbre. La sobrecarga de información puede llevarnos a un estado de parálisis analítica, donde la dificultad para tomar decisiones se incrementa, alimentando un ciclo de estrés y ansiedad.

Además, nuestra cultura a menudo valora la certeza y la previsibilidad, asociándolas con la competencia y el control. Admitir que nos sentimos inciertos o vulnerables puede ser visto como una debilidad, lo que nos lleva a reprimir o ignorar nuestros sentimientos de duda. Este tabú en torno a la incertidumbre solo agrava el problema, impidiéndonos buscar o compartir estrategias efectivas para enfrentarla.

¿Qué beneficios tiene manejar la incertidumbre?

Aunque pueda parecer contraintuitivo, abrazar la incertidumbre puede tener efectos positivos en nuestra vida. Al desarrollar la capacidad de manejar la incertidumbre, fortalecemos nuestra salud mental, reduciendo significativamente los niveles de estrés y ansiedad. Esta fortaleza emocional nos permite enfrentar los obstáculos de la vida con mayor serenidad y confianza, mejorando nuestra capacidad para tomar decisiones y avanzar a pesar de las dudas.

Manejar la incertidumbre también promueve la resiliencia y la adaptabilidad, cualidades esenciales en un mundo en constante cambio. Aprender a navegar por situaciones inciertas nos prepara para lidiar con los giros inesperados de la vida, permitiéndonos recuperarnos más rápidamente de los contratiempos y encontrar oportunidades en medio de la adversidad.

Además, enfrentar la incertidumbre puede ser un poderoso catalizador para el crecimiento personal y la innovación. Al aceptar que no tenemos todas las respuestas, nos abrimos a explorar nuevas ideas y perspectivas, lo que puede llevar a soluciones creativas y avances significativos tanto en nuestra vida personal como profesional. La incertidumbre, vista desde esta perspectiva, se convierte en un terreno fértil para el aprendizaje y la exploración, donde el no saber se transforma en una invitación a la curiosidad y al descubrimiento.

Ejercicios para manejar la incertidumbre

Cómo enfrentar la incertidumbre es un problema común pero complejo en nuestras vidas, generando a menudo ansiedad y preocupación ante lo desconocido. Sin embargo, desarrollar estrategias para manejarla puede transformar nuestra experiencia, convirtiendo la incertidumbre de un obstáculo temido en una oportunidad para el crecimiento personal.

¿Qué ejercicios podemos llevar a cabo?

1. Práctica de mindfulness

Integrar el mindfulness en nuestra rutina diaria nos ayuda a anclar nuestra atención en el presente, reduciendo la tendencia a preocuparnos por el futuro. Al observar nuestros pensamientos y emociones sin juicio, aprendemos a ver la incertidumbre desde una perspectiva más calmada y centrada. Este enfoque consciente fomenta una aceptación profunda de nuestra experiencia actual, disminuyendo la ansiedad que surge de intentar predecir o controlar lo desconocido.

2. Escribir un diario

El acto de escribir sobre nuestras preocupaciones y esperanzas nos ofrece una válvula de escape para nuestros pensamientos y sentimientos más inquietantes. Este proceso no solo proporciona un sentido de alivio emocional, sino que también nos permite ver nuestras preocupaciones desde una distancia crítica, facilitando una comprensión más clara de nuestras reacciones y patrones de pensamiento. El diario se convierte en un espacio seguro para explorar nuestras incertidumbres, reconociendo y validando nuestras emociones sin ser abrumados por ellas.

3. Establecer rutinas

En medio de la incertidumbre, las rutinas actúan como faros de estabilidad y previsibilidad. Establecer y mantener rutinas diarias, como horarios regulares para comer, dormir y ejercitarse, proporciona un marco de normalidad que puede ser profundamente reconfortante. Las rutinas nos dan un sentido de control sobre nuestro entorno inmediato, lo que puede ser especialmente valioso cuando nos enfrentamos a situaciones que escapan a nuestro control.

4. Ejercicios de visualización

La visualización es una herramienta poderosa para manejar la incertidumbre. Imaginarnos a nosotros mismos enfrentando con éxito situaciones inciertas o visualizar varios resultados positivos puede aumentar nuestra confianza y reducir el temor al futuro. Este ejercicio nos ayuda a prepararnos mentalmente para diferentes escenarios, reforzando nuestra creencia en nuestra capacidad para adaptarnos y superar obstáculos.

5. Expandir la zona de confort

Asumir pequeños obstáculos que nos sacan de nuestra zona de confort es una forma efectiva de acostumbrarnos a la incertidumbre. Ya sea aprender una nueva habilidad, explorar un nuevo hobby o simplemente cambiar nuestra rutina diaria, estas experiencias nos enseñan a lidiar con lo desconocido y a encontrar satisfacción en el proceso de aprendizaje y adaptación. Cada paso fuera de nuestra zona de confort es un paso hacia una mayor confianza en nuestra capacidad para manejar la incertidumbre.

6. Practicar la aceptación

Aceptar que la incertidumbre es una parte inherente de la vida puede liberarnos de la necesidad de tener todas las respuestas. Reconocer y aceptar nuestras emociones frente a lo desconocido, sin juzgarnos a nosotros mismos por sentir miedo o ansiedad, es fundamental para desarrollar una relación más saludable con la incertidumbre. La aceptación nos permite enfrentar la incertidumbre con una actitud de apertura y curiosidad, en lugar de resistencia y temor.

7. Desarrollar un plan B

Tener planes alternativos en mente nos da una sensación de seguridad y preparación. Saber que tenemos opciones y estrategias para diferentes resultados nos permite enfrentar la incertidumbre con una mayor sensación de control. Esto no significa obsesionarnos con cada posible escenario, sino más bien tener una idea general de cómo podríamos adaptarnos y seguir adelante frente a cambios inesperados.

Como vemos, aunque la incertidumbre es una parte inevitable de la vida, existen estrategias y ejercicios que podemos adoptar para manejarla de manera más efectiva. Practicar la atención plena, escribir un diario, establecer rutinas, realizar ejercicios de visualización, expandir nuestra zona de confort, practicar la aceptación, y desarrollar planes alternativos son herramientas valiosas que nos equipan para enfrentar lo desconocido con mayor confianza y resiliencia. Cada uno de estos ejercicios no solo nos ayuda a manejar la incertidumbre de manera más efectiva, sino que también contribuye a nuestro crecimiento personal, permitiéndonos descubrir nuevas facetas de nosotros mismos y fortalecer nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios.

* Ángel Rull, psicólogo.