Psicología

Las cuatro formas de vincularnos: ¿Cuál es la tuya?

El apego regula cómo interactuamos con los demás

Un grupo de amigos

Un grupo de amigos / 123RF

Ángel Rull

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El apego es una necesidad biológica y emocional que surge desde el momento en que nacemos y que nos permite establecer lazos afectivos con nuestras figuras de referencia, generalmente nuestros padres o cuidadores. Este vínculo afectivo se desarrolla a través de las interacciones que tenemos con estas personas durante nuestra infancia y tiene un gran impacto en nuestra vida emocional y en nuestra forma de relacionarnos con los demás en el futuro.

¿Qué es el apego?

El apego es una necesidad humana fundamental de sentirse cerca y conectado con otras personas, especialmente con figuras de cuidado. Se define como un vínculo emocional duradero entre dos individuos que involucra una necesidad de proximidad física y emocional, una sensación de seguridad y comodidad cuando están juntos, y una angustia cuando se separan, especialmente cuando no es sano.

El vínculo de apego se forma durante los primeros años de vida, a través de interacciones repetidas y consistentes con figuras de cuidado. El vínculo inicial es con el cuidador principal, generalmente la madre, pero también puede formarse con otros cuidadores, como el padre, abuelos u otros adultos responsables del cuidado del niño. El vínculo de apego se desarrolla a través de un proceso de retroalimentación mutua entre el niño y el cuidador, donde el niño busca la proximidad y la seguridad del cuidador, y el cuidador proporciona protección, seguridad y confort.

El apego no se limita a la infancia; de hecho, los patrones de apego temprano pueden tener efectos duraderos en la vida adulta. Los patrones de apego pueden influir en la forma en que las personas se relacionan con los demás, cómo manejan el estrés y la ansiedad, y cómo se sienten acerca de sí mismas. Los patrones de apego también pueden influir en el desarrollo de trastornos mentales, como la ansiedad, la depresión y los trastornos de la personalidad.

Apego seguro

El apego seguro es el tipo de apego que se desarrolla cuando nuestros padres o cuidadores responden de manera adecuada y sensible a nuestras necesidades emocionales y físicas durante nuestra infancia. Cuando nuestros padres o cuidadores son capaces de reconocer nuestras emociones y necesidades, y de brindarnos el apoyo y la atención que necesitamos para sentirnos seguros y protegidos, desarrollamos un apego seguro.

En un ambiente de apego seguro, nuestros padres o cuidadores se muestran accesibles, confiables y sensibles a nuestras necesidades, lo que nos permite desarrollar una mayor confianza en nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás. Nos sentimos libres de explorar el mundo y de buscar nuevas experiencias, sabiendo que siempre tendremos a alguien que nos apoyará y nos protegerá en caso de necesidad.

El apego seguro nos permite desarrollar habilidades sociales y emocionales saludables, como la capacidad para regular nuestras emociones, la capacidad para establecer relaciones íntimas y afectuosas, la capacidad para resolver conflictos de manera efectiva y la capacidad para desarrollar una mayor empatía y comprensión hacia los demás.

Apego ansioso-ambivalente

Este tipo de apego se caracteriza por un temor constante a la separación y la preocupación por el abandono por parte del cuidador. Los niños con apego ansioso-ambivalente a menudo se sienten inseguros y preocupados cuando están separados de su cuidador, y pueden mostrar comportamientos de angustia o enfado cuando el cuidador regresa.

Los niños con apego ansioso-ambivalente suelen ser muy sensibles a las señales emocionales de sus cuidadores, y pueden ser muy demandantes de su atención y afecto. A menudo se sienten inseguros y temen que el cuidador no vuelva, lo que puede llevarlos a ser muy celosos y posesivos con su cuidador.

Este tipo de apego suele surgir en situaciones en las que el cuidador no proporciona una respuesta constante a las necesidades emocionales del niño, y puede estar presente en situaciones en las que el cuidador es inconsistente o impredecible en su comportamiento.

Los niños con apego ansioso-ambivalente pueden tener dificultades para regular sus emociones y pueden tener una imagen negativa de sí mismos. Pueden ser muy sensibles a la crítica y a menudo buscan la aprobación y la atención de los demás para sentirse seguros y valorados.

Los adultos con apego ansioso-ambivalente también pueden mostrar patrones de comportamiento similares, como la necesidad constante de atención y afecto de los demás o el miedo a la separación.

Apego evitativo

El apego evitativo se caracteriza por la evitación de la cercanía emocional y física con los demás, incluidos los cuidadores. Los niños con un patrón de apego evitativo pueden parecer indiferentes o desinteresados en la cercanía física y emocional con sus cuidadores.

Los niños con un apego evitativo a menudo aprenden a reprimir sus necesidades emocionales y a no buscar la cercanía física o emocional de sus cuidadores. A veces, esto puede parecer que el niño no necesita o no quiere la atención y el afecto de sus cuidadores. Sin embargo, en realidad, los niños con un apego evitativo pueden estar muy ansiosos o necesitados emocionalmente, pero han aprendido a reprimir estos sentimientos para protegerse de la posibilidad de ser rechazados o ignorados.

El apego evitativo puede desarrollarse como resultado de experiencias tempranas de abandono, negligencia o rechazo emocional por parte de los cuidadores. Cuando los cuidadores no responden de manera consistente y adecuada a las necesidades emocionales de los niños, los niños pueden aprender a suprimir sus necesidades emocionales y a no buscar la cercanía emocional con los demás.

Apego desorganizado

Una persona que desarrolla un apego desorganizado puede tener dificultades para confiar en los demás, regular sus emociones y comportarse de manera adecuada en situaciones sociales.

El apego desorganizado se caracteriza por una combinación de comportamientos contradictorios y confusos por parte del cuidador principal. Estos comportamientos pueden incluir tanto conductas que transmiten seguridad y protección como conductas que generan miedo y confusión en el niño. Como resultado, el niño puede sentirse atrapado en una situación en la que no sabe cómo comportarse o cómo esperar que su cuidador responda, lo que puede generar una gran ansiedad y estrés emocional.

Como vemos, el apego es una conexión emocional que se desarrolla en los primeros años de vida entre un niño y su cuidador principal, y puede tener un impacto duradero en la vida adulta. El tipo de apego que se forma en la infancia puede influir en cómo las personas interactúan y se relacionan con los demás en la etapa adulta.

* Ángel Rull, psicólogo.