EN LA CUERDA FLOJA

La cultura metropolitana se manifiesta para denunciar la "ruina" que encara el sector

Protesta del sector cultural metropolitano en la plaza Sant Jaume de Barcelona.

Protesta del sector cultural metropolitano en la plaza Sant Jaume de Barcelona. / Àlex Rebollo

Àlex Rebollo

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El sector cultural se tambalea en la cuerda floja. Artistas y organizadores respiran angustiados ante la incertidumbre que la covid-19 y las medidas decretadas por las distintas administraciones han generado en torno a la cultura. Así, más de un centenar de personas se han concentrado esta tarde en la plaza Sant Jaume de Barcelona bajo el lema ‘Respetad al sector cultural’. La protesta ha sido organizada por artistas, propietarios de salas y otros profesionales de distintos municipios metropolitanos vinculados al mundo cultural que ven peligrar su futuro ante las últimas restricciones por los brotes de covid.

Los participantes forman parte de una cultura ‘de base’, habituales de los micros abiertos y pequeños espectáculos y alejados de los grandes festivales. “Hay mucha indicación por parte del sector. No es solo cosa de músicos y actores, también hay muchos locales pequeños que se quedan entre el limbo y la ruina”, denuncia Javi Jareño, músico de Santa Coloma de Gramenet y uno de los impulsores de la protesta.

La concentración se ha estructurado en filas, con el objetivo de mantener las distancias de seguridad, y, una vez colocados en posición, ha permanecido 30 minutos callada para condenar “el silencio y la desaparición a la que nos condenan los políticos”. Un silencio que no siempre ha sido posible respetar a causa de una manifestación paralela que apoyaba la reapertura de los gimnasios.

Esta indignación del mundo de la cultura nació después de que, el pasado viernes 17 de julio, el Govern decidiera extender las restricciones que ya se habían aplicado en L’Hospitalet a 12 municipios de la primera corona metropolitana ante la escalada de casos positivos de coronavirus en el área de Barcelona.

El mundo de la cultura fue el que se llevó el peor golpe, ya que entre esas medidas se encontraban el cierre de teatros, cines y conciertos. Aunque la norma plantea algunas excepciones, que pueden ser solicitadas por los ayuntamientos, pequeños locales se ven excluidos y temen ya por su supervivencia.

Pequeños locales ante el abismo

Marina Parellada es una de las impulsoras de la protesta y encargada de La iguana, un espacio dedicado a la cultura de proximidad que se ubica en el barrio de Sants de Barcelona. Parellada explica que recibió como "un golpe muy duro” las recientes restricciones después de ver como con la ‘nueva normalidad’ el sector empezaba a salir adelante. “Entiendo que si el virus crece hay que aplicar medidas, pero los políticos parecen no conocer de qué estamos muriendo en este sector.  El desconocimiento del mundo cultural en el área metropolitana es muy grande por parte de las instituciones”, manifiesta Parellada.

Parellada se siente doblemente discriminada: respecto a grandes festivales culturales –algunos de los cuales se han mantenido- y a los bares. En su local también tienen un servicio de bar, pero explica que estos días no entra nadie porque ha tenido que cancelar los conciertos y eventos que tenía programados, que son el reclamo de sus clientes.

Una situación muy similar describe Rebeca Ceballos, vecina de Sant Adrià del Besòs y una de las encargadas de la sala New Fizz de Barcelona, que señala que han tenido que dejar de hacer conciertos. Como Parellada, también remarca que su negocio no dista tanto de lo que es un bar, pero que el público acude por los espectáculos y sin ellos no tienen gente. “Si no nos dejan hacer cultura a los locales pequeños al final solo sobrevivirán las grandes salas”, asevera Ceballos.

La semana pasada, la ASACC, asociación de salas de Catalunya, ya reivindicó que “las salas de conciertos no son el origen de los rebrotes” e instó a las administraciones a hacer “seguimiento de los botellones, raves, fiestas privadas ilegales y chiringuitos de playa”. Por su parte, Javi Jareño advierte la situación todavía puede ser más dura en algunas ciudades metropolitanas periféricas y más pequeñas, donde el público potencial “es mucho menor”.

“Que nos dejen trabajar”

“De los siete meses que llevamos de año, muchos locales solo han podido abrir tres”, remarca Mon Feijóo, cantautora de L’Hospitalet de Llobregat y organizadora de eventos en el Lennon’s Club de la misma ciudad. Y es que para el sector cultural, que también fue uno de los primeros afectados al inicio de la pandemia en marzollueve sobre mojado.

Tan solo pedimos que nos dejen trabajar. ¿Por qué si todo el mundo trabaja y los metros van llenos nosotros no podemos hacerlo en locales culturales?”, lamenta Feijóo.

Los artistas callejeros también se reivindican

Al terminar la concentración, una segunda protesta, también en apoyo a la cultura, ha irrumpido en Sant Jaume a ritmo de procesión. Aunque varios de los asistentes se han quedado a apoyar la segunda, los organizadores de la primera protesta se desmarcan, no del mensaje, si no de la forma de reivindicarse.

Así, entre tambores y marionetas, los participantes han llegado al centro de la plaza y se han separado para formar un semicírculo, procurando también mantener las distancias de seguridad. En esta segunda concentración se ha leído un manifiesto en el que se han reivindicado proclamas como: “el arte callejero no es delito y la calle sigue siendo nuestra”; y se ha exigido la “reapertura de todos los espacios culturales”.