Santos, presidente de la AVV de Sant Martí de Provençals: «Somos todo un ejemplo de convivencia»

En los dos años y medio que lleva en Sant Martí de Provençals Antonio Santos se ha empapado de la historia y las necesidades de este barrio. Desde enero pasado preside la asociación de vecinos.

El relevo 8 Santos posa en un rincón de Sant Martí de Provenzals.

El relevo 8 Santos posa en un rincón de Sant Martí de Provenzals.

LUIS BENAVIDES / BARCELONA

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Cuando Antoni Santos Renom (Barcelona, 1949) recaló en Sant Martí, hace un par de años, quedó fascinado por la historia del carismático guerrero vecinal Manuel Martínez, quien lideró la Associació de Veïns de Sant Martí de Provençals durante más de cuatro décadas. A los pocos meses de entrar en la junta y conocerlo en persona Martínez falleció y Santos tomó el relevo.

-¿Porqué entró en la entidad?

-Cuando llegué al barrio con mi actual pareja leí el libro de Martínez, Sant Martí de Provençals, de la vila al barri, y quedé fascinado por el personaje. Martínez era fruto de una época que pedía héroes casi irracionales, en la que enfrentarse al poder era peligroso. Y quise conocerle.

 

-¿Cómo fue ese primer encuentro?

-Aunque en ese momento todavía no estaba enfermo, creo que ya me vio como un buen fichaje para la entidad. Yo tenía experiencia en movimiento vecinales porque había sido presidente de la Associació de Veïns de la Vila de Gràcia a finales de los años 70 y también consejero del Distrito de Gràcia.

 

-Suceder a alguien así es un reto.

 

-Sí,  sobre todo porque apenas tuvimos tiempo para hacer un traspaso en vida. Con su enfermedad podría haber vivido otros cinco años, pero su cáncer fue fulminante y nos dejó un año después del diagnóstico.

-Usted llevaba muy poco en la entidad. ¿Cómo se lo tomó el resto de la junta de la asociación?

-Bien. Saben que yo no pido ni exijo nada. Entré en la entidad para formar parte del equipo. Una buena señal es que toda la junta continúa, porque creen en esta entidad. No tengo la intención de imponer un nuevo modelo presidencialista, que  quizás era muy necesario en otros momentos históricos. La gente ahora no necesita eso y tampoco va con mi carácter.

-¿Qué les piden los vecinos?

-Para empezar, que la entidad abra sus puertas de par en par. Durante mucho tiempo, la asociación ha ido por libre, de espaldas a la coordinadora de entidades Vern. Tanto que el barrio tenía dos fiestas mayores en noviembre: la nuestra y la de la coordinadora. Eso ya se ha cambiado y este año, por primera vez, la preparando conjuntamente.

-¿Y más equipamientos?

-Bueno, somos el barrio de los simulacros. Me explico: después de años y años luchando para ser un barrio normal, uno más de la ciudad, hemos conseguido tener equipamientos, sí, pero sin exigir unos mínimos de calidad.

-Un ejemplo.

-El Centre Cívic Sant Martí (Selva de Mar, 215), que goza de una gran participación ciudadana, pero que tiene unas instalaciones que dan vergüenza. Es prácticamente el mismo centro cívico que teníamos en 1978.

-Martínez se fue sin ver la residencia de ancianos que tanto reinvidicó.

-Sí, la residencia para los mayores es una prioridad. La teleasistencia ha ayudado pero está saturada. Como también es prioritaria la construcción de un casal para los jóvenes. Y parece que tendremos una nueva biblioteca, pero dentro de tres o cuatro años. Siempre y cuando los políticos cumplan sus promesas, claro.

-¿Qué es lo que más le gustó de su nuevo barrio? 

-Su urbanismo, que al principio me pareció terrorífico porque es difícil enamorarte de la belleza de un bloque de 15 pisos, pero con el tiempo aprendes a apreciarlo. La mucha historia del barrio. Pero lo mejor de Sant Martí de Provençals es su gente. Aquí predomina la convivencia y la solidaridad. En eso somos todo un ejemplo para el mundo. H