La evolución de la pandemia

Escasez de pruebas de antígenos y precios disparados en EEUU

Numerosos expertos piden a la Administración Biden más pasos que los anunciados y pruebas gratis o de bajo coste

Fabricantes cuestionan el proceso de certificación de la Agencia del Medicamento, algo más estricto que en Europa

El presidente de EEUU, Joe Biden, recibe la segunda dosis de la vacuna contra el covid-19, el pasado 13 de enero en Delaware.

El presidente de EEUU, Joe Biden, recibe la segunda dosis de la vacuna contra el covid-19, el pasado 13 de enero en Delaware. / TOM BRENNER

Idoya Noain

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Estados Unidos enfrenta una escasez de pruebas caseras de antígenos, una situación que se evidenció especialmente desde que irrumpió en diciembre la variante ómicron, se ha agudizado durante las fiestas y está complicando en el inicio del año el retorno al trabajo o a las escuelas y a las reuniones sociales.

Aunque el gobierno federal está dando algunos pasos para intentar aliviar el problema, incluyendo el anuncio realizado en diciembre por el presidente Joe Biden de que se comprarán y empezarán a enviar gratuitamente a partir de este mes 500 millones de pruebas caseras (en un país de más de 330 millones de habitantes), o que se potenciará la producción y se promulgarán directrices para ayudar a que los seguros reembolsen el coste de las pruebas caseras, numerosos expertos advierten de que hacen falta más muchos más pasos, incluyendo hacer las pruebas caseras gratis o de bajo coste para los ciudadanos.

Búsqueda y coste

En Nueva York, por ejemplo, una ronda por las farmacias de grandes cadenas muy a menudo no da frutos y no es extraño encontrarse con el cartel de “pruebas caseras agotadas”. En las pequeñas farmacias independientes normalmente hay más suerte, pero la lotería ahí está en los precios: del habitual que ronda los 30 dólares (26 euros) por una caja con dos pruebas de antígenos a que te cobren eso mismo por un solo test o incluso, como denunció en diciembre la fiscal general del estado, 70 dólares (61 euros).

En Amazon no suele haber problemas para encontrar alguna de las 15 marcas aprobadas hasta ahora por la Agencia del Medicamento (FDA) pero los periodos de envío están moviéndose alrededor de las dos semanas. Mientras, el mercado negro y de reventa está haciendo su agosto multiplicando los precios por tres y hasta por cinco. Y solo depende de dónde se viva se puede acudir a hospitales públicos o centros comunitarios para hacerse gratuitamente con ellas.

Reclamaciones de los expertos

Los últimos en pedir más acción a Washington han sido seis destacadas figuras del campo médico que asesoraron al equipo de transición de Biden y que, ante la falta de resultados de sus conversaciones directas con la Casa Blanca, este jueves dieron el inusual paso de publicar en el ‘Journal of the American Medical Association’ tres artículos pidiendo una estrategia totalmente nueva. En uno de esos textos, escribieron que “los gobiernos federal y estatales necesitan asegurar que hay abastecimiento suficiente, que son gratis para los individuos que reciben Mediaid (la cobertura médica pública por bajos ingresos) y que son de bajo coste o gratis para el resto de la población”. Destacaron también que algunos estados ya mandan esos test de forma gratuita y piden que lo haga el resto del país y el gobierno de Washington.

 También recientemente la jefa de opinión de 'Scientific American', Megha Satyanarayana, pedía las pruebas gratis y lamentaba que “hasta ahora el gobierno federal no ha estado dispuesto a invertir en lo que sería más fácil para los ciudadanos”. 

En diciembre además expiró el acuerdo que dos grandes cadenas y Amazon alcanzaron con la Administración en verano para vender a 14 dólares (12 euros) las populares pruebas de BinaxNow (dos en una caja ) y Walmart y Kroger ya han subido el precio a 20 y 24 dólares (en Amazon o está disponible). Y expertos como Eric Feigl-Ding, de la Federación de Científicos Americanos, han denunciado que “el problema con estos precios, además de la falta de acceso, es que crea un perverso incentivo para que la gente no los use”.

Las raíces del problema

Parte del problema que ha contribuido a la falta de disponibilidad de test de antígenos a precios accesibles en parte está en el foco inicial que EEUU puso en la vacunación y a las preocupaciones tempranas sobre la fiabilidad de los resultados. Las pruebas caseras empezaron a estar disponibles la pasada primavera, cuando mucha gente empezó a poder vacunarse y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades aseguraron que en la mayoría de situaciones los inmunizados no necesitaban pruebas. Algunos laboratorios empezaron a recortar la producción entonces. Y solo volvió a reactivarse en verano y otoño, cuando la irrupción de la variante delta demostró las carencias.

Expertos y empresas fabricantes señalan además como un factor que ha contribuido a la situación el riguroso y lento proceso de revisión y autorización de las pruebas caseras que aplica la FDA, algo más estricto que el europeo, y que la agencia defiende como herramienta para evitar que se inunde el país de pruebas de baja calidad. En otoño la Administración comprometió 3.000 millones de dólares para elevar la producción de pruebas y rebajar los costes. También en octubre la FDA se asoció con los Institutos Nacionales de Salud y otros responsables federales para identificar a fabricantes que pueden producir pruebas de alta calidad y ayudarles para acelerar y simplificar el proceso de solicitud de Autorización de Uso de Emergencia de esos tests.

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