El activismo ha abanderado mi supervivencia

Sé que nunca volveré a ser el de antes. Después de mi primer ingreso, me di cuenta de que tenía que tomar otros caminos para poder seguir adelante. Y así fue como me adentré en el mundo del activismo.

Cuando descubrí el movimiento asociativo, tropecé con un montón de obstáculos, pero también encontré amor, comprensión, empatía y libertad. Libertad a pesar del sufrimiento emocional que me acompaña. Porque "estar loco" es funcionar y pensar diferente pero bienvenida sea mi locura. Una locura que me hace invertir mi tiempo en defender mis derechos y los del colectivo y también los de familiares y profesionales.

"Estar loco" es funcionar y pensar diferente pero bienvenida sea mi locura

Sólo el hecho de poder decir lo que pensamos y vivimos es importante. Pero aún lo es más algo que, a pesar de parecer fácil, muchas veces se ha convertido en una utopía: que se nos escuche. Por eso los éxitos en el camino del activismo, por pequeños que sean, son pasos de gigante.

Poder decir lo que pensamos es importante. Pero aún lo es más que se nos escuche

Hoy ya no nos extraña que personas mediáticas reconozcan tener un problema de salud mental. Los protocolos de distintos servicios en salud mental comienzan a revisarse. Cuestiones como éstas han sido posibles, sin duda, gracias al activismo. Tengo la certeza de que éste es el camino y que, con esfuerzo y paciencia, alcanzaremos nuestras metas.

En una entrevista, la antropóloga Margaret Mead explicó que, por ella, el primer símbolo de civilización fue un fémur fracturado que se había curado. Ese fémur era la evidencia de que alguien acompañó a quien se le rompió, lo vendió e inmovilizó la fractura para que pudiera curarse. Este fémur escondía una sociedad que cuidaba a quien lo necesitaba. Y es que el activismo es también esto: la colectivización de los cuidados, del apoyo mutuo y la lucha contra el estigma.

Francisco Rubio, vocal de la junta de Salut Mental Catalunya