Escucha activa

Hablar sí, pero no vale todo

"No sé si de salud mental tenemos que hablar más o si nos queda capacidad para escuchar"

"Sin haber resuelto el estigma y la discriminación, saltamos a la romantización de mitificar las historias de superación"

Obertament compta amb activistes que comparteixen les seves experiències per intentar ajudar els afectats.

Obertament compta amb activistes que comparteixen les seves experiències per intentar ajudar els afectats. / .

Ariadna Rogero

Ariadna Rogero

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¿Se habla mucho más ahora de salud mental? En Obertament a menudo nos hacemos esta pregunta. La respuesta es que sí pero con matices: más no siempre significa mejor. Me explico: el tabú de no hablar al respecto cuando hace falta -ni en el trabajo, ni con amigos, ni en casa- convive con la frivolización de hablar de ello sin rigor ni cuidado. El tema es delicado y debería tener presente cómo lo viven las personas afectadas y esto no siempre se está teniendo suficientemente en cuenta.

Sin haber resuelto el estigma y la discriminación que sufren las personas con trastornos mentales, saltamos a la romantización de mitificar o poner en un pedestal las tan manidas "historias de superación" que buscan el espectáculo. Hemos pasado del desconocimiento absoluto a usar terminología de salud mental sin entender el significado. Preferir subrayar un texto sistemáticamente con un color determinado de rotulador no tienen nada que ver con tener TOC. Por poneros un ejemplo. A esto lo llamaríamos banalizar una condición que va mucho más allá de los gustos, las manías o las personalidades excéntricas.

Ganchos para atapar a la audiencia

Sobre la salud mental hemos de tener cuidado y estamos de acuerdo en que hablar de ello es el primer paso para afrontar el estigma. Pero en un escenario donde los contenidos dramáticos generan negocio, el dolor y el trauma se convierten fácilmente en activos comercializables y el relato de la salud mental fácilmente se pervierte. El clickbait funciona si en los titulares hay palabras clave asociadas a síntomas o diagnósticos de salud mental, ganchos para atrapar a la audiencia de forma sensacionalista para acabarnos encontrando con un contenido puede ser incluso contraproducente y perpetuador de falsos mitos.

los influencers se han sumado a la tendencia de monetizar la exposición pública de su salud mental

Un buen periodista de sucesos me dijo muy honestamente: "A mí, escribir la noticia 'Persona con esquizofrenia reducida con pistola tásser' me cuesta 5 minutos y la rentabilidad que saca el periódico es enorme. Después hago un reportaje en profundidad de las problemáticas a las que se enfrenta esta persona y el rendimiento de la publicación será bajo". Pero no sólo los medios de comunicación hacen uso de este tipo de prácticas sino que líderes de opinión cada vez más relevantes en las redes -hablamos de los influencers-, también se han sumado a la tendencia a darse cuenta de que pueden monetizar la exposición pública de su salud mental como si se tratara de una mercancía.

Lo que vemos hoy en día es que la salud mental se usa para todo, de forma descontextualizada y generando confusión. Se publica mucho dato, mucho estudio, pero hay poca comprensión de la experiencia humana. Todo este ruido no hace que entendamos más el fenómeno ni dejemos de estigmatizar a las personas cuando sufren y se sienten solas.

Se publica mucho dato pero hay poca comprensión de la experiencia humana

Desde Obertament nos interesa mucho este debate, sobre todo desde la tarea que llevamos a cabo con los medios de comunicación. Los medios pueden ser aliados para desprogramar todo un imaginario de prejuicios que hacen que se señale, excluya y se invalide a alguien por el hecho de pasar por una circunstancia de salud mental.

Hablar de ello sí, pero no todo vale. Este es el lema con el que titulamos las conclusiones del informe del 'Observatorio de medios y salud mental de 2018', que ponía el foco en cómo el periodismo trataba el tema del suicidio. Es importante romper el tabú porque el silencio provoca que las personas se aislen y todavía tarden más en pedir ayuda. La persona desesperanzada tiene que saber que es peligroso quedarse sola con el propio dolor. En este sentido, que en las redes se hable mucho de ello podríamos decir que es mejor que si no se hablara nada. Pero, como decíamos, la linea es muy fina y de la normalización se pasa fácilmente al espectáculo.

Hablar en positivo de salud mental no es sinónimo de 'dictadura de la felicidad'

Sabemos que informar en positivo de salud mental y suicidio puede prevenir males mayores. Mientras que informar de forma inapropiada, dando detalles morbosos, puede ser perjudicial, incluso un desencadenante para alguien que está en situación de riesgo. Pero la responsabilidad del discurso no es exclusiva de los medios de comunicación. El relato sobre salud mental presente en cualquier tipo de narrativa cultural, educativa, médica, social e incluso doméstica, afecta a la manera cómo nos auto-explicamos los malestares, a cómo nos relacionamos con la salud mental, tanto con la propia como también con la de la gente que nos rodea.

Pero volviendo a la pregunta inicial, me da la impresión de que aunque de salud mental se hable más, las personas que conviven con los diagnósticos severos siguen sufriendo el estigma y la incomprensión de siempre. Que se haya normalizado hablar de ansiedad en entornos cotidianos no tengo claro si llega a producir una mejora en la calidad de vida de quienes conviven con sintomatologías más graves o minoritarias. Y, aunque se hable más, tengo dudas de si, como sociedad, somos interlocutores válidos para aquellos que más necesitan expresar un sufrimiento mental sin miedo a ser juzgados. Me da la impresión de que todavía nos queda mucho trabajo por hacer.

Aunque de salud mental se hable más, las personas que conviven con los diagnósticos severos siguen sufriendo el estigma

Una señora que conozco le dice a una chica joven que llora desconsoladamente que es demasiado joven para sufrir de este modo, que lo que tiene que hacer es mirar el lado positivo de las cosas. Y la mujer no tiene mala intención. En su lógica está intentando animarla, relativizar su dolor cuando, en realidad, la invalida sin darse cuenta. La señora argumenta que de problemas, mentales o no, siempre los ha habido y que ahora a todo le ponemos 'etiquetas'. Y entiendo que lo que intenta decir es que tampoco hace falta patologizar los malestares propios de la vida.

Y, en definitiva, no sé si la cuestión tiene que ser si de salud mental tenemos que hablar más, menos, mejor o peor, sino de si, entre tanta (des)información, nos queda capacidad para escuchar a quien sufre y pide ayuda.

Ariadna Rogero, jefa de prensa de Obertament.