La tortilla-burger: ¿chaladura o genialidad?

Por alguna razón, el algoritmo me conduce a creaciones culinarias cuando menos curiosas. Como diría un cuñado con todas las de la ley: Mark Zuckerberg me conoce mejor que mi propia madre. No es una travesía plácida. Sin tiempo a recuperarme del impacto de las croquetas de panettone -un amigo que las ha probado me asegura que están muy ricas-, algo me llama la atención: las tortillas-burger.  

En plena era de los turrones alienígenas y experimentos culinarios afines, uno podría dejarse llevar por imágenes perturbadoras. Pero, en realidad la tortilla en formato burger, por mucho que excite la imaginación, es de una sencillez tan pasmosa que la entendería hasta Mortadelo. No hace falta darle demasiadas vueltas, el invento consiste en meter una tortilla individual circular entre dos cachos de pan de brioche. Un bocadillo de tortilla adaptado a los tiempos de brioche que corren. Una burger con tortilla en lugar de carne... o una tortilla con pan de brioche en lugar de pan de barra. Me mareo. 

Torts y tortiguesas

El restaurante Tort (Amigó, 33) es el rey actual de este formato, pues asegura haber vendido más de 5.000 tortillas-burger (o “torts” como las llamen ellos) en solo medio año de vida. No lo dudo, no hay etiqueta que venda más actualmente que la de burger. Y no hay cosa que nos guste más que una buena tortilla de patatas. 

Que yo sepa, la tortilla-burger no es una idea nueva. Si mal no recuerdo, en Gràcia había un local llamado Tapazia que ya preparaba este bocadillo: le llamaban la tortiguesa. No lo probé y todavía hoy sigo sin dejarme seducir por el híbrido. Quizás algún día me atreva con la tortilla-burger, de momento me conformaré con el bocata de tortilla del restaurante Norte (Diputació, 321) y esta reflexión: estamos a dos pestañeos de la 'smash' tortilla. Preparémonos para lo inevitable. 

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