Mermelada de bacon, por Òscar Broc

Lo confieso: me pirran las hamburguesas. No seré yo quien ponga en tela de juicio la moda de las 'smash burgers'; si sabes elegir el restaurante y te aseguras de que las cocinan (y aplastan) bien, este formato tan en boga se me antoja imbatible. Porque la 'smash' tiende a la simplicidad. En Fast Eddie’s, por ejemplo, solo encontrarás pan de brioche, una deliciosa hamburguesa aplastada en plancha, queso, pepinillos y salsas. En Two Patties van más allá y solo tienen una burger en carta, una 'smash' que bordea lo radical: aplastan el disco de carne hasta convertirlo en una sábana finísima, le añaden queso, una pizca de cebolla, salsas y se acabó. Te duran tres minutos.  

Si algo me ha quedado claro en este terreno es que la simplicidad es una aliada. Se produce un incómodo burbujeo en mi interior cuando repaso las cartas de muchas hamburgueserías y detecto composiciones barrocas que acumulan ingredientes a lo loco. Burgers hipertrofiadas que se desmoronan en el plato cada vez que intentas encajarlas en tu mandíbula. Piezas de 180 gramos con cachos de foie que hundirían el 'Titanic', rulos de queso de cabra que parecen neumáticos de Fórmula 1, descargas de provolone que anegarían varios pueblos, ¡toneladas de pastrami!

Las mejores hamburguesas de autor de Barcelona

Golosina dulzona

Y entre todos estos inventos, hay una aberración que cada vez detecto en más restaurantes: la mermelada de bacon. Si quieres destrozar una buena burger, no lo dudes, embadúrnala con este ungüento diabólico. Tu bocadillo se convertirá en una especie de golosina dulzona, te costará saborear la carne y tendrás que quitarte el mejunje pegajoso de los dedos con una radial. La mermelada de bacon es una línea roja que no pienso volver a cruzar. A mí, el bacon que me lo pongan en lonchas, ahumado y salado. Si el objetivo es obturar arterias, nada como recurrir al formato original. Que yo sepa, una hamburguesa no es una tostada.

Suscríbete para seguir leyendo