'Conde del Asalto'

El Watusi de Casavella regresa en domingo a la ciudad dramática e imbécil

Barcelona homenajea al escritor con rutas por Sant Antoni, Raval, Poble Sec y espectáculo de variedades

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El escritor Francisco Casavella, en una foto de archivo en su casa del 2006.

El escritor Francisco Casavella, en una foto de archivo en su casa del 2006. / Julio Carbó

Miqui Otero

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La novela 'El día del Watusi', de Francisco Casavella, arranca meses antes de la demolición de las chabolas de Montjuïc y acaba durante los años del 'boom' del ladrillo. Una forma de decir que transcurre entre la miseria de los vencidos en el tardofranquismo y la euforia lela preolímpica. Es decir, narra, entre otras cosas, la Transición, y cito al autor, “de un país dramático a un país imbécil”.

A Casavella le irritaba la pobreza intelectual y moral de un pueblo sometido por una dictadura fascista con olor a sacristía cerrada. Eso lo habían hecho otros y muy bien. La novedad es que supo alertar de los problemas de una euforia juvenil, amnésica, hueca y con demasiado desparpajo, que no miraba atrás. Él habló, de hecho, de “los hijos del miedo y los padres de la soberbia”. Del paso entre una ciudad sonámbula, derruida y corrupta a una ciudad insomne, olímpica y corrupta.

Casavella era muy joven cuando escribió sobre todo eso. Y murió demasiado pronto poco después. Este domingo habría cumplido 60 años y su novela más icónica alcanza ahora la veintena. Uno, llevado más por la necesidad que por la nostalgia, querría saber qué detectaría hoy: la Barcelona gentrificada de las tostadas de aguacate y los huevos 'benedict', del salario medio por debajo de la media de un alquiler, de las calles pochas, de las vidas coreografiadas por precariedades y ordenanzas. Porque no escribía novelas históricas, sino que quería rescatar la memoria, no para recrearse en un dolor lejano, sino para detectar la infamia próxima.

Los carteles del homenaje a Francisco Casavella: 'El Watusi vuelve a Barcelona'.

Los carteles del homenaje a Francisco Casavella: 'El Watusi vuelve a Barcelona'. / El Periódico

Y, aun así, hay que celebrarlo, porque sólo es inolvidable lo bello y lo terrible. El Watusi nace en la montaña de Montjuïc y ahí es donde se celebrará el domingo un homenaje, impulsado por la ciudad de Barcelona (bibliotecas y responsables municipales).

La fiesta arrancará con unas rutas por Sant Antoni, Raval, Poble Sec. Luego, ya en el Pati d’Armes del castillo de Montjuïc, más de ocho horas de espectáculo de variedades: conciertos, charlas y monólogos teatrales musicados. Todo gratis, para que puedan venir hasta algunos de los personajes de sus novelas.

Una 'W' gigante en un hotel de lujo

Algunos crecieron en esta montaña. Como Fernando Atienza, que nace y vive como los pícaros, del arroyo de la pobreza a las moquetas del poder. O como el Watusi, ese Dioniso, un asesino o un bailarín, que le recuerda al ser humano que es eso, humano: contradictorio y feroz y radiante.

El domingo podremos mirar a nuestro alrededor e imaginar que aún andan por ahí, dando palmas en el estribillo de una rumba o dándose cabezazos ante la peor noticia. Esa Barcelona sigue ahí porque alguien la contó. Y durará porque lo hizo a través de un mito: la W del Watusi.

Apenas un año después de la muerte del autor, apareció una 'W' gigante en un hotel de lujo construido a veinte metros del mar (se protestó por el armatoste, se apeló a la Ley de Costas y al suelo público). Solo una más de las muchas cosas que anticipó: las cloacas, los relatos institucionales inventados, los partidos de centro liberal, la epidemia de trepas.

Pero celebraremos, también, una forma de ver el mundo, que es una invitación a que lo veamos así: “Chinchar de mil maneras a los poderosos, a los farsantes, a los necios apacibles y a los tontos turbulentos. Somos los que aman la vida y odian la chapuza, saben, contra el cínico, el valor de algo y el precio de casi nada, pisan con alegría la cabeza de los reyes”. Y bailan. Venid. Vámonos.

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