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Pablo Simón (politólogo): "Los jóvenes de hoy no confían en la política para mejorar sus vidas"

José Ignacio Conde-Ruiz (economista): "El desprecio de los políticos hacia los jóvenes nos saldrá caro"

El 64% de las jóvenes en España ha perdido la confianza en los políticos

Pablo Simón, politólogo.

Pablo Simón, politólogo. / José Luis Roca

Juan Fernández

Juan Fernández

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Al politólogo Pablo Simón (Arnedo, La Rioja, 38 años) le chocaba el despiste con que suelen llegar sus alumnos de 1º de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid, donde imparte la asignatura de Fundamentos de Ciencia Política. «Son una tabla rasa, vienen sin filtro», describe. Convencido de que el conocimiento es la antesala del interés, acaba de publicar el ensayo 'Entender la política. Una guía para novatos' (Alfaguara), donde explica en tono muy didáctico los rudimentos de la cosa pública.

-¿La política interesa a los jóvenes de hoy?

-Depende de qué entendamos por política. Si nos referimos a los partidos, el Parlamento o las instituciones, les interesa poco. Para ellos la política es algo mucho más amplio que va sobre cambio climático, igualdad de género, diversidad sexual… Y eso sí les interpela. Los jóvenes de hoy tienen otros intereses, otra concepción de lo público y otro bagaje personal.

-Todas las generaciones son distintas entre sí.

-Sí, pero en esta se dan circunstancias especiales. Mi generación, la de los Millennials, ha vivido dos crisis, la de 2008 y la del covid, pero conserva una memoria de la bonanza, recuerda lo que era ganar 2.000 euros al mes poniendo ladrillos en la burbuja inmobiliaria. Los jóvenes de ahora solo han conocido la escasez y esto les hace ser más descreídos y pesimistas que la generación anterior. Confían menos en el futuro y en la política como fórmula para mejorar sus vidas.

-¿Cuáles son sus expectativas?

-En esto también son diferentes. Tienen asumido que van a vivir peor que sus padres y que a través del trabajo lo van a tener muy difícil para prosperar y buscan refugio en asuntos que no tienen que ver con lo material, sino con la realización personal, como los temas de género, el medioambiente o las nuevas sexualidades. Es un mecanismo de defensa. Hasta ahora nos habíamos definido por el trabajo. Usted es periodista, yo soy profesor, aquel es arquitecto. Ellos dicen: ¿cómo me va a definir un contrato laboral de tres meses que será distinto dentro de otros tres? Y hay un factor que hemos pasado por alto: la gran cicatriz de la covid19. 

Los jóvenes de ahora tienen asumido que van a vivir peor que sus padres y que a través del trabajo lo van a tener muy difícil para prosperar y buscan refugio en asuntos que no tienen que ver con lo material, sino con la realización personal

-¿Cómo les ha influido la pandemia?

-Más de lo que imaginamos. Me llama la atención lo rápido hemos pasado página de este episodio, vivimos como si no hubiera ocurrido, pero a los jóvenes les ha afectado muchísimo. Esos años de libertad restringida, justo cuando estaban descubriéndola y más necesitaban ejercerla, les han causado un daño del que no somos conscientes. Lo veo en sus caras. Es una bomba de relojería que algún día estallará. 

-¿Afecta a su forma de ver la política?

-Ha ayudado a que estén menos politizados. Todos los mensajes que recibieron en la pandemia eran negativos, de miedo o de restricción a sus libertades, y esto les ha hecho desconfiar de todo lo que llega de fuera. Prefieren refugiarse en sus amigos, su familia y su círculo más cercano, pero lo que está más allá les interesa menos. 

-Es la generación conectada. ¿Cómo influye esto en su percepción de la política?

-Lo cambia todo. No ven la tele ni leen periódicos y su única vía de información son las redes sociales, donde el lenguaje es otro. Todo debe tener el ritmo frenético de los vídeos de TikTok que trasladan mensajes en 20 segundos sin tiempo para reflexionar. Además, la cámara de eco que generan las redes facilita la polarización, porque acaban recibiendo únicamente los mensajes que refuerzan sus ideas sin exponerse a mensajes que cuestionen su forma de pensar.

-¿La política debería participar más en ese terreno?

-En cierto modo, ya lo hace. En el pasado, los políticos subían a la tribuna parlamentaria a lucirse haciendo buenos discursos. Hoy, básicamente, suben a viralizar 'zaskas' y se limitan a buscar esa frase ingeniosa que luego se propagará por las redes sociales. Hay gurús que animan a los partidos a abrirse cuentas en TikTok prometiéndoles que así se ganarán a los jóvenes. Dudo que sea tan fácil, pero los políticos están obligados a estar en esos nuevos medios. La visita de Sánchez al podcast de La Pija y la Quinqui en la última campaña atrajo mucho voto joven al PSOE.

En el pasado, los políticos subían a la tribuna parlamentaria a lucirse haciendo buenos discursos. Hoy, básicamente suben a viralizar 'zaskas'

-Los estudios de opinión revelan que Vox gana simpatías entre los jóvenes.

- Aquí hay que hacer una aclaración: la mayoría del voto joven sigue siendo de izquierdas, pero dentro del voto joven conservador, la mayoría va a Vox. Los jóvenes suelen ser más críticos con el poder, y ese sentimiento contestatario lo está captando mejor la ultraderecha en este momento, aunque con matices: son solo los varones jóvenes los que muestran simpatías por Vox, las mujeres jóvenes siguen declarándose de izquierdas.

-En general, se les ve muy distintos a los jóvenes indignados que hace 12 años llenaron las plazas del 15-M.

-Son más pesimistas y descreídos que aquellos. Esto explica que voten más a extrema derecha y a los partidos verdes, dos idearios que tienen en común el miedo que les genera el futuro, aunque sea por razones distintas. Pero esto no significa que estén menos dispuestos a movilizarse. Solo tiene que darse un contexto que los active, como se activaron hace poco para defender el feminismo o, en Catalunya, para participar en el movimiento independentista. 

-Esta legislatura es la de mayor edad promedio de los diputados del Congreso. ¿Es otro síntoma de distanciamiento entre la política y los jóvenes?

-Tiene que ver con una cuestión generacional. En el 2015, cuando irrumpió Podemos, la media de edad bajó, pero hoy los de Sumar son mayores que aquellos jóvenes. Por otro lado, hay muchos votantes jóvenes que se pueden movilizar detrás de figuras como Carmena en Madrid o Sanders en Estados Unidos, igual que hay políticos jóvenes que hablan como personas muy mayores.

-¿Qué debería hacer la política para acercarse a ellos?

-No es fácil, pero yo empezaría por tratarles como adultos. Me desagrada cuando los medios montan tertulias de jóvenes en las que solo hay jóvenes hablando de sus cosas. Los jóvenes deberían participar en los debates de los mayores y que se oiga su voz. Necesitamos más diálogo intergeneracional. También invito a hacer un acto de fe y confiar un poco más en ellos. Ya no recordamos que nosotros también fuimos jóvenes y estuvimos expuestos a un montón de basura y luego, oye, conseguimos salir adelante.

-¿Quiénes son hoy los referentes de los jóvenes? 

-A menudo tendemos a ver la forma de socializar de los jóvenes como si siguiéramos en el siglo XX, pero ese tiempo no va a volver. Cualquier tiempo pasado es anterior, ni mejor ni peor. Cuando oigo hablar del adoctrinamiento de las aulas me echo a reír, porque hablan de un mundo que ya no existe. La capacidad que hoy tienen los docentes para influir en los jóvenes es muy menor, porque hoy sus referentes están en las redes, no en clase. 

Invito a hacer un acto de fe y confiar un poco más en ellos. Ya no recordamos que nosotros también fuimos jóvenes y estuvimos expuestos a un montón de basura y luego, oye, conseguimos salir adelante

-Pero en las redes no hay filtro y abunda la desinformación. ¿No hay riesgo de alumbrar una generación manipulada?

-Todos estamos expuestos a la desinformación, los mayores también, con la diferencia de que ellos han crecido con el móvil y han desarrollado un instinto natural que a veces les permite dudar más fácilmente de lo que les llega por ahí. A menudo, los más crédulos con esos mensajes somos los mayores. Lo que hay que hacer es sentarse con ellos a ver esos vídeos de TikTok y comentarlos juntos. Sé que esto requiere tiempo y las familias no siempre lo tienen, pero la mejor forma de ayudarles es dotarles de herramientas para que sepan a qué se exponen. 

-¿Habría que bajar la edad para votar a los 16?

-Si pregunta a los que tienen entre 18 y 20 años le dirán que no. Aunque bajemos la edad para votar, realmente vamos a meter a pocos jóvenes nuevos en el censo, y los estudios realizados en Austria, donde se puede votar desde los 16 años, revelan que votan prácticamente igual que los de 18 o 19, no hay cambio sustancial. Cuando hicieron la reforma, la primera generación de austriacos que pudo votar a los 16 participó mucho, pero en las siguientes elecciones se abstuvieron igual que los de 18. Por otro lado, a esa edad es comprensible pensar: qué diablos, tengo 16 años, hay un montón de cosas interesantes en las que fijarme antes que en lo que dicen los políticos y sus partidos.

-Dice que los jóvenes tienen hoy inquietudes que trascienden los límites con los que mirábamos antes la política. ¿En este panorama tiene sentido es seguir hablando de izquierdas y derechas? 

-La etiqueta sigue teniendo tracción, lo que cambia es su contenido. Las izquierdas han comprado todo el paquete de valores de nuevos derechos: feminismo, igualdad, LGTBI, medioambiente… Lo interesante es saber cómo se posiciona la derecha. Unos días les oímos hablar de violencia de género, otros de violencia intrafamiliar, otros de violencia machista. Esto tiene implicaciones ideológicas y políticas. Porque la socialdemocracia está claro que ha girado hacia la izquierda, pero la derecha tiene que decidir si quiere moverse hacia Milei y Trump o hacia Angela Merkel. Es aquí, en el terreno de la derecha, donde hoy está la batalla de la democracia.

-¿Le preocupan los jóvenes?

-Sí, claro, ¿cómo me van a preocupar? No porque piense que van a vivir peor que otras generaciones, me preocupa el mundo que les vamos a dejar. Sobre todo, me preocupa que sean lo más libres que puedan, que nunca estén dominados por nada ni por nadie, ni sometidos a una estructura de opresión, sea política, económica o de cualquier tipo. Pero soy súper optimista con ellos. Vienen con habilidades muy distintas a las nuestras. Quizá son más resignados en algunas cosas, tienen menos capacidad de concentración y escriben peor, vale, pero tienen más morro que los de mi generación, hablan mejor y tienen más capacidad espacial para ubicarse. Cada generación tiene sus habilidades . Solo me preocupa dejarles un mundo en el que puedan desarrollar las suyas.

-Si quería dirigirse a ellos, quizá debería haber abierto una cuentan de TikTok en vez de escribir un libro.

-En la vida hay un momento en el que estás en una discoteca y de repente descubres que eres el mayor del local. En ese momento hay que tener dignidad y asumir que quizá ese ya no es tu sitio. A mí me pasa algo parecido con las redes sociales. Si no tengo más remedio, a lo mejor hago algún vídeo en TikTok, pero sé que me voy a sentir como el señor Burns de Los Simpson entrando a un bar con una gorra gritando: “Hey chicos, ¿qué tal estáis?”.

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