Apuntes políticos de la semana

Feijóo quiere ser Houdini; Sánchez, Obama

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Pilar Santos

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La decisión de Pedro Sánchez de adelantar las elecciones generales al 23 de julio tras el mal resultado de las autonómicas y municipales de mayo ha sido acertada para sus intereses. El presidente del Gobierno y candidato del PSOE ha logrado que las negociaciones del PP con Vox en cinco comunidades autónomas marquen la actualidad política de esta larga precampaña. Los populares están exhibiendo con toda crudeza el dilema al que se enfrentan ahora los presidentes autonómicos y que puede afectar a Alberto Núñez Feijóo el próximo mes: incluir o no al partido de ultraderecha en los gobiernos.

El escapismo

Estos días el líder del PP recuerda a Harry Houdini, el ilusionista húngaro que se hizo famoso por los espectáculos en los que se liberaba de cuerdas y cadenas y salía de cajas cerradas con candados lanzadas al mar. Feijóo está en un espectáculo de escapismo político similar, intentando hacer creer a los españoles que es lo mismo pactar con la ultraderecha en tiempo récord que no querer nada con ellos. Carlos Mazón, su barón en la Comunidad Valenciana, les ha cedido una vicepresidencia y dos consejerías y ha aceptado negro sobre blanco hablar de “violencia intrafamiliar”. María Guardiola, en cambio, en Extremadura, ha declarado por activa y por pasiva que no piensa compartir el Gobierno autonómico con miembros de un partido que no admite que hay “violencia machista”. ¿Qué ha dicho Feijóo ante semejante diferencia de criterio interna? En un increíble ejercicio de contorsionismo ha dicho que las dos cosas son correctas

Llama la atención la diversidad de estrategias en un partido que se ha jactado durante décadas de tener un solo discurso en toda España. El 23J se verá si Feijóo, el escapista, logra convencer a los españoles a través de la ilusión de que esa contradicción no tiene importancia y lo primordial es que llegue “el cambio” a España. 

Humanizarse en tiempo récord

Sánchez está en otra misión también compleja. Tras gestionar una pandemia, Filomena, un volcán y la guerra en Ucrania, como enumera a menudo, el presidente del Gobierno parece que se ha dado cuenta ahora de la mala imagen que tiene en parte de la sociedad española. El secretario general del PSOE achaca a algunos medios de comunicación esa percepción negativa, "deshumanizada", y se ha lanzado a intentar mitigarla. Tiene solo un mes para conseguirlo. 

Estos días ya lo hemos visto en un escenario construido por el PSOE en el que conversa con sus ministros, en radios que tenía vetadas (Onda Cero) y en formatos poco frecuentes: ya ha pasado por ‘El Intermedio’ y también irá en los próximos días a ‘El Hormiguero’. Sánchez sueña con ser un poco como Barack Obama. El expresidente de EEUU ha sido uno de los políticos que mejor ha sabido hacer bromas, bailar y moverse en los platós de televisión. 

Sánchez empezó a tratar de humanizarse hace unos meses, con unos vídeos jugando a la petanca y tomando café con jóvenes. Pero estaban tan preparados y tan guionizados que el efecto fue contraproducente. Ahora tiene que arriesgarse e ir a medios a los que no va desde hace años y que han sido especialmente críticos con sus alianzas parlamentarias con EH Bildu y los independentistas catalanes. 

El líder de los socialistas juega con el tiempo y las encuestas en contra. Sus ministros se han sumado haciendo largos hilos de Twitter respondiendo a las informaciones “falsas” del PP. José Luis Rodríguez Zapatero le está echando una mano y ha salido a defender la labor del Gobierno con una garra que ha despertado el orgullo de los socialistas. Será interesante ver si Felipe González se suma en las próximas semanas a la campaña. Sería un bonus muy interesante ante el electorado de centro. 

Debatir siempre da respeto 

Especial interés tiene Sánchez en enfrentarse a un cara a cara con Feijóo. Le propuso hace semanas celebrar seis, pero el líder del PP se resiste incluso a cerrar cómo y dónde va a ser el primero. La imagen huidiza del político gallego demuestra que los debates son peligrosos para los que van ganando en las encuestas, como es el caso. 

El jefe del Ejecutivo quiere pillar en un renuncio a su contrincante y tratar de erosionar la imagen de político experimentado y moderado que tiene el presidente de los populares pese al lío con Vox, como diría Mariano Rajoy.

Siga Sánchez en la Moncloa o entre Feijóo, el próximo Congreso tiene que poner por escrito de una vez en la ley electoral cómo hay que regular los debates electorales. Son enfrentamientos dialécticos con un impacto en los votantes que tienen que dejar de ser algo discrecional. 

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