Transformación en la izquierda

Los cuadros de la extinta ICV ganan peso en los Comuns para afrontar la era post-Colau

Los Comuns ven “todas” las opciones de acabar gobernando Barcelona con el PSC y ERC

Aina Vidal será la candidata de los Comuns a las generales y Jaume Asens deja la política

Ada Colau, flanqueada por Yolanda Díaz y Janet Sanz, en un acto electoral en Nou Barris

Ada Colau, flanqueada por Yolanda Díaz y Janet Sanz, en un acto electoral en Nou Barris / MANU MITRU

Sara González

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"Si no logramos construir este nuevo espacio político, estaremos condenados a ser el PSC 2.0. No se trata solo de irrumpir y de gestionar. Tenemos que ir más allá de la socialdemocracia". La frase es del exlíder de los Comuns Xavier Domènech en el libro 'El part dels Comuns' (Editorial Saldonar). Era primavera de 2017, justo en la génesis de Catalunya en Comú, y el dirigente ya apuntaba que el gran riesgo era el de pasar a la historia como unas "candidaturas que aparecieron en un momento de crisis y ya está".

Y ese "ya está" significaba que, tras crecer al calor del 15-M abanderando una izquierda rupturista con liderazgos tan icónicos como el de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona, o el del propio Domènech ganando dos elecciones generales en 2015 y 2016, se volviera al punto de partida, a lo que representaba ICV como hermano menor de los socialistas. Ahora, seis años después, son cuadros de ese extinto partido el que lleva buena parte de las riendas del espacio en un momento de final de etapa con la pérdida de la alcaldía de Barcelona como columna vertebral del espacio y con Colau deshojando la margarita de su futuro a la espera de qué pasa en las generales del 23 de julio y de si los los Comuns acabarán entrando o no en el gobierno de Jaume Collboni.

Basta con echar un vistazo al espacio de los Comuns en todas sus dimensiones. El portavoz de En Comú Podem en el Parlament es David Cid, excoordinador de ICV, quien también se encarga de comandar las campañas electorales. El liderazgo de Catalunya en Comú lo comparten tres coordinadoras: Ada Colau, Jéssica Albiach y Candela López. Esta última, exdirigente ecosocialista y exalcaldesa de Castelldefels, es también la negociadora del pacto con Sumar y se incorpora en el sexto puesto de la lista de las generales. Una candidatura que, tras el forzado adiós de Jaume Asens, encabeza Aina Vidal, también procedente de ICV, a cuyas juventudes se afilió en 2005.

En Madrid coincidirá con Josep Vendrell, procedente del PSUC primero y de la cúpula ecosocialista después, que es ahora el jefe de gabinete de Yolanda Díaz. La líder de Sumar ha logrado implicar también en su proyecto al eurodiputado Ernest Urtasun, que ejerce en estos momentos de portavoz de campaña. Y en el ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, que entró de concejal por primera vez con ICV en 2011, es una de las dirigentes con más peso del grupo municipal hasta el punto de ser uno de los nombres con más enteros para suceder a Colau. Más allá de Barcelona, las principales alcaldías que tienen los Comuns, la del Prat de Llobregat, Montornès y Santa Perpètua de Mogoda, son heredadas de dirigentes del extinto partido.

Y si se repasa uno por uno los nombres de la ejecutiva de Catalunya en Comú, una veintena de los de 43 tienen pasado en ICV, así como de su órbita procede la mayoría de los miembros del consejo nacional (116 en total), el máximo órgano del partido entre congresos y el que hubiera sido el encargado de votar la semana pasada entre Jaume Asens y Vidal si ambos hubieran mantenido hasta el final su intención de liderar la lista del Congreso.

De la movilización a la desafección

¿En qué momento sucedió que lo que tenía que ser una confluencia superadora de los partidos preexistentes acabara sustentada en los cuadros de una ICV que entró en liquidación en 2019 con una deuda de 9,2 millones? Tiene que ver, asegura una de las voces aún implicadas en la configuración del proyecto, con una situación "estructural" de lo que ha pasado en la última década. "La confluencia de los Comuns creció con personas que venían del activismo y los movimientos sociales que se acaban juntando en un partido en plena ola de motivación política, pero ahora esta gran ola de politización ya no existe, sino que estamos en una situación contraria, de desafección a los partidos", sostiene. Se ha producido una diáspora de los independientes que decidieron implicarse, mientras que quedan los militantes "históricos", los de "piedra picada", asegura.

Otro implicado en los orígenes de la confluencia que acabó desvinculado sostiene que el punto de inflexión fue "cuando desplazan a los que no estaban alineados con ningún partido", con Domènech como paradigma. Era septiembre de 2018 cuando el arquitecto de Catalunya en Comú se declaraba "agotado política y personalmente" y dejaba sus cargos tanto en el Parlament como en el partido. Y es que en las negociaciones para forjar una confluencia que superara las siglas preexistentes las tensiones por la cuotas entre ICV, Podem Catalunya, Barcelona en Comú y EUiA frente a los independientes que daban el paso de la mano de Domènech marcaron la tónica desde el primer minuto.

De las cuotas al 'procés'

Y a la pugna por el peso interno y de nombres se sumó la mella que hicieron los momentos álgidos del 'procés' cuando habían pasado solo seis meses de la asemblea fundacional Catalunya en Comú. Si Domènech y dirigentes como Jaume Asens y Elisenda Alamany participaron activamente en el 1-O, la otra cara de la moneda era Joan Coscubiela exhibiendo por Catalunya Sí que es Pot su papeleta con el 'no' a las leyes de desconnexión en el Parlament, consigna que siguieron también dirigentes como Jéssica Albiach, ahora al frente del grupo parlamentario de En Comú Podem. Y Ada Colau intentaba navegar entre esas dos aguas participando de la movilización pero cuidándose mucho de no incurrir en ninguna desobediencia.

Durante las negociaciones para renovar la dirección en 2018, para impedir que Alamany -ahora en las filas de ERC- se consolidara como número dos de Catalunya en Comú, la alineación de intereses configuró una pinza entre Barcelona en Comú e ICV para acabar forzando un tándem de Domènech con Colau que relegó a otros dirigentes que habían hecho el salto a la política sin adscripción previa. Los exdirigentes de ICV iban ganando terreno orgánico, al mismo tiempo que Podem Catalunya, que no se integró formalmente en Catalunya en Comú y que ha tenido hasta cinco secretarios generales en ocho años, ha ido perdiendo el fuelle con el que se nutrió tras la explosión del 15-M y ha acabado minorizado en la confluencia. También se producía la ruptura con la EUiA de Joan Josep Nuet, también en la órbita de ERC, aunque una escisión del partido continúa vinculada a los Comuns.

El relevo de Colau

En 2019 vino la salida definitiva del espacio de Alamany, Nuet y del sector anticapitalista del partido, con vínculos con la CUP y movimientos como el de Guanyem. Y del Ayuntamiento de Barcelona salían Asens -que se reubicó en el Congreso hasta su adiós la semana pasada tras ser desbancado como cabeza de lista de las generales- o Gerardo Pisarello y Gala Pin, que con Eloi Badia son ahora los escuderos de Colau en una candidatura que lleva también el nombre de Sumar. La ya exalcaldesa se prepara para pilotar su propio relevo consciente de que su hiperliderazgo no tiene aún una alternativa clara y posiciona también a los suyos ante una ICV que siempre estuvo ahí.

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