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El alcaldable del PSC, Jaume Collboni, en un mitin

El alcaldable del PSC, Jaume Collboni, en un mitin / FERRAN NADEU

Sara González

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"Señor Trias y señora Colau, gracias, lo han intentado, pero adiós, ahora viene el PSC". Es una de las consignas que forman parte del repertorio de eslóganes que lanza en los mítines el alcaldable socialista en Barcelona, Jaume Collboni. Manifiesta también tener "hambre de victoria", y no es para menos a juzgar por todo lo que recae sobre su espalda. El reto que asume va más allá de lo personal, de ser o no ser alcalde en su tercer intento y de poner el broche a su trayectoria municipal. Incluso va más allá de devolver al PSC una alcaldía que había ostentado siempre hasta hace 12 años.

Se trata de que el pulso en la capital catalana es concebido tanto por Pedro Sánchez como por Salvador Illa como una conquista clave para revalidar la Moncloa y para acercarse también a la Generalitat. A continuación, los cinco hitos que necesita Collboni para salir victorioso a sabiendas que, esta vez, las medias tintas pueden tener sabor a derrota.

Ganar y ser alcalde

El gran objetivo de Collboni pasa por ganar, por ser el más votado en Barcelona el 28 de mayo y de disparar la representación socialista -ahora tienen 8 concejales- para pasar de ser el tercer grupo en el consistorio al primero. Volver allá donde el PSC estaba hasta hace 12 años. Pero cuando unas elecciones están en un puño, no basta con ganar para ser alcalde, como se hizo evidente hace cuatro años cuando Ernest Maragall vio cortocircuitado su ascenso. Los pactos serán determinantes. Y esta vez, a diferencia de 2019, los socialistas no tienen vetos cruzados con los independentistas e incluso flirtean con que es posible una alianza con Junts. Lo que ha manifestado explícitamente Collboni es que hay que poner fin a la alcaldía de Ada Colau, con quien ha gobernado este mandato pese a su renuncia el pasado 23 de enero para dedicarse a la campaña.

Romper la dicotomía Colau-Trias

Para desbrozarse el camino hacia la victoria, a Collboni no le conviene que se imponga el marco de que esta campaña es un plebiscito sobre el proyecto de Ada Colau en el que la alternativa, por antagonismo, es Xavier Trias. Necesita romper con una concepción dicotómica de las elecciones, que no cuaje que esto es cosa de ellos dos, como intentan explotar tanto los Comuns como Junts para exprimir el voto útil a izquierda y derecha. La paradoja para el alcaldable del PSC es que se erige como antídoto a Colau tras haber gobernado con ella. Pese a ello, su equipo sostiene que la demoscopia les sonríe y que está en condiciones de ganar. El CIS les da hoy un motivo más para creerlo, puesto que apunta que el cuerpo a cuerpo es entre él y la alcaldesa.

Triunfar en Nou Barris, pero también en Sarrià

Ondea la bandera de izquierdas, pero también del orden, moderación y sensatez. Lo resume con un irónico "sí se puede hacer mejor". Porque lo que busca Collboni es capitalizar la agenda social del Gobierno de Pedro Sánchez pero dejando claro que él no tiene nada que ver con el galimatías que atribuye a los Comuns. Y que de si orden se trata, difícilmente puede garantizarlo un Xavier Trias que se presenta en nombre de un partido, Junts, en el que aún tienen mucho que decir Carles Puigdemont y Laura Borràs. Con esta esgrima discursiva, quiere triunfar en Nou Barris y caer en gracia también en Sarrià, así como ser competitivo en el Eixample. No en vano su equipo de campaña presume de que tener un "voto muy transversal" y de que Collboni es el candidato que "menos rechazo provoca". Pretende aglutinar apoyos de los que no quieren dar una tercera oportunidad a Colau, de la diáspora de Ciutadans y del suflé que interpreta que vive Trias.

Poner el broche a su trayectoria municipal

Collboni tardó en respirar tranquilo como aspirante a la alcaldía por tercera vez. Hubo quien planteó que no tuviera una nueva oportunidad y se llegaron a sondear otros nombres como cabeza de lista, entre ellos el del ministro Miquel Iceta o el de Maria Eugènia Gay, que ha dejado de ser delegada del Gobierno para enrolarse en la candidatura como número dos de la candidatura barcelonesa. "Él es el eterno candidato que siempre está cuestionado pero que se queda porque no encuentran a nadie más", resumía un dirigente del PSC cuando se certificó que repetiría al frente de la lista. Con todo, Collboni sabe que esta vez es su último intento, motivo por el que necesita especialmente poner el broche a su trayectoria municipal. Lo contrario significa abrir en canal el debate sobre su sucesión y su posible cambio de rol en el partido, un escenario que podría darse incluso si no es alcalde pero el PSC entra en el gobierno municipal.

Ser el trampolín de Sánchez y de Illa

Si Sánchez se vuelca tanto en la campaña en Barcelona, si por primera vez el cierre de campaña estatal del PSOE en unas municipales será en la capital catalana con Salvador Illa y José Luis Rodríguez Zapatero, es porque el presidente del Gobierno tiene mucho que ganar o que perder aquí. Conquistar el principal ayuntamiento de Catalunya catapultaría al PSC, y la fortaleza de los socialistas catalanes es vista por el PSOE como una válvula de seguridad de cara a las generales de finales de año, que para Sánchez supondrán un cuerpo a cuerpo con el PP que será para él un todo o nada. A su vez, Illa concibe la victoria en las municipales como el trampolín para acercarse a la presidencia de la Generalitat, más aún si en uno de los balcones de la plaza de Sant Jaume ya lucen las siglas de su partido.

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