Las filas posconvergentes

Josep Rull, un nombre de futuro de Junts a las antípodas de Laura Borràs

El 'exconseller', que ya ha sido exonerado por el 'procés', está bien situado en el debate sobre liderazgos en JxCat

El 'exconseller' Josep Rull.

El 'exconseller' Josep Rull. / Ferran Nadeu

Fidel Masreal

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Es prematuro, pero Josep Rull está ahí de cara al futuro del partido. Esta frase resume el estado de ánimo de buena parte de los dirigentes de Junts cuando se les pregunta sobre el liderazgo del partido en los próximos años. La revisión de la sentencia del 'procés' ha indignado a Rull y a todo el independentismo, que acusa al Tribunal Supremo de actuar de forma "vengativa, política y desproporcionada". El caso es que esta resolución judicial deja al secretario general de JxCat, Jordi Turull, sin opciones de ser candidato, porque se le mantiene la inhabilitación hasta el 5 de julio de 2030, mientras que Rull ya ha quedado exonerado. Pero, ¿quién es Rull y por qué está en las quinielas de Junts?

En respuesta a la segunda pregunta, la clave es que Turull, el hombre destinado a ser candidato natural de futuro, en opinión de Rull y de muchos en Junts, no podrá serlo. El secretario general creía haber sido en 2016 el líder del PDECat, la posconvergencia, pero no lo fue, le quitó el puesto una joven Marta Pascal. Después Turull optó a ser 'president' y tampoco pudo ser porque la CUP no le otorgó su confianza y fue encarcelado en pleno debate de investidura. Y, tras considerarse a sí mismo un hombre fiel y discreto, un hombre de partido, y con un paso por la cárcel que lo ha endurecido en el discurso independentista, ahora optaba a todo. Pero el Supremo le mantiene alejado del ejercicio de un cargo público. Es esta situación, junto al interrogante que pesa sobre Borràs, la que hace sonar el nombre de Rull de nuevo.

Hijo de Renan y de Pujol

En respuesta a la primera pregunta, la manera más rápida y clara de definir a Rull en el seno de Junts es afirmar que se trata de la antítesis de Laura Borràs, presidenta del partido y candidata a la Generalitat hace dos años. Pero Rull es algo más que el anverso de Borràs. Forjado en las categorías inferiores de Convergència, Rull ha mamado pujolismo por los cuatro costados y se enorgullecía de ello hasta que el fundador del movimiento confesó haber estafado a Hacienda durante años. Rull creció en las juventudes del partido y picó piedra siendo concejal en una ciudad poco soberanista del entorno de Barcelona: Terrassa. Y por ello enarbola siempre tiene en mente "la Catalunya entera".

Pertenece a un club convergente en el que están otros pesos pesados como Damià Calvet o Carles Campuzano, todos con sus matices. Calvet le sucedió como 'conseller' de Territorio cuando Rull entró en prisión. Campuzano comparte con Rull una visión socialdemócrata del catalanismo.

El pensamiento político de Rull se basa en "una obsesión permanente por construir el 'nosotros' con tantos matices como matices tiene la nación catalana", en sus propias palabras. "La nación es un plebiscito cotidiano, como recuerda Renan", explica.

Sí, Rull empujó al 'expresident' Carles Puigdemont a no convocar elecciones y proclamar la independencia, en las horas decisivas de octubre de 2017. Y, sí, salió de la cárcel tras más de dos años, con la misma ilusión por la independencia de Catalunya, pero con una hoja de ruta radicalmente distinta, en fondo y forma, a la de Borràs. Unos planes que no fijan fecha para la proclamación de la desconexión ni hablan de reactivar la declaración unilateral de hace cinco años.

Los planes del 'poeta'

Rull reclama primero al independentismo cartografiar su situación interna y la de Catalunya para emprender una nueva etapa. En segundo lugar, reclama un armisticio, un alto el fuego permanente entre partidos soberanistas. En tercer término, dibuja un plan de país y finalmente una hoja de ruta actualizada del independentismo. Huye de protagonismos y sólo ocupa la presidencia del consejo nacional de Junts, pero toma el pulso al partido a diario y recibe ovaciones cerradas. Administra con celo su presencia pública.

Los críticos con Rull siempre lo han considerado tibio e irónicamente lo han bautizado como el 'poeta' por su tendencia a trazar discursos con referencias poéticas e intelectuales, a menudo de referentes de los defensores de los derechos humanos, y por carecer de 'sangre' de líder. La supuesta tibieza de Rull en cualquier caso ha pasado una prueba de fuego con sus casi tres años de cárcel por la sentencia del 'procés'. Pero tras salir de la prisión de Lledoners confiesa: "Ni que hubiera pasado mil años encerrado me habría convertido en un malnacido de la política". Reivindica la poesía y el discurso del pacto y el diálogo y se reserva de todas las especulaciones con una frase del que fue su ídolo, Jordi Pujol: "Ahora no toca".

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