Las cuentas catalanas
El PSC cierra la vía de la prórroga de los presupuestos a Pere Aragonès
Los socialistas rechazan apoyar al Govern si decide sostener la legislatura en 2023 con paquetes económicos sectoriales
Sara González
Periodista
Periodista especializada en Política. Autora de 'Per raó d'Estat' (Ara Llibres), 'Cas Mercuri. La galàxia Bustos' (Saldonar) y 'El part dels comuns. Relat del naixement de Catalunya en Comú' (Saldonar)
Xabi Barrena
Periodista
Periodista de la sección de Política
La mano tendida del PSC al Govern para aprobar los presupuestos, hasta ahora irreductible, al menos, en el terreno verbal, a pesar de la colección de rechazos por parte de ERC, no es incondicional ni imperecedera. De hecho, solo será válida si el 'president' Pere Aragonès acepta una negociación de las cuentas "en bloque". Es decir, si la apuesta del Executiu tras la ruptura con Junts acaba siendo ir a una prórroga para no tener que contar con el apoyo de los socialistas, la respuesta del jefe de la oposición, Salvador Illa, será que no cuente con él para tirar adelante con modificaciones presupuestarias para incorporar nuevos recursos. De momento, lo único en firme que ha arrancado el jefe de la oposición tras hora y media de reunión el viernes en el Palau de la Generalitat es que el PSC estará incluido en la ronda de contactos que Aragonès inaugurará la semana que viene para explicar el marco presupuestario.
La salida de los posconvergentes ha convertido la política catalana en un gran tablero de ajedrez. Para evitar que cundiera la sensación de que el éxodo de Junts dejaba a los republicanos a merced del PSC, Esquerra, por boca de su líder, Oriol Junqueras, se afanó a obturar esa vía de agua al grito de "Esquerra no pactará con quien se hace carne viva en las manos aplaudiendo el encarcelamiento de independentistas".
El 'president' Pere Aragonès también se movió en el tablero, y aún se halla en esa fase, para subrayar, en todos los foros en los que tiene ocasión, que no tiene ningún sentido que Junts vete unos presupuestos que uno de los suyos, el 'exconseller' Jaume Giró, ha preparado. La intención, en este caso, es que la opinión pública, y la publicada, no pasaran tan rápido de pantalla y tratar de que el foco se centre en los posconvergentes, para afearles su 'partidismo' en un momento grave económico y socialmente. En resumen, que Junts no se vaya de rositas.
El 'dopaje' a las cuentas vigentes
Los movimientos de Junqueras y Aragonès conducen a un único escenario final, la prórroga presupuestaria. Un mecanismo que el 'president' considera funesto para Catalunya, habida cuenta de que la inflación de dos dígitos han convertido en inservibles las cuentas actuales y que, ahora, talmente parecía un tecnicismo sin más.
La forma de prorrogar los presupuestos solo pasa por 'doparlos' con las nuevas partidas que se generen. Por ejemplo el decidido por el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en julio, a cuenta de la liquidación del sistema de financiación. Se trata de 3.100 millones que, en caso de prórroga, no pueden ser incluidos en las cuentas. Y la única solución es parchear los presupuestos de 2022 con partidas complementarias.
Es decir, que el Govern aprobara por decreto insuflar una determinada cuantía a cualquier servicio público, por ejemplo. Esta decisión debería ser convalidada por el Parlament y antes de 30 días desde su plácet en el Consell Executiu. Y en este punto es donde actúa el último movimiento, el de Illa. Decir que ello, el apoyo ciego por tratarse de mejoras sociales, no pasará porque, en el fondo, es una treta. Y es que cuentan los republicanos con que, en una situación de crisis, ningún grupo parlamentario vetaría ese 'doping' por "responsabilidad".
El Govern, como si se tratara de una probatura aprobó, el martes, un suplemento de 375 millones, precisamente, para la sanidad. Es una partida que nace del mejor rendimiento de lo esperado de los tributos propios y que, en las próximas semanas, pasará por el hemiciclo. Como la situación no tiene nada que ver con la que se generaría con una prórroga por no querer negociar con uno de los grupos clave del Parlament, no se esperan mayores sorpresas.
'No' en diferido
O una negociación "clásica y transparente" o unas cuentas "en diferido, no", transmiten desde la cúpula socialista. Un todo o nada que el propio Illa ha transmitido también a Aragonès, con quien se reunió el viernes en el Palau de la Generalitat. Y es que el PSC teme que ERC opte por una prórroga para evitar una fotografía que le resulta incómoda ahora que sus exsocios la acusan de haber cambiado el objetivo de la independencia por una alianza con Pedro Sánchez para, después, buscar el apoyo fraccionado de sus 33 diputados a planes de choque o medidas anticrisis.
Para el PSC, una prórroga de los presupuestos supondría entrar en una "nueva fase" de un Govern que considera "colapsado". Hasta ahora y en paralelo a la negociación con ERC en el Congreso para que prosperen las cuentas estatales, Illa transita en una suerte de equilibrio entre ofrecer ayuda a Aragonès y, al mismo tiempo, ejercer un rol de oposición que le permita visibilizarse como la alternativa. No es baladí que, a pesar de tener encuestas a su favor, descarte presentar una moción de censura o no pida elecciones. Pero ir a una prórroga, insisten, sería cruzar el Rubicón y escalar los decibelios contra un Executiu al que señalan día sí y día también por no tener ni un solo aliado en el Parlament.
Illa no ha entrado a valorar públicamente por qué considera que los republicanos lo vetan, pero entre bambalinas los socialistas esgrimen que sería irresponsable y una temeridad si lo que está pesando son "cálculos partidistas y electoralistas" para no perder fuerza negociadora en Madrid.
En términos estrictamente numéricos de cara a una eventual negociación, el PSC ha planteado al Govern un plan de choque de 848 millones de euros -destacan que es casi el triple de los 300 millones propuestos por el 'president' por ahora- que podrían cubrirse con los 3.000 millones adicionales que recibirá la Generalitat si aprueba los presupuestos gracias al aumento del techo de gasto. Los socialistas suelen utilizar el argumento que, sin cuentas nuevas, esos recursos de más se quedarán en el camino.
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