Nueva etapa en la Generalitat

Pere Aragonès mantendrá el diálogo abierto con Salvador Illa para los presupuestos de 2023

El líder del PSC se reúne durante una hora y media con el 'president' e insiste en su predisposición a facilitar la aprobación de las cuentas

Pere Aragonès y Salvador Illa, en el hemiciclo del Parlament

Pere Aragonès y Salvador Illa, en el hemiciclo del Parlament / FERRAN NADEU

Sara González

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Una hora y media de reunión en el Palau de la Generalitat entre el 'president' Pere Aragonès y el líder del PSC, Salvador Illa, no ha servido para despejar con qué aritmética saldrán adelante las cuentas. Tampoco si la inquebrantable mano tendida de los socialistas será atendida en alguna circunstancia, aunque la durada de la interlocución, en la que se ha abordado la compleja situación económica, no deja de ser significativa. Lo que sí ha quedado claro entre los dos dirigentes es que, a partir de la semana que viene, se hablará de números, también con Illa. El 'president' le ha comunicado que citará a los grupos parlamentarios para explicar el marco presupuestario de 2023, un gesto con el que se dará el pistoletazo de salida a la exploración de posibles pactos.

La intención del jefe de la oposición hace tiempo que está clara: trasladar que por él no quedará que Catalunya tenga nuevos presupuestos y que, si eso no pasa, será porque el Govern no lo ha querido. Su apuesta es la de una negociación "clásica", como ya ha defendido en las últimas semanas y hoy le ha vuelto a repetir al 'president'. Es decir, buscar un acuerdo global para las cuentas sin que interfieran otras cuestiones más que las de tipo económico y cerrando la puerta a ententes parciales. Aragonès, según fuentes de Palau, le ha trasladado la preocupación por la "falta de compromiso" del Gobierno de Pedro Sánchez para dar respuesta al mal funcionamiento y la falta de inversión de Rodalies o la ejecución del PERTE del vehículo eléctrico y que su prioridad sigue siendo pactar los presupuestos con los partidos soberanistas. Ni la puerta está abierta de par en par para los socialistas ni tampoco completamente cerrada. En la reforma de la sedición y en la aprobación de los presupuestos del Estado está la explicación del porqué de esa indefinición.

La de Illa ha sido la última de las reuniones que Aragonès agendó para analizar la nueva etapa en la Generalitat tras la remodelación del Govern. En la ronda de encuentros el 'president' ha incluido a la CUP, los 'comuns' y Junts, además de los socialistas, es decir, los grupos con los que considera que puede articular una geometría variable para aprobar medidas durante la legislatura. Con ninguno de ellos ha tejido ningún tipo de alianza estable, aunque sí que ha dejado claro que los presupuestos son un capítulo a parte. ERC ha insistido por activa y por pasiva que le ley que marca las prioridades del mandato quiere pactarla con las formaciones que defienden la autodeterminación y la amnistía y ha dejado caer que incluso está dispuesta ir a una prórroga de las cuentas antes que sacarlas adelante de la mano de Illa.

La única condición

Precisamente por eso, las expectativas del PSC de salir de la reunión con Aragonès estrechado su mano eran de por sí escasas. A pesar de ofrecerse a salvar los presupuestos con la única condición de aceptarlos en la negociación, Illa ha llegado ya al Palau de la Generalitat con un largo historial de rechazo público de Aragonès a que prosperen gracias al jefe de la oposición. Que los socialistas catalanes hayan defendido que la reforma de la sedición se tiene que impulsar "pase lo que pase" y a pesar de la presión del PP sobre Pedro Sánchez con la renovación de la cúpula judicial no ha servido para desbrozar la relación con el 'president'. Con el frente abierto del cambio del código penal en la mesa de diálogo en paralelo al de los presupuestos del Estado, ERC no quiere dar ningún paso en falso que suponga perder fuerza negociadora.

A Illa no le queda más que esperar los próximos pasos del Govern, que pasan por presentar los números e intentar que salgan adelante con una suma soberanista en la que es necesaria Junts, situado en estos momentos en ejercer de oposición sin tregua. Por ahora, el líder del PSC no se plantea una moción de censura ni pide elecciones, consciente de la influencia que la legislatura catalana tiene en estos momentos la estabilidad de Sánchez mientras los votos de ERC sean decisivos en el Congreso. Romper la baraja en Catalunya sería lanzar un torpedo en la línea de flotación de Madrid, motivo por el que el líder del PSC se ve abocado a contemporizar y a hacer equilibrios entre ser azote de Aragonès y, al mismo tiempo, darle -o por lo menos, ofrecerle- oxígeno.

Pero la cúpula de la calle Pallars avisa que si todo el baile acaba con una prórroga de los presupuestos de la Generalitat porque incluso ante el 'no' de los posconvergentes -que dan por sentado- no se acepta sus votos como la última de las opciones, se entrará en una "nueva fase". Es decir, en una escalada de decibelios contra un Aragonès al que recuerdan que está "solo" y que, sin aliados, le espera un auténtico vía crucis para aprobar cualquier medida, incluso la más menor, en el Parlament. Para muestra, un botón: en el pleno de la semana pasada ERC perdió la votación del proyecto de ley del plan estadístico y la oposición le dejó claro que dos de sus 'consellers', Joan Ignasi Elena (Interior) y Teresa Jordà (Acció Climàtica) van camino de la reprobación.