Memoria democrática
Catalunya ha exhumado en 22 años menos del 10% de sus fosas de la Guerra Civil
Las asociaciones critican la lentitud y los métodos de la Generalitat, que defiende sus directrices y subraya la complejidad de los trabajos
Daniel G. Sastre
Periodista
Periodista. Profesor asociado en la UB.
El 28 de abril del año pasado, una pequeña comitiva encabezada por la entonces ‘consellera’ de Justícia de la Generalitat, Ester Capella, y el cónsul general de Cuba en Barcelona, Alain González, celebraba un acto de homenaje al periodista cubano Pablo de la Torriente. Muerto en Majadahonda durante los primeros meses de la Guerra Civil, su cadáver lo trasladó en coche a Barcelona el célebre poeta Miguel Hernández, y se suponía que De la Torriente estaba enterrado en una fosa común en el cementerio de Montjuïc. Y ese día se iba a hacer justicia: mientras el cónsul cubano proclamaba el “inicio del regreso a casa” del periodista –desconocido aquí, pero muy valorado en su isla natal-, las excavadoras iniciaban los trabajos a unos metros.
Pero unos días más tarde se descubrió que allí no estaba el cuerpo de De la Torriente. Ni el suyo ni ningún otro: no había ninguna fosa en el lugar previsto. “Estábamos seguros de que estaba allí”, afirma el hoy director general de Memoria Democrática de la Generalitat, Toni Font. Había varias fuentes históricas que lo atestiguaban. Para Font, el caso del periodista cubano es un ejemplo de las complejidades que entraña el trabajo de exhumar fosas de la Guerra Civil para intentar reconocer a unas víctimas hasta ahora postergadas.
El caso de De la Torriente figura en el BOE del 2 de julio del año pasado. El Estado sufragó los 8.712 euros que la Generalitat gastó en la exhumación fallida. Pero hay otros datos que también aparecen ese día en el Boletín Oficial del Estado que hacen arquear las cejas a las asociaciones que luchan por la Memoria Democrática en Catalunya.
Sobre todo, el hecho de que la Generalitat solo haya intervenido –el verbo que se utiliza para citar las exhumaciones- 59 fosas entre los años 2000 y 2020. Según los cálculos más recientes hoy son ya 61, dos más, pero la cifra sigue pareciendo baja con respecto a las 671 fosas que el propio Govern calcula que hay en Catalunya. De ellas, la ubicación de 324 está confirmada y la de 347 es probable. En total, se ha intervenido en menos de un 10% de estas localizaciones en 22 años.
Más retrasados que en Navarra o Castilla y León
“El número de exhumaciones es del todo insuficiente, porque además seguro que hay muchísimas más. En el Ebro, por ejemplo, hay muchísimas por marcar aún”, asegura Roger Heredia, presidente de la Asociación del Banco de ADN de Desaparecidos de la Guerra Civil. La entidad critica, por ejemplo, que el número de fosas intervenidas sea proporcionalmente mucho mayor en la Comunitat Valenciana, Navarra o incluso Castilla y León (donde gobierna la derecha desde hace décadas) que en Catalunya. “Sin hacer tanto ruido, allí se ha avanzado más que aquí”, sostiene Heredia.
La Generalitat se defiende alegando que la tipología de las fosas es diferente en Catalunya que en muchas otras partes de España. “En el resto del Estado nos encontramos con fosas de represión, porque el levantamiento militar ganó en el minuto uno. Cogieron a los líderes políticos y sindicales y los fusilaron, y están en los cementerios. La tradición oral recuerda que tal día ejecutaron a tales personas y dónde están. En Catalunya, zona de guerra, es otra historia”, afirma el director general Font.
Varias asociaciones critican además la metodología que ha seguido la Generalitat para exhumar las fosas. También lo hace el diputado del PSC Ferran Pedret, muy implicado en la lucha de los descendientes de las víctimas desaparecidas de la guerra para encontrar a sus familiares. “Catalunya se tiene que poner las pilas, porque necesitamos abrir fosas lo más rápido posible. En este sentido, la decisión de la Generalitat de encargar a una sola empresa los trabajos no ayuda a darles velocidad”, dice. Heredia está de acuerdo: “Es un error. Hace unos años se presentó al concurso un proyecto entre la Universitat de Barcelona y la Rovira i Virgili de Tarragona. Pero, además de las universidades, podrían activar a las diputaciones, a los consells comarcals… Tengo la sensación de que vamos al ralentí cuando podríamos ir en sexta y a fondo”.
La Generalitat también defiende en este caso su manera de actuar. “Al concurso se presenta quien quiere, pero técnicamente no podemos tener a cuatro empresas trabajando, o como hacen en otros puntos del Estado, a entidades, empresas, ayuntamientos... Es una cuestión operativa, y es responsabilidad de la Generalitat. Imagina que pasa como en el Mas de Santa Magdalena, y encuentras muchos más restos de los previstos. Pues el presupuesto no da. Las empresas tienen que tener capacidad de hacer este trabajo, que en muchos casos es ingente”, sostiene Font.
Identificaciones genéticas
El director general de Memoria Democrática afirma además que si en el resto de España exhuman a un ritmo mayor puede ser debido porque “en muchos casos no se están haciendo las identificaciones genéticas”, a diferencia de lo que sucede en Catalunya. “De todas las exhumaciones que estamos haciendo nosotros, siempre que sea posible sacamos un código genético, que después podemos utilizar para devolver los restos a sus familiares. Aunque a veces no se puede porque es imposible obtener una muestra de ADN de calidad”, añade. Se trata de una afirmación que también rebaten desde las asociaciones. “Usan métodos que no son los más actuales”, asegura Heredia.
En Catalunya, según fuentes de quienes están implicados en esas búsquedas, a principios de este 2022 hay 6.223 inscritos en el censo de personas desaparecidas; se han extraído muestras genéticas de 2.684 famliiares; se ha estudiado a 803 individuos y se han efectuado 61 identificaciones genéticas; se han recuperado 545 individuos (entre los 195 anteriores al Plan de Fosas de 2017 y los 350 posteriores); y en las exhumaciones, hasta septiembre de 2020, se habían rescatado 3.767 objetos.
Pese a los contratiempos sobrevenidos, las asociaciones no se rinden. En el caso de Pablo de la Torriente, por ejemplo, la entidad Amical de las Brigadas Internacionales de Catalunya (ABIC) recuerda que lo que es sabe seguro es que “sus restos embalsamados, a la espera del traslado a su Cuba natal, fueron retiradas del nicho provisional” que ocuparon en principio en el cementerio de Montjuïc. “Su caso no es el único. Tenemos conocimiento de que dos brigadistas italianos, Guido Picelli y Antonio Cerni, también están en algún lugar del cementerio, de momento no identificado”, dice Eduard Amoroux, presidente de la ABIC.
Homenaje pendiente a De la Torriente
Los dos italianos ya tienen una lápida que los recuerda en Montjuïc, y las autoridades de Parma participaron en un acto de homenaje el pasado octubre. “Nuestra asociación hará gestiones para colocar, de acuerdo con el consulado cubano, una en memoria de De la Torriente”, revela Amoroux. Serán unos honores provisionales, a la espera de que aparezcan los restos del periodista.
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