Análisis

Marine Le Pen o el espejo para la evolución de Santiago Abascal

Al día siguiente de anunciarse en Francia la barrera republicana para impedir en la segunda vuelta de las presidenciales la victoria de la ultraderecha, en Castilla y León el PP asume con Vox el gobierno bajo palio sin complejos

Archivo - El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin en León

Archivo - El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin en León / Secundino Pérez - Europa Press - Archivo

Ernesto Ekaizer

Ernesto Ekaizer

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En su discurso posterior al anuncio de los resultados electorales, el pasado domingo por la noche, la candidata ultraderechista a la presidencia de la Republica por el Reagrupación Nacional (RN, 23,4% de los votos), Marine Le Pen, subrayó los puntos con los que había golpeado a Emmanuel Macron (La República en Marcha, 27,6%) el final de su campaña: la crisis social, la fractura social, el objetivo del Estado protector, la unión nacional. Le Pen invitó a sus votantes a optar entre la división, la injusticia y el desorden impuestos por Macron y el reagrupamiento de los franceses en torno a la justicia social y de la protección. Ella es, según ya ha dicho varias veces, la “candidata del pueblo” frente a un “presidente mundialista o el presidente de los ricos”.

Por ello, señaló: “De vuestro voto depende el lugar que en nuestra sociedad queremos dar a las personas frente al poder del dinero. Pienso, por ejemplo, en la importancia que damos a la solidaridad con los más vulnerables, la posibilidad de derechos garantizados o el acceso a la jubilación con buena salud”.

Y, asimismo, echó la caña de pescar sobre el electorado de izquierda de Jean-Luc Melénchon (Unión Popular, 22%), un sector que quiere castigar a Macron. Y al que Melénchon, todavía, no ha lanzado la propuesta explícita de votar por el presidente incumbente.

Desdemonización

A partir del triunfo de Macron sobre Le Pen en la primera y segunda vuelta de las elecciones de 2017 (24% contra 21,3% y 66% contra 33,9, respectivamente), comienza lo que será una vuelta de tuerca sobre el proceso de lo que se llamó la 'desdiabolisation' o desdemonización iniciado con la sucesión de su padre, Jean Marie Le Pen, en enero de 2011, cuando su hija Marine obtuvo en las elecciones internas del entonces llamado Frente Nacional (FN) el 67% de los votos frente a su rival, Bruno Gollnish.

Tras su derrota de 2017, pues, el FN pasa a ser el Reagrupación Nacional (RN). Y enfatiza su discurso en la cuestión social y laboral. Al punto de que muchos confunden sus propuestas con planteamientos de izquierda cuando en realidad defiende una política neoliberal disfrazada de propuestas redistributivas o pseudokeynesianas.

Lecciones españolas

¿Qué lecciones puede arrojar la evolución de la ultraderecha de Marine Le Pen sobre la política española y, más precisamente, en el desarrollo de Vox?

24 horas después de que los partidos derrotados llamasen a votar por Macron o no dar un solo voto a Le Pen, España demostraba, una vez más, que es diferente. Este lunes, 11 de abril, tuvo lugar el acto de investidura, por así decir, de la coalición Partido Popular-Vox en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Una coalición que sustituye a la de PP-Ciudadanos.

Alberto Núñez Feijóo dio luz verde a esa coalición aunque ayer decidió hacer 'un Rajoy', es decir, no acudió al primer gobierno que se forma bajo su liderazgo. Quien quien fuera la promotora abierta de esa coalición, Isabel Díaz Ayuso, la madrina del pacto anunció que va a acudir a la toma de posesión del presidente Alfonso Fernández Mañueco el próximo 19 de abril.

“Que no nos importe lo que piense la izquierda de nuestros pactos”, declaró el 15 de febrero Isabel Díaz Ayuso. Y para quienes entendieron que ello se refería exclusivamente a Castilla y León, la presidenta madrileña aclaró el pasado 25 de marzo que no incurrió en un error, según se había interpretado, cuando declaró que ella misma gobierna con Vox. “No fue un lapsus, fue una declaración de intenciones”, precisó.

Domesticar a Vox

Feijóo apuesta por la domesticación de Vox. El partido de Santiago Abascal se mueve como pez en el agua en las principales instituciones, empezando por sus recursos de inconstitucionalidad y amparo en el Tribunal Constitucional.

La combinación de la repercusión mediática y jurisdiccional –a través de las acusaciones populares– multiplica por varias veces los 53 diputados que posee en el Congreso de los Diputados.

Y ahora ha entrado bajo palio en el Gobierno de Castilla y León después de haber contribuido a la gobernabilidad en Andalucía, y a condicionarla ahora al punto de que, probablemente, se precipiten elecciones autonómicas anticipadas en junio en dicha comunidad autónoma. Y, con ello, la posibilidad de una reedición del substitutismo de Ciudadanos, operación que ha tenido lugar en Castilla y León.

Peligro acechante

En el caso de Vox, a diferencia de la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, la desdemonización está impulsada desde fuera. Por el PP. ¿Qué significa si no eso el discurso de investidura de Fernández Mañueco, en el que ha consagrado la “generosidad” de su partido y de Vox al pactar el acuerdo de investidura, o su llamamiento a un Ejecutivo de coalición “sin complejos”, a lo Aznar, que va a trabajar como una “piña”? ¿O los cambalaches de la nueva ley de lucha contra la "violencia intrafamiliar" dirigida a crear nuevos derechos y proteger a las víctimas propuesta por Vox en paralelo a la ley de lucha contra la violencia de género, o de la "ley de la concordia" en competición con la de memoria histórica ya existente?

La política francesa, por su tradición, es una fuente en la que abreva la política europea. Sus dos grandes partidos, el socialista (1,7% de los votos) y el conservador, el antiguo partido gaullista de Chirac y Sarkozy (Los Republicanos, 4,8%) han sufrido una derrota histórica. Y la ultraderecha, dividida entre Marine Le Pen (23,4) y Eric Zemmour (7%), es un peligro.

Si el proceso de desdemonización de Vox y su orientación a usar un lenguaje "social" para revestir su programa ultraderechista de fondo a lo Trump progresan, ese peligro puede crecer en la España electoral que se avecina.

Suscríbete para seguir leyendo