Análisis

El PP, como el rosario de la aurora

Ayuso y Casado encaran una batalla sin cuartel tras el fracaso del plan del líder popular para frenar a la presidenta de Madrid

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso.

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. / Mariscal

Ernesto Ekaizer

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“Termine como termine, la batalla entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado va a hundir más al actual líder y al Partido Popular”, se comentaba ayer en ámbitos judiciales de Madrid. “Es 'too much': ¿cómo salir de una semana en la que has hecho el ridículo -antes y durante- con la aprobación de la reforma laboral, has sido la comadrona de Vox en Castilla y León y te enzarzas en una guerra abierta, con acusaciones de espionaje de por medio, con tu presidenta de la Comunidad de Madrid y rival en potencia?”, añadió la fuente.

Las prácticas de espionaje no son ajenas al PP. Teodoro García Egea ha justificado la investigación interna del contrato que habría beneficiado -sin pruebas- a Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta, para defender al PP de Madrid de cualquier posible corrupción. Ya María Dolores de Cospedal utilizó un argumento similar para vender sus reuniones, cuando era secretaria general del PP, con el comisario José Manuel Villarejo. “Yo tenía la obligación de recabar información”, explicó.

Pero antes, en 2009, la facción que representaban el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, su mano derecha, Manuel Cobo, y el consejero Alfredo Prada, fue objeto de espionaje por parte de una facción rival desde la Comunidad de Madrid. Un jurado popular absolvió a los seis acusados en el juicio oral, en febrero de 2019.

No obstante, el vicealcalde Cobo levantó la voz. “Es hora de decir la verdad, algunos pretenden que esto empiece a ser no 'El silencio de los corderos', sino el silencio de las gallinas, que callan en público y no dejan de cacarear en privado. Me colocaron una 'gestapillo'”, dijo, apuntando a Esperanza Aguirre. “Pero a mí no me van a 'gamonear'”, añadió en referencia a Sergio Gamón, el alto cargo de Aguirre que supuestamente montó el aparato de espionaje político a altos cargos del PP en Madrid.

Esa alusión irónica a la policía secreta del Estado durante el régimen nazi en la Alemania de Hitler, la Gestapo, le costó a Cobo -que tenía el aval de Ruiz Gallardón para atacar verbalmente- una suspensión de militancia durante un año, aunque, finalmente, se le redujo a diez meses.

Los rivales de aquella lucha fratricida fueron Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Mariano Rajoy pretendió evitar aquella deriva entre Ruiz-Gallardón y Aguirre en 2006 con la frase en la que evocaba a Álvaro Figueroa y Torres, conde de Romanones: ¡Joder, qué tropa..!

Aguirre y Ruiz-Gallardón vuelven a escena

Pero los enfrentamientos, como se vería con el espionaje posterior, fueron a más. Y mira por dónde, Aguirre y Ruiz-Gallardón han resucitado estos días en la batalla que protagonizan Casado y Díaz Ayuso. Y ambos parecen estar, ahora, en el mismo barco.

Fue Aguirre la que ya en septiembre pasado -fechas en las que Casado llamó a su despacho genovés de Madrid a la presidenta de la Comunidad de Madrid para mostrarle la punta del ovillo del 'dossier Tomás Díaz Ayuso'- saltó al ruedo para denunciar a los “chiquilicuatres” genoveses. “Ponerle trabas a Ayuso es ayudar a Pedro Sánchez”, dijo. Y volvió este miércoles pasado a los chiquilicuatres en un programa de televisión vespertino. “Haberlos, haylos” dijo.

La réplica de García Egea en septiembre pasado estuvo a la altura del ataque de Aguirre, y ahora retrospectivamente, se puede encajar en el puzle. Porque en esas fechas, el asunto del contrato del hermano de Díaz Ayuso estaba sobre la mesa de Casado y García Egea. “Coincido -declaró tras una reunión del comité de dirección del PP- con Aguirre en que lo que destrozó al PP de Madrid fue la corrupción y es algo que nosotros jamás vamos a permitir”. García Egea sabía, pues, hacia dónde se dirigía.

Por su parte, Ruiz-Gallardón fue quien advirtió en diciembre pasado al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, sobre la contratación de detectives para investigar a Díaz Ayuso y su familia. Sin embargo, la batalla en curso no puede difuminarse con aquel reparto de territorios, por así decir, que pactaron Aguirre y Gallardón, ante Rajoy-Poncio Pilatos.

Porque lo que se juega es quién se hace con la máquina genovesa. El 'plan a' de Casado era usar una victoria abrumadora en Castilla y León, seguida de una anticipación electoral en Andalucía, para frenar las aspiraciones de Díaz Ayuso. Fracasado el envite, ambos bandos han salido a una batalla desesperada. Cuerpo a cuerpo. Sin cuartel.

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