El tablero catalán
La derecha catalanista se rebautizará en enero
Àngels Chacón intentará por enésima vez unificar el espacio posconvergente sin fijar la independencia como condición
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Convergència aguantó unida 42 años. A partir de ahí, el proceso de fragmentación y refundaciones ha vivido en constante aceleración. El próximo mes de enero se presentará en sociedad un nuevo intento de reflotar y reunificar al centroderecha soberanista. Bajo el impulso del PDECat (el partido sucesor de CDC) y el liderazgo de la 'exconsellera' Àngels Chacón, se lanzará un nuevo partido que intentará reanimar a un espacio político actualmente bajo mínimos.
Tal como avanzó EL PERIÓDICO, la nueva formación no será una suma de partidos, pero tratará de nutrirse de los actuales militantes del PDECat --que seguirá vivo pero solo formalmente-- y de otros partidos todavía más residuales como Lliures, la Lliga Democràtica y Convergents, así como el Partit Nacionalista de Catalunya. Cada una de estas marcas ha intentado, obviamente sin éxito, tomar el testigo de Convergència.
Pero es evidente que, en la actualidad, los históricos votantes convergentes han emigrado a caladeros como Junts per Catalunya, ERC, el PSC o la abstención. Es de sobras conocido en este espacio que el constante cambio de nombre y de alianzas (de CDC al PDECat, pasando por Democràcia i Llibertat, Junts pel Sí, Junts per Catalunya, etc) ha desorientado a los militantes. Además, el PDECat ha quedado fuera del Parlament y solo dispone de cuatro diputados en el Congreso y, sí, de un relevante poder municipalista, asediado por los excompañeros de viaje que ahora se agrupan en JxCat bajo la figura del 'expresident' Carles Puigdemont.
Al centro y a la derecha
El nuevo partido intentará centrar su mensaje en lo que une a todos estos grupúsculos: el centro y la derecha ideológicos. Es decir, el rechazo a las políticas progresistas, el apoyo a la iniciativa privada en educación y sanidad, la defensa de los intereses empresariales y un planteamiento crítico con ciertos postulados ecologistas. Chacón desgranó el programa de la futura organización en una conferencia el pasado noviembre, en la que las principales caras públicas procedían de la antigua Convergència y del mundo de la empresa.
La nueva formación se nutrirá de militantes del PDECat, Lliures, Lliga Democràtica y Convergents
En cuanto a la cuestión soberanista, el mínimo común denominador entre estos sectores será el de no renunciar a las máximas cotas de autogobierno para Catalunya. Un planteamiento suficientemente abierto como para abrazar, al mismo tiempo, a ciudadanos claramente contrarios a la independencia, como es el caso del dirigente de Lliures y 'exconseller' Antoni Fernández Teixidó, y a independentistas que no han dejado de serlo formalmente, como la propia Chacón. La 'exconsellera', sin embargo, dejó también abierta la puerta a una reforma constitucional que aumente las cotas de autogobierno catalanas como alternativa a la secesión.
A la hora de concurrir en las elecciones, esta nueva marca podría aprovechar los derechos electorales del PDECat, cosa que le permitiría disponer de espacios gratuitos de propaganda electoral. Ello obligaría a la formación a concurrir legalmente en forma de coalición con el PDECat. Un extremo que todavía no está cerrado.
Pascal como síntoma
El gran reto de este espacio es, sencillamente, la supervivencia. El grado de atomización y personalismos que vive la posconvergencia no ha parado de crecer. Uno de los ejemplos es el de Marta Pascal. En cuatro años ha liderado las juventudes convergentes (asumiendo, por tanto, el soberanismo pactista), ha dirigido la posconvergencia de la mano de Puigdemont y Artur Mas, ha acompañado a los líderes del 'procés' en el camino hacia el referéndum y la proclamación de la independencia (manifestando su oposición interna en determinados momentos), ha sido defenestrada por Puigdemont, ha fundado un nuevo partido (que obtuvo un resultado irrisorio con un discurso muy crítico del unilateralismo que practicó), y ahora rechazar formar parte de un intento de reagrupación posconvergente.
Quizá por este motivo, la intención del nuevo actor político es evitar aparecer asociado a determinados nombres propios --salvo el de Àngels Chacón--, en busca, por enésima ocasión, de la supervivencia.
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