La estrategia del 'expresident' siete años después de su confesión
El dinero en Andorra: Pujol o el escudo católico de la culpa
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
Recluido voluntariamente en un discreto y pequeño despacho de la calle Calabria de Barcelona, el 'expresident' Jordi Pujol vive discretamente el séptimo aniversario de la confesión que removió los cimientos del catalanismo y del conjunto de la política catalana. La confesión de haber ocultado durante decenios dinero en Andorra que evidentemente no tributó. Dinero, según la familia, procedente de una 'deixa' del padre del 'expresident'. Pujol encara el juicio inminente bajo una concepción moral católica de la culpa.
Sí, Pujol se aplica a sí mismo una culpabilización que le lleva a asumir la responsabilidad del caso aunque pueda considerar que no sea responsable del grueso del mismo por acción. Pero quizás sí por omisión. Por no haberlo evitado. Evitarlo, esta es la cuestión que sobrevuela siempre sobre este escándalo. El primogénito de Pujol, que lleva su mismo nombre, está en boca de todos. Pero por el momento el patriarca no cambiará de estrategia y cargará sobre sus espaldas el grueso de la estafa. No sin trazar también una estrategia lenta y progresiva de intento de recuperación de su imagen pública.
La culpa y el entorno
En efecto, un personaje poliédrico como Pujol es capaz de aunar una actitud vital de encierro en sí mismo, pena, e incluso deseo de no vivir muchos más años, con una firme determinación -apoyada por personas de confianza- por mantener viva la dignidad de su figura. A eso ayuda que cuando el 'expresident' (23 años en el cargo, fundador de un partido clave como Convergència, forjador de Banca Catalana, figura clave del antifranquismo, padre moral y ético de toda una generación...hasta su confesión) se desplaza por ejemplo a Montserrat para ir a misa, se le ofrezca asiento en primera fila -y prefiera un lugar mucho más discreto- y decenas de personas se hagan 'selfies' con él. Siguen existiendo almuerzos discretos, visitas a empresas, visitas a Pujol en su despacho...y un reciente libro-entrevista con Vicenç Villatoro ("Entre el dolor i l'esperança" -entre el dolor y la esperanza-) en el que, como reza el título, mantiene viva una cierta llama de optimismo sobre el futuro de Catalunya, del catalanismo... Es, en cierto modo, una manera de reivindicarse a sí mismo y a su obra de gobierno frente a una actualidad política que dice seguir poco pero que conoce bien y que le disgusta.
Le disgusta porque no halla una ubicación clara en el mapa de los actuales partidos, porque no comparte en ningún modo los hechos clave del 2017, porque está convencido de que no habrá independencia en breve y menos por la vía de la confrontación y la ruptura...
Así, pues, y mientras su hijo Oriol ya ha cumplido la totalidad de la condena por corrupción en el caso ITV que le llevó a pasar tres meses en la cárcel tras aceptar los hechos en un pacto judicial, Pujol padre espera con la culpa y la esperanza bajo el brazo, retirándose voluntariamente de los focos pero dejándose querer en una sigilosa estrategia de recuperación.
De una confesión a un tsunami
La confesión de Pujol llegó un viernes de verano a las redacciones de los medios de comunicación en forma de escueto comunicado inculpatorio. Desde entonces, el caso no ha parado de crecer en todas las dimensiones: judicial, política y también institucional.
En su escrito de acusación, el fiscal apunta contra toda la familia Pujol -su esposa, Marta Ferrusola, ha quedado recientemente eximida debido a su estado de salud, dado que sufre una demencia- describe conductas delictivas desde, al menos, 1990: no se cree la versión del legado con la que la familia argumenta su patrimonio millonario, y afirma que se está ante una "red de clientelismo". Desde 2008 hasta entonces en las cuentas bancarias y depósitos financieros de los Pujol se produjo un movimiento por el que de 106.796 euros se llegó hasta los 12,2 millones, con salidas superiores a las entradas de efectivo. Sobre el primogénito del matrimonio Pujol-Ferrusola se centran las pesquisas sobre cómo se beneficiaba de adjudicaciones públicas mediante empresas ficticias. Se detallan cuentas en Andorra y fundaciones para ocultar al fisco el dinero.
Todo un partido, dinamitado
Políticamente, el 'caso' fue el motivo principal que obligó a Convergència a dinamitarse para tratar de superar el descrédito. Fundada por el propio Pujol, la marca fue repudiada y la familia apartada. Se creó el PDECat, que tampoco ha tenido una vida exitosa. Parte de la herencia convergente sobrevive hoy bajo el paraguas de Junts.
Socialmente, el caso ha generado un cuestionamiento de la estrategia del "peix al cove" de Pujol como método para aumentar el autogobierno. Y las lecciones éticas y morales del que fuera líder indiscutido del catalanismo han generado un efecto bumerán sobre su figura. Los más fieles a su trayectoria han mantenido el apoyo a Pujol trazando un plan discreto para resarcirle ante la opinión pública.
Las cloacas
El caso Pujol tambíen ha servido para constatar la existencia, también, de indicios de actuación de las llamadas "cloacas del Estado" para, entre otras actuaciones, lograr la información sobre las cuentas de los Pujol en Andorra mediante una presión directa sobre los bancos andorranos por parte de personajes oscuros. El soberanismo sostiene que el caso sale a la luz una vez el catalanismo opta por la vía independentista y el Estado requiere de instrumentos para desacreditarlo. Pujol, al respecto, siempre responde que al Estado no le servirá atacarle para desactivar el 'proces' porque este va más allá de la figura y trayectoria de cualquier político.
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