CONCENTRACIÓN
El soberanismo inaugura el ciclo de protestas contra el juicio del 'procés'
Lazos amarillos, ‘estelades’ y retratos de los rostros de los acusados en alto llenaron este martes la plaza de Catalunya de Barcelona. Partidos y entidades soberanistas se conjuraron para clamar al unísono contra el arranque de la vista en el Tribunal Supremo. Unas sesiones judiciales que unas 6.000 personas, según cifras de la Guardia Urbana, tacharon de "juicio político enmarcado en una causa general".
Nadie se saltó el guion. Nadie aprovechó el altavoz para ensalzar lo que les divide. De hecho, reivindicaron eso mismo: sus diferencias. Entonaron un relato consensuado y leído a modo coral entre miembros del Govern (Elsa Artadi y Pere Aragonès), de los 'comuns' (Gerardo Pisarello), de la CUP (Maria Sirvent), de la ANC (Elisenda Paluzie) y Òmnium Cultural (Marcel Mauri), así como representantes de la sociedad civil. Por poner un ejemplo, si bien Pisarello se quedó con la parte destinada a dejar claro que se conjuran "independentistas y no independentistas", Sirvent atizó la "movilización permanente". Cada cuál con lo suyo, pero ni así se ahorraron reiterados gritos del público pidiendo "unidad".
El discurso se centró en una denuncia de la "vulneración de derechos civiles, sociales y políticos" que "afecta a toda la sociedad", no solo a los que deberán sentarse tres días a la semana en el banquillo. Exigieron su "absolución", el "libre retorno" de los desplazados a Europa y desdeñaron cualquier condena porque a sus ojos el alto tribunal "no parte de la mínima legitimidad necesaria". "Se han sacado de la manga una rebelión violenta que no ha existido nunca", enfatizaron, entre proclamas como "1 de octubre ni olvido de ni perdón". También corearon llamamientos a favor de la huelga general prevista para el próximo 21 de febrero. "Llamamos a llenar y desbordar las calles", urdieron.
Y aseguraron que la sentencia está escrita: "Unas instituciones judiciales politizadas quieran llevar a cabo un castigo ejemplar decidido por adelantado para que nadie se atreva de nuevo a ensayar vías políticas y democráticas que pongan a debate cuestiones que determinadas elites políticas, económicas o judiciales, puedan considerar fuera de la ley", leyó el 'vicepresident'.
Cerca de la zona, la Guardia Urbana detuvo a dos personas por atentado a agentes de la autoridad tras haber causado disturbios.
Los CDR, a la suya
La jornada terminó con un acto que se repitió en las capitales de las veguerías, una descentralización que ya se vivió cuando convocaron a los trabajadores a manifestarse a las 12 horas a las puertas de sus centros de trabajo.
Pero los Comités de Defensa de la República (CDR) volvieron a marcar perfil propio. Ficharon pronto. De madrugada, cortaron el tráfico de la AP-7 en puntos de Girona y Barcelona, el eje transversal C-25 y algunas avenidas del centro de la capital catalana.
Cerca de las 12 horas, se conjuraron a las puertas de la Fiscalía Superior de Catalunya y protagonizaron una sentada que obligó a los Mossos d'Esquadra a retirar uno a uno a los manifestantes de la calzada. El último desalojado fue el diputado de la CUP, Carles Riera, a quien sacaron cogido de pies y manos entre cuatro uniformados. A través de las redes sociales volvieron a exigir la dimisión del 'conseller' de Interior, Miquel Buch, por la intervención policial.
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