Las armas de Casado para aplacar el conflicto catalán

El popular propondrá al Congreso la inclusión en el Código Penal de los delitos de "sedición impropia" y "convocatoria ilegal de referéndum"

Júlia Regué / Pilar Santos

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Pablo Casado está dispuesto a usar todas sus armas para noquear cualquier maniobra del independentismo que implique un descarrilamiento de la legalidad. Su discurso contra el desafío soberanista se endurece a cada comparecencia, después de cosechar el apoyo de su partido y constatar que sus alegatos funcionan entre los electores azules. Más aún como arma de seducción para recuperar votos fugados a Ciudadanos.

El sucesor de Mariano Rajoy no esconde su voluntad de responder con mano dura al desafío soberanista. Tras la primera reunión del nuevo comité ejecutivo, anunció que su primera iniciativa parlamentaria será promover en el Congreso un endurecimiento del Código Penal para incorporar los delitos de "sedición impropia" y de "convocatoria ilegal de referéndums" para castigar posibles aventuras de los secesionistas. Emuló sus ideas con las aplicadas bajo el plan Ibarretxe y reclamó la preparación inmediata de "mecanismos de defensa" para que no se doblegue la ley, augurando un otoño convulso en Catalunya.

Y es que Casado llegó a poner a disposición del Ejecutivo encabezado por Pedro Sánchez la mayoría popular en la Cámara alta para aplicar de nuevo el artículo 155. "Si [los independentistas] intentan planear de nuevo la construcción de estructuras de Estado, como el Diplocat, habrá que recordar al Gobierno que el PP tiene mayoría en el Senado y que puede volver a hacer cumplir la Constitución", esgrimió, aupado por su nuevo equipo de confianza.

No censuró sus recurrentes críticas a Sánchez por haber iniciado el diálogo con la Generalitat. "Sus reuniones y paseos con Torra me recuerdan a los de José Luis Rodríguez Zapatero con Artur Mas, que condujeron al pacto del Tinell y al cordón sanitario", apostilló.

Revivir el PPC

El ya coronado presidente del PP aterrizó en Catalunya dispuesto a "recuperar la concordia, la convivencia y el respeto a la ley" y a arropar un PPC muy dañado después de la debacle electoral del 21-D. La elección de Barcelona como albergue para la celebración de su primer comité ejecutivo nacional fue minuciosamente ideada para evidenciar su implicación. Casado se vuelca en agradar a los catalanes y en diseñar una receta que le preserve el apoyo incondicional que recogió en la comunidad autónoma durante los comicios populares.

Por eso se obceca en conseguir que el partido catalán levante cabeza. "El PPC tiene que ser la vanguardia en el desafío del proceso independentista ante la inacción del Gobierno de España", entonó en rueda de prensa, y señaló que los azules "han vuelto a Catalunya para quedarse" decididos a abanderar la "ola ciudadana que el 8 de octubre llenó las calles para pedir libertad". Se refirió así a la manifestación orquestada por Societat Civil Catalana, una oración dirigida a disputarse con Ciudadanos los votantes que se abalanzaron al centro de Barcelona durante esta marcha en favor de la unidad de España.

El presidente popular también apostó por trazar una estrategia conjunta de los constitucionalistas para asegurarse los consistorios en los que gobiernan en las próximas elecciones municipales. No dio más detalles de ello, pero se alegró de que Xavier García Albiol pretenda volver a alzar la vara badalonesa. Y es que la decisión de centrarse en Badalona e ir abandonando poco a poco su liderazgo en el PPC y en el Parlament se tomó de forma "colegiada y consensuada".

Los populares catalanes preparan una "transición tranquila" para evitar que la lucha por el poder desate una nueva guerra interna. En las quinielas ya se apuesta por un duelo entre la exministra Dolors Montserrat, nombrada portavoz del partido en el Congreso, y entre el dirigente provincial y diputado en la Cámara catalana, Alejandro Fernández. Por el momento, la disputa se aparcará hasta pasadas las municipales.