La (cínica) doble vara

Cuando a mediados de marzo se supo que Pedro Sánchez se había reunido con Oriol Junqueras Pedro SánchezOriol Junquerasse armó la del pulpo. En el PP expresaron su “preocupación” por que el líder del PSOE hubiese compartido mesa y mantel con un peligroso secesionista mientras que en las baronías socialistas se encargaron de recordar a su secretario general que a los de ERC ni agua. Junqueras no es menos peligroso para la sacrosanta unidad de la patria española de lo que puedan serlo el tàndem Tardà-Rufián a quienes cuatro meses después Mariano Rajoy ha invitado a tomar café en La Moncloa (aunque sin querer el presidente acabase derramándolo por la noble alfombra). Esta vez, nadie ni en el PP ni en el PSOE se ha escandalizado. Seguramente porque reuniones de este tipo no deberían tener nada de excepcional. Lo único que ha pasado desde ese discreto almuerzo del 15 de marzo entre Sánchez y el líder de ERC y la conversación entre Rajoy y los diputados republicanos (en la que se habló del ‘Fernándezgate’ pero también del Tour) es que de por medio ha habido unas elecciones. Y que tras el resultado de estos segundos comicios, el PP necesita mostrar su cara más amable mientras que Sánchez lo tiene complicado -si no imposible- para intentar una alternativa a un gobierno del PP.                                                                                                                                                                                                                                                                   

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Tal es la paradoja, que los republicanos, además de visitar las estancias palaciegas de Rajoy, se han reunido ya en dos ocasiones con los populares para hablar de cómo se configurará la próxima Mesa del Congreso y cómo se repartirán los grupos en el hemiciclo. Los diputados catalanes tuvieron buena relación con Jesús Posada como presidente de la Cámara y no les importaría que repitiera. Entre los nombres que baraja el PP están también el de José Manuel Margallo y el de Ana Pastor. En resumen, los republicanos tienen más contacto con el Hernando del PP que con el del PSOE, del que no tienen noticias desde antes del 26-J. Los socialistas ni tan solo han descolgado el teléfono para buscar apoyos entre los grupos catalanes que les permitan asegurar que Patxi López pueda repetir como presidente del Congreso. A la hora de pedir ayuda prefieren pedírsela a Ciudadanos. No parece que sea la mejor manera de explorar posibles alianzas alternativas si Rajoy fracasa en su intento de ser presidente con su programa y sin concesiones de calado. Presidente a lo L’Óreal, porque él lo vale y punto.    

IMAGEN MÁS CONCILIADORA

¿Acaso el PP ha decidido cambiar su respuesta a las anhelos de republicanos y convergentes? No, como se ha encargado de recordar Maria Dolores de Cospedal este jueves para calmar a esa parte de la opinión publicada que no se escandaliza ni por el ‘Fernándezgate’. A tenor de lo que interpretan sus interlocutores, lo que pretenden los populares es ofrecer una imagen más conciliadora pese a que a la práctica no se concrete en medidas distintas a las de su programa, como ha quedado demostrado en el documento que ha entregado esta semana al resto de formaciones.                                                                                                                                        

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Sin llegar a hablar catalán en la intimidad está dispuesto a que Convergència disponga de grupo parlamentario propio pese a que podría evitarlo. Confía en que si el PP sigue en el poder y habida cuenta de los equilibrios que tendrá que hacer para sobrevivir en el Congreso, Francesc Homs les pueda echar un cable con las medidas económicas. Con lo que no cuentan es que la nueva CDC -se acabe llamando como se acabe llamando-,  no es solo la de Mas y Homs. Es probable que en el PP pronto echen de menos a Josep Antoni Duran Lleida y descubran a Marta Pascal. Al tiempo.