ELECCIONES GENERALES

De los pactos al mando a distancia

Mariano Rajoy ,con Bertin Osborne, en el programa 'En tu casa o en la mía' de TVE

Mariano Rajoy ,con Bertin Osborne, en el programa 'En tu casa o en la mía' de TVE / periodico

GEMMA ROBLES / MADRID

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Quince días para saber o para comenzar a hacer cálculos sobre quién será el próximo presidente de España. Huele a negociaciones (navideñas y precipitadas) para tratar de amarrar una futura investidura, si se confirma el aviso del CIS de que se acabaron las mayorías absolutas.

¿Proseguirá Mariano Rajoy como inquilino en La Moncloa?; ¿logrará el socialista Pedro Sánchez darle la vuelta a los sondeos y distanciarse de Ciudadanos?; ¿pasará Albert Rivera de ser quién tenga la llave de la gobernabilidad a quien abra directamente la puertas del poder?; ¿tendrá razón Pablo Iglesias en reclamar fe en la remontada a aquellos a los que un día prometió asaltar el cielo de la política?.

¿Logrará Alberto Garzón alargar la vida de IU?; ¿y Andrés Herzog en UPyD?, ¿conseguirá sortear la profecía de la desaparición que un día le lanzaron quienes no entendieron la negativa a aliarse con C’s?. Las respuestas a estas y otras preguntas serán depositadas el próximo 20 de diciembre en las urnas de unas elecciones que, dicen los expertos demoscópicos, se preven masivas en participación.

LOS AVISOS DE LOS SONDEOS

Hasta que llegue el día elegido, hay que conformarse con los sondeos: el último, el mencionado del Centro de Investigaciones Sociológicas, que apunta que el PP tendrá una amplia ventaja sobre sus competidores, con el 28,6% de los votos y entre 120 y 128 escaños. Detrás estaría un frágil PSOE que, según el estudio, no lograría frenar su caída y pasaría a una horquilla que oscilará entre los 89 y 77 escaños, con el 20,8% de los sufragios.                                            

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Seg\u00fan el CIS,\u00a0","text":"el PP parte de una amplia ventaja sobre sus competidores"}}Ciudadanos, de la mano de Rivera, parece seguir conquistando terreno sin descanso y se coloca ya muy cerca de los socialistas, con una estimación de entre 63 y 66 diputados  y un 19% de apoyos, lo que le da posibilidades ciertas de disputar, al menos, la medalla de plata. Mientras que Podemos, la gran sorpresa de la legislatura, se haría con unos 11 asientos en el Congreso, a lo que habría que sumar los que arañarían sus socios en Catalunya, Valencia y Galicia, llegando a una suma de entre 45 y 49 escaños.

Con estos datos sobre la mesa, todo es posible. Hay partido. Hay campaña. Habrá negociaciones con turrón tras el 20-D, pero todavía hay margen para corrimientos de votos. Los adictos a la política por naturaleza o por coyuntura histórica deben estar atentos a los mítines. Y a sus pantallas porque sí, esta vez es así, una parte del voto puede decidirse a golpe de mando a distancia o de impresión causada por el candidato de turno en una entrevista pintoresca o en un debate. O eso, al menos, es lo que aseveran los equipos de campaña.                                                                                                               

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 No a todos los candidatos de estas reñidas elecciones les ha resultado tan sencillo compaginar los atriles y los platós. Los momentos solemnes con los más frívolos. Los pactos de Estado y de precampaña en materias tan relevantes como terrorismo o integridad territorial con la omnipresencia televisual. Pero parece que la nueva política lo integra todo. Lo demanda todo. Lo exige todo.

Sin embargo a algunos aspirantes como Rajoy, no tanto por edad como por carácter, les cueste más que al resto buscar la cercanía con una masa de posibles electores que, atención, llega a unos niveles de indecisión el primer día de campaña que roza el 42 por ciento, según el CIS.

PASAR DEL USTED AL TUTEO

Hace ya muchos años, tantos como han transcurrido desde que Mariano Rajoy perdió las elecciones de 2004 y pasó a la oposición, una compañera de la prensa le preguntó al jefe de los populares en un corrillo, por aquello de la obligada cortesía, si prefería que se refiera a él de 'tú' o de 'usted'.

"De usted, pero bueno… no sé, como quieran, pero es lo normal en estos casos, ¿eh?”,  respondió con timidez quien por aquel entonces apenas había tenido tiempo de asumir su trasiego de la todopoderosa vicepresidencia de un Gobierno a ser, únicamente -o ni más ni menos, depende de la ambición de cada cual–, presidente del PP.

Educación tradicional. Mantener las distancias. Aumentar esas distancias si de periodistas se trata. El 'como se ha hecho siempre'. Ese es el Rajoy que lleva décadas moviéndose en política en esos parámetros y presumiendo, sin matices, de ser “un señor de provincias”

Pero desde el 'bajón' del PP en las municipales del pasado mayo se está afanando en ser Mariano. Con tuteo. Con desgaste del nombre de pila. Con confesiones en el sofá de Bertín Osborne retransmitidas (con gran éxito de audiencia, todo hay que decirlo) en la televisión pública. Con más comparecencias en los últimos siete meses que en toda una legislatura que ya termina, la décima de la democracia, la suya.

LAS ASPIRACIONES DE LOS CANDIDATOS

Ahora Mariano Rajoy quiere volver a ser presidente. Así que como sus adversarios, ha elegido pegar virtualmente carteles. Pedro Sánchez, por su parte, aspira a consolidarse como alternativa y a que los vaticinios del último CIS sean sólo una vaga pesadilla. Albert Rivera, por su lado, insiste en que no se pone límites, mientras Pablo Iglesias sueña con convencer en el 'sprint'.

La campaña del 20-D, la de los temas solemnes de grandes pactos y el mando a distancia, arranca. Los candidatos piensan en sobrevivir a las jornadas mitineras y en resultar agradables ante las cámaras. Y en las inevitables cábalas que vendrán el día 21 para formar gobierno o digerir crisis internas. Pero eso ya es otra crónica.