¿Llegó el choque de trenes?

JOAN TAPIA

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'Maquinaria en marcha'. Así abría ayer la portada de este diario. ¿Maquinaria para un choque entre dos gobiernos? ¿Para un conflicto entre dos legitimidades? ¿Qué gana con todo esto el ciudadano?

El 'president' Artur Mas montó el sábado con pompa una especie de auto sacramental en la Generalitat. Incluso supimos que llevaba el traje de la boda de su hija y que -¡atención!- había dormido en Palau (aunque preguntado en TV-3 dijo no saber la razón). Y firmó al amparo de la ley de consultas no referendarias la convocatoria de una consulta sobre la independencia (un referéndum como la copa de un pino). Sabe que no se va a celebrar porque, al contrario que en Escocia, no ha sido pactada y el Constitucional la tumbará. No importa, con mayoría amplia (pero que no llega a los dos tercios precisos para la reforma estatutaria) quiere plantar cara al Estado... un ratito... porque la desobediencia civil de Martin Luther King era de ciudadanos que exigían un derecho, no de las instituciones contra el Estado. En Catalunya ya votamos (desde 1977) y nunca ha ganado el independentismo.

¿Es el acto del sábado el arranque de campaña de unas elecciones plebiscitarias anticipadas para que gane -se vio en el 2012 que eso nunca se sabe- una lista independentista con el viento a favor de la crisis y la indignación por una estulta sentencia (rompió el pacto del Parlamento catalán con el español) dictada con cuatro años de retraso y abundancia de malos modos? Quizás. Y al final las elecciones son democracia. Pero, ¿es lo más inteligente iniciar un camino largo que divide a la sociedad, complicado (la vinculación a la UE se tambalearía) e incierto (a tenor de lo ocurrido en Escocia)?

LAS RAÍCES DEL VENDAVAL

Lo lógico sería intentar pactar los problemas inmediatos porque -repito lo de Keynes- "a largo plazo, todos muertos". El 'conseller' Andreu Mas-Collell acaba de decir que para el 2015 le faltan 3.000 millones. La deuda de la Generalitat es de 60.000 millones, el Estado español es el único banquero y los mercados financieros no están para bollos.

Pero el vendaval independentista tiene sus raíces en el incumplimiento del pacto estatutario. En la agresión de muchos medios españoles (no solo de la derecha) cuando se exige una mejor financiación, con el latiguillo de la igualdad de todos los españoles (los vascos y navarros no deben serlo). En el 'olvido' del pacto de financiación Zapatero-Montilla. Y tres años después de ganar las elecciones, Mariano Rajoy no ha hecho el más mínimo gesto. Salvo hacer ministro a José Ignacio Wert para «españolizar a los niños catalanes», a Cristóbal Montoro para confundir 'caso Pujol' y catalanismo, y a José Manuel García-Margallo para sugerir la abolición de la autonomía. Y ahora afronta con la frialdad de un registrador y un golpe de Constitución las demandas de muchos catalanes. La ley es la ley, pero no hay que momificarla. Se vio con los desahucios.

El PP perdió el norte al hacer una cruzada contra el EstatutMas le ha seguido al querer aprovechar la onda independentista y Rajoy no ha aprovechado sus tres años de gobierno para tender ningún puente. ¿Se ha perdido completamente el 'seny'? Espero que no y que aquí el santo temor al choque de trenes (David frente a Goliat es cosa de la Biblia) y allí la conciencia de que la democracia no permite gobernar contra la mayoría, hagan usar el freno. No es el momento de grandes soluciones como la separación (si lo es) o la reforma constitucional. Lo conveniente ahora es pactar un arreglo pragmático que soluciones problemas y haga retroceder la desafección. En Escocia, al final, se opta por la tercera vía y las subdivisiones de estados de la UE son muy peliagudas. Lo urgente es evitar el choque de trenes.