LAS CONSECUENCIAS DE LA DECLARACIÓN

Urdangarin, a los pies de los caballos

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Es posible que lo ocurrido el sábado en la sala de vistas F del segundo piso de los juzgados de Palma pertenezca a un mundo irreal. Tan irreal como el atrevimiento de Miquel Roca al asegurar, en la euforia de los vestuarios pospartido, que todo había ido de maravilla como si su patrocinada hubiese hablado. Y mucho. Como si lo hubiera contado todo, vamos. Y no, la infanta apenas habló aunque de sus silencios, evasivas y monosílabos todo el mundo extrajo idéntica conclusión, que, tal y como declaraba la televisiva Paloma García Pelayo a este diario el sábado, puede traer cola en el matrimonio y en la familia real: Cristina ha dejado a su esposo a los pies de los caballos.

Probablemente, la esposa del exbalonmanista será exonerada de responsabilidad en Aizoon, pero todas las fuentes jurídicas consultadas ayer en Palma aseguraban que Urdangarin se enfrentará a una elevadísima condena y a un duro juicio, donde hará el papel de culpable «con mala suerte»«No es que le haya incriminado directamente», explicaron esas mismas fuentes, «pero lo ha dejado muy tocado, por no decir hundido, puesto que si Iñaki Urdangarin es el responsable de todo lo que pasaba en Aizoon, tal y como su esposa reiteró una y mil veces el sábado, también será el responsable de los delitos allí cometidos».

La manera de lanzar balones fuera, el rosario de fórmulas, sinónimos y respuestas para decir «no sé» desplegado por la infanta frente al juez Castro y, sobre todo, la señalización de su esposo, del que estaba, está, locamente enamorada, hace que muchos expertos crean que «no hay caso». Para Cristina. «El Código Penal», comentó ayer a EL PERIÓDICO el abogado Llorenç Salvá, del bufete Buades, «no castiga si conoces o no la procedencia ilícita de un dinero, al igual que puedes saber que tu marido es un narcotraficante, pero tú no serlo. A efectos penales, lo que se persigue es que el imputado haya participado activamente, queriendo y conociendo que aquello que hacía era delictivo». Salvá está convencido de que, al final, todo acabará «con una responsabilidad civil para ella, pero no penal».

«Una madre trabajadora»

El veterano letrado Rafael Perera señalaba ayer en el Diario de Mallorca que el gran error de la infanta, de la Casa del Rey, de sus abogados y asesores fue «esa grave falta de reflejos al no disuadir a Cristina de que declarase a las primeras de cambio, de inmediato, tras la primera imputación, sin discutir, de motu propio».

La sensación de que, en cierto modo, la infanta vive en la ignorancia ha calado profundamente en aquellos que vivieron intensamente el interrogatorio del sábado en la avenida de Alemania. Y, en ese sentido, sus abogados trataron de demostrarle al juez, con determinadas preguntas, buena parte de su ignorancia. Por ejemplo, cuando Dolores Ripoll, abogada del Estado, le preguntó sus conocimientos sobre materia de legislación fiscal y Cristina aseguró no saber qué era el programa PADRE, el sistema más usado para hacerse uno mismo las declaraciones de IRPF. O cuando, a preguntas de Silva, relató su día a día y dijo ser «una madre trabajadora», con varios hijos de corta edad cuya educación debía de compatibilizar con los cien actos institucionales que hace al año y su trabajo en La Caixa. Por tanto, nada sabía del complejo entramado de negocios de su esposo.

De ahí que muchos de los presentes en los juzgados llegasen a la conclusión de que Cristina de Bordón es lo que es, es decir, una infanta de España, acostumbrada a  ver una placa de inauguración para correr su cortinita o una niña sonriente con un ramo de flores para agasajarla.

«Si todas las personas tan ignorantes como se proclama Cristina de Borbón son inocentes, habría que vaciar las cárceles españolas y absolver a los platós de telebasura», escribía ayer, con su acidez habitual, Matías Vallés.