Cita en la Casa Blanca

Ni recesión ni secesión

Rajoy se centrará en el 2014 en insuflar confianza en la economía y combatir el órdago soberanista

G. R. / Washington

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Que la salida de la recesión económica tenga efectos visibles en la ciudadanía y combatir el desconcierto internacional que puede causar, en los próximos meses, la convocatoria de una consulta independentista en Catalunya en contra del criterio del Estado español.

Esas son las dos prioridades que tiene marcadas Mariano Rajoy en su agenda para el año que acaba de comenzar y que, entre otras cosas, influirán también en la política de asuntos exteriores que impulsará su Gobierno en el 2015.

Rajoy tomó posesión de su cargo como presidente con una Unión Europea que vigilaba de cerca las cuentas españolas y, de manera oficiosa, amenazaba con una intervención de facto si no se lograba reducir el déficit público en tiempo récord y capear los efectos de una prima de riesgo que puso a España al borde del abismo en varias ocasiones. En el 2012 y hasta bien entrado el 2013, se llegaron a hacer cálculos ante la posibilidad real de un rescate para España que, finalmente, no llegó (con la excepción de la inevitable inyección al sistema financiero). Durante esos meses de desconcierto, la política exterior del Ejecutivo popular se desarrolló básicamente mirando a Europa, conteniendo la respiración ante cada cumbre de jefes de Estado y de Gobierno o ante cada llamada que se recibía desde Bruselas, Berlín o incluso Washington para asegurar que la economía española y, por contagio, el euro no estaban en peligro.

El sueño frustrado de Madrid

A eso hay que sumar un puñado de cumbres derivadas de compromisos internacionales, foros económicos o bilaterales con países socios, además de la diplomacia de urgencia que se puso en marcha para tratar de ayudar a Madrid a conseguir la concesión de los Juegos Olímpicos del 2020, un sueño que se vio definitivamente frustrado en septiembre. Pero si algo caracteriza la política exterior y los viajes que ha realizado Rajoy en la primera mitad de la legislatura ha sido la búsqueda de inversiones económicas o compra de deuda, primero para sortear el desastre y después para tratar de amortizar las reformas y recortes que estaba acometiendo en España a golpe de decreto y de mayoría absoluta.

Ahora, Rajoy y su equipo aseguran que lo peor de la recesión (que no de la crisis) ha pasado. Esa es la tesis que se defendió ayer en la Casa Blanca y la esencia del discurso que el presidente español va a difundir por el mundo en sus próximos viajes. Según la Moncloa, se seguirá cuidando con mimo la relación con la UE; se cumplirá con las bilaterales pendientes y se tratará de hacer viajes -en la medida que lo permita la campaña de las europeas- a Hispanoamérica y África para estrechar relaciones y abrir mercados.

Tampoco obviará el Gobierno en su agenda internacional el desafío soberanista catalán, como demuestra el hecho de que Exteriores haya elaborado un dosier, repartido a todos sus embajadores, para tratar de neutralizar los argumentos que los independentistas están haciendo llegar por distintas vías.