El cónclave socialista

Navarro busca socios

El PSC podría cambiar el método de votación y sigue la incógnita sobre el futuro de Ros y Elena

Dos operarios pintan las paredes del escenario del Palau de Congressos de Barcelona donde se celebrará el cónclave del PSC, ayer.

Dos operarios pintan las paredes del escenario del Palau de Congressos de Barcelona donde se celebrará el cónclave del PSC, ayer.

ALBERT OLLÉS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El teléfono móvil de Pere Navarro se convirtió ayer en el mejor termómetro para medir la temperatura de las horas previas al 12º congreso del PSC, que se inicia hoy en Barcelona. Según admitieron desde el entorno del alcalde de Terrassa, este no paró de sonar y recibir mensajes de dirigentes del partido solicitándole un hueco en la nueva ejecutiva que liderará a partir del domingo, un síntoma evidente de que muy pocos dudan ya de su victoria.

Se sigue así la tradición de los socialistas catalanes de llegar a sus cónclaves con los deberes hechos. El problema es que, como indica el lema del congreso, el reto compartido para esta ocasión es fraguar un «nuevo PSC», lo que obligará a todos a hacer un esfuerzo final para ofrecer una imagen real de cambio.

Fuentes socialistas confirmaron que Navarro y Àngel Ros mantuvieron ayer una conversación en la que ambos se mostraron partidarios de que hoy se cambie el reglamento vigente de modo que, por primera vez en un cónclave del PSC, se vote por separado al primer secretario y al resto de la ejecutiva. Esta es la fórmula que ya aplica el PSOE y que haría que el sábado se votase al nuevo líder y el domingo a su ejecutiva.

DESMARCARSE DEL APARATO / Según otras fuentes, el riesgo para Ros y el tercer aspirante, Joan Ignasi Elena, es que si mantuviesen su candidatura hasta el final, se vislumbraría su posición minoritaria en el partido, aunque eso podría interesarles para desmarcarse del aparato, en horas muy bajas de popularidad. Una estrategia que les serviría para ganar apoyos ciudadanos cara a las primarias abiertas que el cónclave ha de aprobar para elegir al candidato a la Generalitat en el 2014.

La división tampoco interesa a Navarro, que se estrenaría con la etiqueta de no haber logrado el consenso. Lo que abona la teoría de José Montilla, y de cada vez más dirigentes, de acordar una lista única.

Un rápido repaso a los 31 años de historia del PSC puede ayudar a entender sus complejas claves internas, derivadas de un pacto de integración fundacional entre tres corrientes (la federación catalana del PSOE, el PSC-Congrès y el PSC-Reagrupament). Es tal la fijación por no romper esa unidad que nunca se ha votado entre dos candidatos. Ni siquiera el cónclave más movido, el de 1994, acabó en escisión. Los capitanes metropolitanos asaltaron el poder, con Montilla a la cabeza, pero Raimon Obiols -líder de los derrotados y cuyo informe de gestión solo logró el aval (con voto secreto) del 47% de los delegados- fue reelegido primer secretario a la espera de sustituirlo en el siguiente congreso.

PILOTAR EL RELEVO / Tras la primera de las tres debacles electorales que ha sufrido el PSC en el último año, Montilla quiso evitarse un final parecido y anunció su renuncia al cargo con tiempo suficiente (ha pasado más de un año) para pilotar el relevo generacional que ya se avecinaba. Buscó emular así el proceso que le llevó a la primera secretaría en el 2000, de la mano de Narcís Serra, y con Pasqual Maragall como competidor.

La bicefalia entre los que fueran alcaldes de Cornellà y Barcelona con la que se saldó ese pulso sería bien vista ahora por la cúpula saliente (con Navarro y Ros como protagonistas). Pero la situación del partido, en su peor momento de poder institucional (ver el gráfico adjunto), no se parece en nada a la de hace 11 años. Ello augura más tensiones, aunque sin igualar a las de Sitges.

Lo que ya es inédito es que tres candidaturas lleguen vivas al congreso. Pudo haber una más, pero el viceprimer secretario, Miquel Iceta, anunció ayer lo que se esperaba y retiró su propuesta de encabezar una lista unitaria. «La integración aún no ha sido posible. Espero que la consigamos la madrugada del domingo [cuando se negociará la ejecutiva]. Sin miedo y sin red he arriesgado a que alguien diga que he perdido. Pero no creo haber perdido», dijo.

Iceta renuncia al liderazgo, pero deja abierto su futuro papel en la dirección. En esa lucha optan con fuerza los nuevos capitanes que encabeza Navarro y veteranos dirigentes que quieren seguir, como Joaquim Nadal y Manuel Bustos. También es una incógnita lo que hará el todopoderoso secretario de organización, José Zaragoza. Pese a su traslado voluntario a Madrid para apoyar las aspiraciones de Carme Chacón en el PSOE, aún no ha dicho esta boca es mía.

Si deja el cargo, suenan como relevos el líder de los socialistas del Baix Llobregat, Antonio Balmón, y el del grupo en el Congreso, Dani Fernández. Como el baile de nombres ya ha empezado, toca posicionarse. Iceta dijo el miércoles que había que hacer «piña» con Navarro y ayer cargó, sin mencionarlo, contra Ros al decir que «falta a la verdad y perjudica gravemente al PSC» quien quiera dividir al partido entre «más y menos catalanistas».

También aseguró que mezclar la primera secretaría con la candidatura a presidir la Generalitat es «un error como una casa de payés». Otra cosa es lo que pase el lunes, cuando la mayoría de los socialistas coinciden en que se abrirá ya la competición de las primarias. Un escenario que dejará en situación de provisionalidad al nuevo líder.