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El PSC y las «pulsiones separadoras»

VICENÇ Villatoro

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L os socialistas catalanes han fijado ya su principal apuesta de campaña para el 28-N. Se trata de presentarlo como una confrontación entre los proyectos soberanistas, subrayando lo que tienen de aventura y concentrándolos en CiU, y la voluntad de reforzar los lazos con España, que representaría el PSC mejor que nadie, mejor que un PP belicoso y excluyente. El PSC pediría el voto para evitar derivas soberanistas y para preservar los lazos políticos y sentimentales con el proyecto español. Este es el sentido de las declaraciones que ha hecho el president Montilla como candidato y del retorno y de las declaraciones del ministro Corbacho.

Esta apuesta, como todas, abre posibilidades para el PSC, pero presenta algunos riesgos. Si su principal problema es despertar a un electorado dormido, la estrategia es buena. Los discursos emocionales funcionan más que los de pura gestión. Hay una parte importante del electorado socialista no satisfecha con la gestión del tripartito, que no se cree -hay una huelga general de por medio- una dialéctica maniquea de derechas e izquierdas, que recela de Rodríguez Zapatero y que podría decidir quedarse en casa. Este electorado ve con inquietud la eclosión pública del independentismo y puede ir a votar para contrapesarlo.

El inconveniente de la apuesta, antes de las elecciones, es que descansa mucho sobre una de las almas del electorado socialista. Más que nunca, el socialismo catalán iría a una campaña -en términos internos- monocolor.

Pero los inconvenientes de esta apuesta no son tan electorales como poselectorales. Presentar las elecciones catalanas como una confrontación sobre la independencia le conviene al PSC y a ERC, mientras incomoda a CiU. El PSC pide el voto para evitar la independencia. Esquerra, para acelerarla. El terreno de juego es bueno para los dos y los dos pueden sacar réditos electorales. ¿Pero, y el día siguiente de las elecciones? ¿Si les ha ido tan bien que están en condiciones aritméticas de reeditar el tripartito, cómo lo explicarían a los electorados respectivos? ¿Cómo podrían confluir en un mismo gobierno votos que han sido dados a los socialistas con el encargo explícito de reforzar los lazos con España y votos que han sido dados a Esquerra Reapublicana con el encargo explícito de romper?

Ciertamente, en política, los problemas se resuelven en fila india. Para PSC y ERC, el primer problema es combatir la tendencia de las encuestas. Los del día siguiente de las elecciones son a estas alturas muy lejanos. Y, en política, se confía muchas veces en los beneficios de la amnesia y que cuatro años en el poder dan instrumentos y oportunidades para hacer que a los propios electores se les pase el disgusto inicial.