Limón & Vinagre
Josep Cuní

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Periodista.

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Pello Otxandiano: los tiempos del verbo

Aunque el candidato de EH Bildu ha pedido perdón a las víctimas de ETA no ha rectificado su posición, por otra parte coherente con la de la formación que representa

Otxandiano pide perdón a las víctimas, pero sigue sin llamar "grupo terrorista" a ETA

El PP, tras las palabras de Otxandiano: “A nadie le sorprende. El ejercicio de hipocresía es del PSOE”

El candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, a 4 de abril de 2024, en Vitoria-Gasteiz, Álava, País Vasco (España).

El candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, a 4 de abril de 2024, en Vitoria-Gasteiz, Álava, País Vasco (España). / Iñaki Berasaluce - Europa Press

El pasado es traidor. Que se lo pregunten si no a Pedro Sánchez, a quien se le recrimina permanentemente la contradicción entre lo que dijo y lo que hace. Revertirlo solo con hacer de la necesidad virtud, como en la amnistía, se demuestra insuficiente porque suena a justificación, que es sinónimo de excusa cuando lo necesario sería la explicación basada en el imprescindible razonamiento.

No parece tan difícil argumentar que nunca antes una mayoría del Congreso reflejó mejor la pluralidad de España. Y con ella sus sensibilidades. Algo que siempre ha molestado a la derecha, excepto cuando la ha beneficiado, pero que el PSOE había contrapuesto con aquel federalismo del que hoy no habla y apenas practica. De permitir todos que el Senado fuera la auténtica sede de la representación territorial, allí quedaría reflejado el principio constitucional que acredita a la cámara alta. Pero por no ejercer, aquí sigue el presente, desmedido, obstinado y tenaz, recordando que el pasado nunca muere.

Las elecciones actuales en dos de las comunidades históricas de mayor rango y permanente reivindicación vienen a ampliar el dibujo de unos hechos diferenciales que, en tanto que resortes emocionales, hacen vibrar a un número importante de sus ciudadanos hasta el punto de sentirse inmunes por ajenos, cuando no incentivados por provocados, por lo que entienden como un centralismo tan rampantemente vivo como silenciosamente agresivo.

La campaña en Euskadi transcurría plácida, sin veleidades independentistas, apenas identitarias, porque se centraba en hablarle a la gente de lo que preocupa a la gente. La agenda social se había impuesto gracias a la tendencia marcada por EH Bildu, que entendió que solo aglutinando el voto de izquierdas tendría alguna opción. A su vez, convino que esto ayudaría a superar los tiempos turbulentos de su relación con los años de plomo. Y pensando en los jóvenes que no los vivieron o apenas pueden recordarlos por su bisoñez, introdujeron un argumentario que se vendería como el propio de la nueva era. El éxito de la idea se explica por la renovación y rejuvenecimiento de todos los cabezas de cartel. Y así, sin que se notara el cuidado, empezó la pugna entre las dos referencias de un país que siempre mira hacia adentro.

Pello Otxandiano Kanpo (Ochandiano, 1983) ha sido el director del programa de EH Bildu, que ha permitido a los abertzales avanzar hasta plantarle cara electoral al PNV y arrastrarle al gran pulso nacional vasco. Lo han reflejado las encuestas, que han incomodado tanto a los patricios de Euskadi como a los socialistas, condenados a ser espectadores y apoyo habitual del centroderecha, que se lo compensa en Madrid con sus votos parlamentarios.

También ha sido Otxandiano quien ha provocado el cambio de guion al final de la campaña al negarse a calificar a ETA como banda terrorista. Y aunque ha pedido perdón a las víctimas no ha rectificado su posición, por otra parte, coherente con la de la formación que representa, que tanto irrita al Madrid que siempre quiere ser determinante y que le sirve para insistir que el pasado siempre está presente.

Las urnas dirán el domingo hasta qué punto el electorado vasco ha sido impermeable al chaparrón. Pero también, en qué medida el presente es espera en tanto que el pasado ya no es pero el futuro tampoco. Todavía.

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