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José María de Loma
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Miguel Ángel Guzmán, en la lista de espera de la compatibilidad

El caso Guzmán ha hecho resucitar la expresión puertas giratorias, que no terminan de ser bien reguladas en España, aunque sí estén engrasadas y transitadas

Miguel Ángel Guzmán en una imagen de archivo.

Miguel Ángel Guzmán en una imagen de archivo. / EFE

“Creo que lo más prudente es aplazar la decisión de incorporarme a cualquier actividad laboral”, dijo Miguel Ángel Guzmán, exviceconsejero de Sanidad de la Junta de Andalucía, empleando uno de los sinónimos más largos que hay para decir "la he cagado". Guzmán tenía una oferta "verbal" de trabajo de la aseguradora privada Asisa (con la que su departamento convenió abundantemente en su etapa) para incorporarse como directivo. O sea, con capacidad para realizar tratos con las administraciones. Su intención de comenzar a trabajar en la entidad citada ha causado un revuelo mayúsculo, una polvareda política, un cruce de acusaciones parlamentarias, decenas de tuits enconados y finalmente una investigación por parte de la propia Junta de Andalucía y su oficina de incompatibilidades, para determinar si puede o no incorporarse.

El dictamen ha sido: la puntita nada más. O sea, que no. Bueno, que sí. Pero que no ahora. Guzmán podrá trabajar en Asisa a partir de agosto, si es que alguien trabaja en agosto en este país. De momento se están analizando los contratos que nuestro protagonista firmó siendo gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), en 2019, y luego como número dos de la Consejería de Sanidad a partir de 2022.

De 2021 a junio de 2023 autorizó derivar pacientes a la privada por un monto de 242 millones, de los que 43 se distribuyeron entre 11 hospitales del Grupo HLA Asisa, una filial de la aseguradora que agrupa a los centros hospitalarios que gestiona o que son de su propiedad y que se creó a mediados del año 2016. Tampoco está de más recordar que Asisa paga con frecuencia actos del PP andaluz, por ejemplo desayunos informativos y similares, tres en los últimos meses. Guzmán dio como viceconsejero la certificación como hospitales universitarios a dos pertenecientes a la aseguradora a la que se va a incorporar.

Cargos de la consejería de Sanidad, Salud, la llaman los optimistas, te dicen en privado que esto no puede ser, que ha sido una torpeza, pero es que para Asisa ha tenido que ser también un daño reputacional importante. No se trata de que alguien que se dedica a la política no pueda volver a su oficio, se trata de que si eres profesor de Historia y te vas cuatro años para ser concejal no pasa nada por volver luego inmediatamente a las aulas a explicar la Revolución francesa. Lo malo es que seas el que otorga y da contratos y decide en favor (seguramente por razones objetivas, no tiene por qué haber favoritismos) de una empresa y luego te incorpores a ella. Legal, sí. Estético, poco.

La oposición de izquierdas ha hecho causa de guerra este caso, levantisca como está en cuestiones de sanidad y salud. Este fin de semana sin ir más lejos (¿quién quiere ir más lejos que al fin de semana?) se han producido manifestaciones para defender la sanidad pública, la salud, en todas las provincias andaluzas, que son ocho y que padecen por igual el deterioro de este servicio público. Como pasa en toda España, no en vano, el otro día, el asunto central de la primera jornada de mítines de la campaña en Euskadi y con el que Bildu arremetía contra el PNV, era el deterioro de Osakidetza, el servicio vasco de salud, que ha perdido o su proverbial eficiencia o su bien labrada imagen. No saben si contratar más médicos o más especialistas en márketing.

Miguel Ángel Guzmán es licenciado en Medicina por Málaga y fue director médico de un hospital privado de esta ciudad. En 2019 fue nombrado gerente del Servicio Andaluz de Salud. Durante su etapa, y un poco antes y ahora, la Junta trata de reducir la larga lista de espera de la sanidad andaluza haciendo convenio con entidades privadas, lo cual da cierta agilidad pero también munición a la oposición, que ve esto como un síntoma de “privatización” y favoritismo.

El caso Guzmán ha hecho resucitar la expresión puertas giratorias, que no terminan de ser bien reguladas en España, aunque sí estén engrasadas y transitadas. Hay gente que en la política pierde dinero, pero también hay gente que en la política pierde la vergüenza. No es el caso pero sí es un caso ilustrativo del conflicto de intereses. Aunque no falta quien lo ve cómo ejemplo de caso en el que todos ganan. Falta por preguntarle al paciente.

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