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Josep Maria Fonalleras
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Claudia Sheimbaum: una física en el Zócalo

México tendrá la primera presidenta de su historia. Una de ellas es la sucesora de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con quien ha recorrido la práctica totalidad de su vida pública

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Claudia Sheinbaum después de conocer los resultados que le convierten en candidata a la presidencia del país en las elecciones del 2024

Claudia Sheinbaum después de conocer los resultados que le convierten en candidata a la presidencia del país en las elecciones del 2024 / FRED RAMOS / BLOOMBERG

Este año se celebran elecciones en América del Norte. No solo en lo que entendemos como Estados Unidos, sino también en los llamados Estados Unidos Mexicanos, el nombre oficial de México. Una de las similitudes entre ambas elecciones es que los candidatos responden, en cada país, a un perfil similar. Una de las diferencias notables es que no se parecen en nada. La semejanza es que, en estos momentos, ya sabemos que en EEUU mandará un hombre anciano (octogenario, en el mejor de los casos), y que México tendrá la primera presidenta de su historia. Una de las candidatas es Claudia Sheinbaum, sucesora de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con quien ha recorrido la práctica totalidad de su vida pública.

Pequeño inciso en el que se resume brevemente la historia reciente de México. Tras la revolución de Zapata, de la terrible guerra Santera (una lucha entre crucifijos y fusiles), después del Gobierno progresista y la reforma agraria de Lázaro Cárdenas, de 1934 a 1940, llega el Gobierno del PRI, en 1946. EL PRI es un partido que se convierte en el oxímoron más flagrante de la historia (Partido Revolucionario Institucional: ¡o eres institucional o eres revolucionario!) y que se mantiene en el poder a lo largo de más de cincuenta años, con episodios continuados de abusos y corrupción. En 1994, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) crea un alboroto colosal en Chiapas. Más tarde, irrumpe un cowboy de nombre Vicente Fox, vuelve el PRI en 2012, se agravan los casos de violencia (un bajo continuo de la historia mexicana) y asistimos a capítulos tan negros como el de las fosas comunes de San Fernando o la aún irresuelta matanza, en 2014, de los 43 estudiantes 'normalistas' de Ayotzinapa, a manos de narcos y militares. Mientras, en 1989, López Obrador funda el PRD con Cuauhtémoc Cárdenas (el hijo de aquel presidente de izquierdas) y posteriormente se va y crea el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con el que consigue, por fin, en 2018, después de varias derrotas y muchas arengas, la presidencia de la república.

Es aquí donde entra en escena Claudia Sheinbaum, una física y doctora en ingeniería energética que se licenció con una tesis que llevaba por título: "Estudio termodinámico de una estufa doméstica para uso rural". Hija de científicos, el padre proviene de una familia lituana emigrada a México en los albores del siglo XX y la madre, de unos sefardíes búlgaros que huyeron de los nazis. Es decir, judía por todas partes, amante de las tradiciones, pero sin practicar la ortodoxia.

De la mano de AMLO entra en el PRD y también es fundadora de MORENA y recibe varios encargos institucionales, hasta que en 2018 logra ser Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la primera mujer alcaldesa. Compagina su faceta política con la científica y publica más de un centenar de estudios sobre medio ambiente y sostenibilidad, de tal forma que entra en el prestigioso Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, la entidad llamada IPCC, que de vez en cuando nos avisa sobre el colapso del planeta. Los hagiógrafos más entusiastas dicen que tiene un premio Nobel de la Paz, pero lo cierto es que es compartido con Al Gore y con los cientos de colegas expertos del IPCC. Y ya que en un retrato político siempre hay claroscuros, resulta que el primer marido de Claudia fue acusado de corrupción y ella misma hizo frente a la polémica por haber concedido permisos (¿irregulares?) de construcción a una escuela que se derrumbó en el terremoto de 2017, con 37 muertes.

Cuando AMLO fue presidente, la coalición electoral se llamaba “Juntos Haremos Historia” y, ahora, Claudia apuesta por la continuidad con un “Sigamos Haciendo Historia”. Por eso, hay mexicanos que dicen que es “una calca”. También en las formas. Hace dos días se presentaba como candidata en el Zócalo, la plaza más majestuosa del mundo, lleno a rebosar, con cartones con su silueta, con un traje de reminiscencias aztecas y con un discurso de tonos algo monótonos, pero efectista. Sheinbaum (que todo el mundo pronuncia diferente: Sherman, Shenban, Shelban: ella dice que ha de ser “Chéimbom”) tiene un alto porcentaje de posibilidades de ganar, en junio. Lleva una ventaja en las encuestas de más de treinta puntos y todo hace suponer que será la heredera de López Obrador y de sus medidas sociales. “Primero, los pobres”, dijo en el Zócalo. En un lateral de la plaza, junto al Palacio Nacional, familiares y amigos de los “normalistas” de Ayotzinapa seguían reclamando justicia.

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