Escritor.
Juan Tallón
Escritor.
Destrúyelo mientras puedas
Escribir es en apariencia sencillo. Escribir bien es bastante difícil. Destruir lo que un día escribiste, en cambio, es prácticamente imposible
Crítica de 'En agosto nos vemos': la novela de la mujer que inventa su destino
Gonzalo García Barcha, hijo de García Márquez: "Jamás tuvimos la más remota intención de destruir la novela póstuma de Gabo, como nos pidió"
Destruir un manuscrito que no deseas ver publicado, quemarlo, o romperlo en dos, en cuatro, en ocho, en dieciséis, quizás en treinta y dos trozos, matarlo, en fin, con tus propias manos, es dificilísimo. Dista poco de ser una hermosa proeza. Necesitarías una vocación casi suicida, y que las manos fuesen capaces de tomar decisiones por sí solas, sin la intervención del pensamiento, que en el último instante se inclina casi siempre a la compasión, a decir «Qué pena» y, al final, a interrumpir la destrucción.
En una batalla fratricida contra sí mismo, muchas veces el escritor, por exigente que sea con su propia literatura, se rinde a la dejadez, y se conforma con ocultar el manuscrito, dejándolo donde no tenga que acordarse de él cada poco. En su cabeza le confiere la condición de secreto que jamás verá la luz. Pasa el tiempo, y hace como que no recuerda. El olvido es un lento montaje en vertical. Pero también una ficción, porque en el momento menos pensado, gracias a que el manuscrito aún respira, el olvido recuerda.
Escribir es en apariencia sencillo. Escribir bien es bastante difícil. Destruir lo que un día escribiste, en cambio, es prácticamente imposible. Algo te aferra a ello irracionalmente, incluso si lo aborreces. Posee un valor secreto, inexplicable, pese a que a tus ojos carezca de mérito. García Márquez dijo de 'En agosto nos vemos' «este libro no sirve. Hay que destruirlo», pero no lo hizo. Y ahora los herederos lo han publicado. Ya se sabe que resolver un conflicto por el método de la inacción representa una tentación destinada a acabar como uno no quería: mal.
Hay tareas para las que un escritor no puede confiar en nadie, salvo en sí mismo. Cuando fallece, por mucho que lo ame, un heredero solo va a ser capaz de ponerse en la piel del heredero, no en la del escritor. Así que piénsalo: destruye lo que tengas que destruir mientas puedas. No esperes que lo hagan por ti. Destrúyelo y no pienses en ello. ¿Te da pena? Aprovecha la inercia y destrúyela también a ella.
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