Limón & Vinagre
Josep Cuní

Josep Cuní

Periodista.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Luis Planas: las dimensiones del campo

Político de larga trayectoria y conocedor de su negociado, ha tenido incluso que corregir a compañeros bienintencionados que persiguiendo hábitos saludables inquietaron a ganaderos agraviados

¿Qué pasa con los agricultores en España? Los motivos de las protestas

Planas reconoce que "hay un problema de competencia desleal" en el sector primario

Archivo - El ministro de Agricultura, Alimentación y Pesca, Luis Planas

Archivo - El ministro de Agricultura, Alimentación y Pesca, Luis Planas / EUROPA PRESS/R.Rubio.POOL - Europa Press - Archivo

 “Por la mañana rocío, al mediodía calor, por la tarde los mosquitos, no quiero ser labrador”. Aquella 'Cançó de bressol' de Joan Manuel Serrat la siguen entonando hoy la mayoría de los hijos de los agricultores españoles. S0lo uno de cada diez decide mantener la tradición y el trabajo de sus progenitores. No es extraño pues, que estos días se hayan emocionado compartiendo con sus padres las reivindicaciones que han sacado tractores a las carreteras y recuperado añejas pancartas vigentes.

La imagen se repite y se extiende. Nada de lo que ha movilizado a miles de payeses de todas las provincias es ajeno a lo que también han reclamado sus colegas europeos. Cada uno con sus peculiaridades, pero todos quejosos de la burocracia inabarcable que les atenaza y la competencia desleal que les acosa. Es lo que tiene que nos hayan acostumbrado a acceder a productos asequibles, que su procedencia es de países lejanos no sometidos a las condiciones medioambientales de las que se ha dotado la Unión Europea. Pero aquí están, en los estantes de nuestros supermercados a unos precios que, por otra parte, facilitan su adquisición a los bolsillos más precarios. En el reverso, la ostentación de probar suculentos bocados intemporales como demostración de poder.

Nadie de la familia, en nuestra infancia, imaginó que se podría ilustrar la mesa de Navidad con cerezas. No era época, no tocaba. Como mucho descubrieron la “piña americana”, manjar exótico aparecido fugazmente en tiempo de consumo y solo visto antes en los ostentosos sombreros de Carmen Miranda en un cine de música, luz y color. Pero la ilusión por lo desconocido se trucó en realidad globalizada y ahí empezaron nuevos alicientes que derivaron en problemas.

Es ya una obviedad que la reacción del campo se ha convertido en la punta de lanza para la revisión de las políticas sin fronteras. Y su clamor en una avanzadilla de la necesidad de entender que nada es neutro, que el tiempo todo lo sitúa en su lugar y que lo inicialmente idílico acaba mostrando su parte negativa, contra la que hay que buscar soluciones adecuadas para que nadie pierda. Círculo perverso, sí, pero no por ello inasumible.

Luis Planas Puchades (Valencia, 20 de noviembre de 1952) lo sabe y su cargo se lo recuerda a diario. Tanto, que la tensión acumulada le provocó un vahído en tiempo parlamentario, el mismo día que los tractores rodeaban la Puerta de Alcalá. Un vértigo puntual del que se repuso en el mismo instante en el que sus colegas percibieron la desazón.

Hombre de carácter templado pero negociación firme, el ministro Planas persigue la flexibilización europea de la política agraria. Es consciente de la dificultad, porque al escalafón autonómico, nacional y comunitario hay que añadirle el peldaño de la Organización Mundial del Comercio, a la que están supeditadas también las alianzas con países terceros que, ante la exportación de barcos de naranjas, obligan a los productores autóctonos a rebajar los precios casi por debajo de su coste.

Político de larga trayectoria y conocedor de su negociado, Planas ha tenido incluso que corregir a compañeros bienintencionados que persiguiendo hábitos saludables inquietaron a ganaderos agraviados. Puede que lo aprendiera leyendo a Flaubert: la humanidad es como es. No se trata de cambiarla, sino de conocerla.  

Suscríbete para seguir leyendo