Error de sistema

España y los espectros

Catalunya sabe muy bien lo que es el terrorismo, lo ha sufrido de forma demasiado desgarradora como para no saber detectarlo

El superany electoral en què es va pactar l’amnistia  del procés  | JORDI COTRINA

El superany electoral en què es va pactar l’amnistia del procés | JORDI COTRINA / júlia REGUÉ

Emma Riverola

Emma Riverola

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Jean-Claude Scherzinger murió de un ataque al corazón que se desencadenó en el aeropuerto de El Prat 14 de octubre de 2019. Justo cuando una movilización masiva cortaba las carreteras de acceso y se concentraba a las puertas del recinto. En contra del criterio de Fiscalía, de la jueza que archivó el caso al no apreciar relación entre ambos hechos, de la respuesta de los Mossos y del parecer del Sistema de Emergencias Médicas (SEM), el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón insiste en utilizar esa muerte para levantar una causa y asimilar el Tsunami Democràtic a terrorismo. Con la trama del delito, también espera atrapar a Carles Puigdemont. 

Como en una suerte de justicia espectral, García-Castellón parece no tener bastante con el mundo de los vivos ni con los actos reales cometidos y necesita generar un relato fantasmagórico sobre el ‘procés’. Catalunya sabe muy bien lo que es el terrorismo, lo ha sufrido de forma demasiado desgarradora como para no saber detectarlo. ¿En qué clase de embrujo cree el juez que vivíamos para que nadie entendiera el Tsunami como representación del terrorismo? Produce sonrojo oír a Feijóo sumarse al argumento con simplezas como “el terrorismo es terror” y que en Catalunya se produjeron momentos de “absoluto terror”. 

Por otro lado, Junts también parece abonado a una suerte de política espectral. Un relato de persecución perpetua que deriva en victimismo y resentimiento. La saga del oprobio se inicia en 1714 (como señala el chirriante apartado ‘Antecedentes’ del pacto PSOE-Junts de investidura) e insiste en escribir la democracia española en el mismo reglón del franquismo. Para ellos, todo lo que llega del Estado es ímprobo, mientras que la luz de la santidad recae sobre Catalunya.

Al hilo de la violencia, cabe recordar cómo buena parte del Govern de Torra y de los líderes independentistas defendieron en 2019 a los CDR detenidos por preparar actos violentos. ¿Tan seguros estaban de la bondad de todo catalán? ¿No era más responsable condenar toda clase de violencia y esperar una rápida clarificación del caso? Siete de esos CDR siguen encausados por manipular explosivos. Pureza, victimismo y rencor son convocados por el grupo de Junts en el Congreso, quizá a imagen y semejanza de las sombras que acechan a Puigdemont.

Unos y otros dibujan una suerte de España espectral en la que se perturba el descanso de los muertos, se conjuran fantasmas del pasado y se trata de mover los hilos de la gobernabilidad desde la exosfera institucional. A ambos, a esos jueces y a ese Junts, les gusta exhibir su poder y deslizarse hacia la senda del abuso. Relamiéndose unos con gobernar desde las togas y otros con doblegar al poder judicial desde la tribuna del Congreso. En esta suerte de sortilegio, ¿Es posible la normalidad democrática? El gobierno de lo real se antoja muy difícil. Aún más, crear un sentimiento de pertenencia en el conjunto de la ciudadanía. Especialmente cuando la gobernabilidad depende de quien hace alarde de la desconfianza y se pavonea de su capacidad de vetar y humillar.

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