El lobo ya te atrapó
El miedo a caminar sola de noche no empieza y acaba según las agujas del reloj. Es un temor que anuncia tu vulnerabilidad, que te limita
Emma Riverola
Escritora
Ante una encrucijada, dos caminos. En uno, los pasos se dirigen confiados a su destino. Quizá disfrutan de la noche, quizá se apresuran por el frío o se enlentecen por el cansancio. En el otro camino, el temor crece a cada paso. La oscuridad se puebla de miedos atávicos, de rincones oscuros que susurran amenazas, de sonidos que persiguen o de silencios que solo presagian lo peor. La sensación de indefensión atenaza el cuerpo. Existe la plena conciencia de que alcanzar el destino no siempre es posible. Porque, a veces, ocurre. Los monstruos emergen de su escondite. Entonces, viene lo malo.
No hay dos caminos. Es una misma senda recorrida por un hombre o por una mujer. Según los últimos datos del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), siete de cada diez mujeres entre 18 a 25 años confiesa tener “mucho miedo” a sufrir una agresión sexual mientras van solas por la calle de noche. El 62% de hombres asegura no tener “ningún miedo” a sufrir una agresión sexual en las mismas circunstancias. Y es entre ese “mucho miedo” y ese “ningún miedo” donde la percepción de la vida cambia de forma radical entre unos y otros.
El miedo a caminar sola de noche no empieza y acaba según las agujas del reloj. Es un temor que anuncia tu vulnerabilidad, que te limita, que toma el mapa de tus movimientos y señala zonas prohibidas. Si llega lo malo, también llegarán los interrogantes acusatorios. ¿Por qué fuiste? ¿Es que no sabes que pisabas tierra vedada? ¿Acaso piensas que eres como ellos? Al fin, eternas Caperucitas que no hicieron caso del cuento y se internaron en el bosque. Una condición que no solo limita los movimientos, sino que también determina cómo se vive y se reacciona ante las situaciones de violencia.
Tres mujeres han acusado al cineasta Carlos Vermut de violencia sexual. En la investigación publicada por el diario El País se recogen declaraciones de ellas y de él. Algunas de las mujeres relatan como apenas pudieron ofrecer resistencia, anuladas por el físico y la violencia que él ejerció sobre ellas. Las explicaciones de Vermut resultan perturbadoras: “Imagínate que estás con una persona que te dobla el tamaño y tú quieres parar. Vale. Y tú quieres decirlo para que pare, pero a lo mejor no quieres ponerte tan tajante como para que la otra persona tú sientas que se va a enfadar más, ¿sabes? O que vas a generar que la situación empeore”. Exacto, el cineasta no podía haberlo explicado mejor. Él transita seguro por su camino. Ella sabe que el lobo ya la ha pillado. Solo queda esperar que pase pronto y no morir en el ataque.
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