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Tormenta arbitral: ¿para qué sirve el VAR?

La transparencia no ha servido para aclarar criterios y aplacar polémicas; más bien ha dejado el error al desnudo

El VAR regala al Madrid una escandalosa remontada ante el colista Almería

El Almería clama contra el arbitraje en el Bernabéu: "Hoy nos han robado"

Els jugadors del Madrid i de l’Almeria discuteixen després d’una jugada polèmica.  | DANIEL GONZÁLEZ / EFE

Els jugadors del Madrid i de l’Almeria discuteixen després d’una jugada polèmica. | DANIEL GONZÁLEZ / EFE / FERMÍN DE LA CALLE

Bastaron 10 minutos para desencadenar una tormenta en el fútbol español. Los que transcurrieron entre el 57 y el 67 de la segunda parte del partido entre el Real Madrid y la Unión Deportiva Almería de este domingo por la tarde, en el Santiago Bernabéu. El equipo blanco iba perdiendo 0-2 contra el último clasificado y estaba a punto de explotar una bomba en forma de sorpresa monumental, pero en esos 10 minutos lo que estalló fue una sonora polémica arbitral. Incluso periodistas nada sospechosos de antimadridismo reconocieron al instante en las ondas que los blancos ganaron tres puntos pero perdieron mucho más en términos de reputación. Pero eso es aún más cierto en lo que respecta al colectivo arbitral.

Cualquiera que vea las imágenes de las cuatro decisiones polémicas se verá tentado a concluir que el colegiado responsable del VAR, Hernández Hernández, pudo sentirse ablandado tras las críticas que últimamente había recibido de manera sistemática por parte de un club que no va corto de influencia mediática y en las instituciones deportivas. La mayoría de medios han criticado en esta ocasión el polémico rearbitraje que condujo a la victoria final de Madrid. Pocas veces se había dado tanta unanimidad (también entre los exárbitros que analizan la Liga). Es cierto, con todo, que con menos ruido del que rodea todo lo que afecta a los dos equipos grandes de la competición, hay ya precedentes de actuaciones tan nefastas, como el empate del Espanyol en Mestalla, que prácticamente le sumió en el descenso de categoría.

El VAR nació para enmendar errores manifiestos y no para intervenir en acciones poco claras en las que debería prevalecer el criterio sobre el campo del colegiado principal. Esa es la teoría, que en esta ocasión no se ha aplicado. También se suponía que además de facilitar una aplicación más impoluta del reglamente, el VAR había llegado para aplacar polémicas innecesarias a través de un ejercicio de objetividad y transparencia. Pero en casos como el de ayer se hacen patentes irregularidades de procedimiento que fácilmente llevarán a los aficionados a sospechar algo más que fallos humanos, y a anular todas las virtudes que se podían esperar del arbitraje asistido.

La decisión de la federación de hacer públicas las conversaciones entre los árbitros en el momento de consultar el VAR debería haber servido para que los profanos entendiesen decisiones que a veces aplican rectamente el reglamento aunque sean difíciles de comprender desde la grada, el bar o el sofá de casa. Pero este ejercicio de transparencia ha dejado al descubierto episodios casi vodevilescos, con un colegiado que selecciona imágenes y advierte de posibles infracciones de tal forma que encaminan al árbitro principal hacia el error (y en este caso, siempre en el mismo sentido). Por lo menos podemos felicitarnos de que la transparencia vaya llegando lentamente al arbitraje. Ahora solo falta que sirva para eliminar de él la incompetencia.