¿Ni Trias ni Colau?

Jaume Collboni, entre Ada Colau i Xavier Trias,  en un debat empresarial celebrat l’any passat. | RICARD CUGAT

Jaume Collboni, entre Ada Colau i Xavier Trias, en un debat empresarial celebrat l’any passat. | RICARD CUGAT

Albert Sáez

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El uno y el dos jugaban, y el tres perdió. El dicho popular se podría desmentir en los pactos para gobernar el ayuntamiento de Barcelona. Hasta esta semana, el tópico decía que el alcalde Collboni solo tenía dos opciones para gobernar: Trias o Colau. El primero habría perdido por segunda vez su oportunidad tras el show tiktokero de Puigdemont en la votación de los primeros decretos de Sánchez. La segunda habría imposibilitado el pacto al anunciar que se queda en el ayuntamiento y una exalcaldesa resultaría inviable, para muchos, que entrara en el gobierno de su sucesor. De manera que a lo largo de esta semana se ha abierto paso una vía que todos descartaban, un pacto de Collboni con la Esquerra que ya no lidera Ernest Maragall. No sumarían la mayoría, tampoco lo hacían PSC y Comuns, pero cerrarían el paso a cualquier posible mayoría alternativa. Y podrían indistintamente lograr el acuerdo con Junts o con los Comuns. Sería un pacto de izquierdas pero no un tripartito, en un primer momento. Sería un pacto por encima de los bloques, lo cual gustaría a la dirección nacional socialista. Pero sobre todo sería un pacto del futuro contra el pasado, de los que han hecho los deberes frente a los que seguirían enredados en sus disputas internas. Sería un pacto que abriría un tiempo nuevo. Para bien o para mal, el tiempo de Collboni, del alcalde Collboni como le gusta decir. Veremos si las diferencias que les separan consiguen superarse, pero los sectores bien pensantes de la ciudad empiezan a verlo con cierta complicidad. Trias y Colau, Colau y Trias, desprenden un aire de inestabilidad que asusta incluso a los que piensan como ellos. Son, por oposición entre ellos, los últimos responsables de la pérdida de los consensos mínimos de la ciudad. Y recuperarlos parece ser la principal obsesión de Collboni. El triángulo entre los dos vértices de la plaza Sant Jaume y la Moncloa aseguraría, al menos hasta las elecciones catalanas, la estabilidad en Barcelona. Y después, ya se verá quién ha hecho los deberes.  

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