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Cambia la Constitución y la vida sigue

Adiós al término 'disminuido' en la Constitución: "Se ha hecho justicia social"

Sánchez y Feijóo se reúnen en el Congreso

Sánchez y Feijóo se reúnen en el Congreso / JOSÉ LUIS ROCA

Albert Sáez

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Hoy el Congreso va a reformar la Constitución de 1978. Es la tercera vez. Y no va a pasar nada. El PP y Sumar expresan la paradoja. Los de Feijóo y los de Díaz resumen el bloqueo habitual que vive la Carta Magna, una de las tres que menos se ha reformado en la UE. El PP padece de un miedo atávico a tocar ni una coma de lo que entonces se acordó, por cierto, sin el apoyo de una parte de la tradición que representa. La interpreta como un texto de máximos. Sumar aún sufre del adanismo podemita y siempre que habla de reformar la Constitución solo enarbola los fantasmas que asustan al PP. Del PSOE de Sánchez se puede esperar una cosa y la contraria. Depende del sol que más caliente. El resultado es que las personas discapacitadas llevan décadas esperando dignamente que la principal ley de su país deje de llamarlas lo que no son: disminuidos. Casi casi ya les podría llamar personas con capacidades distintas. Pero eso sería demasiado avanzado para algunos. Es lo que tiene el consenso. Y lo que ridiculizan algunos de lo que se hizo en 1978. No hay que sacralizarlo, pero tampoco demonizarlo. 

La Constitución de 1978 se hizo con la voluntad de que durara. Es ya la más longeva de la historia. Pero no siempre perdura lo que no se cambia. No se trata de cambiar por cambiar, sino de naturalizar el cambio. A menudo da la impresión de que, tras siglos de no conseguirlo, todo el potencial consenso entre los españoles empezó y acabó en 1978. Algunos parecen pensar que se hizo tan bien que no se puede tocar niuna coma. La velocidad actual del conocimiento y su impacto en la vida social hace inviable ese acartonamiento constitucional. Es una inmerecida inseguridad de los españoles en sí mismos. No se entiende. A ver si al comprobar hoy que no pasa nada, más de uno se anima a hacer una reforma en serio. Nos lo merecemos.