Limón & vinagre

Xavi Hernández: estrábico con visión panorámica

Da igual que el equipo gane o pierda, que juegue bien o que juegue mal, que se encadenen títulos o que los jugadores no huelan otras copas que las de los locales más pijos de Barcelona: es deber de los socios y aficionados culés darle caña al entrenador

Xavi durante el duelo entre Las Palmas y Barça en el Estadio Gran Canaria.

Xavi durante el duelo entre Las Palmas y Barça en el Estadio Gran Canaria. / Afp

Albert Soler

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No hay en el mundo del deporte trabajo más desagradecido que ser entrenador del Barça (salvo ser entrenador de fútbol femenino, donde un tono de voz un decibelio más elevado de lo tolerable por oídos tan sensibles como los de las jugadoras, le puede costar a uno el puesto), eso ya lo sabía Xavi cuando aceptó cambiar Qatar por Barcelona. En Qatar vivía la mar de bien, tanto que no dudó en asegurar que, aunque no hay ahí una democracia, el sistema funciona mejor que en España. No especificó a qué sistema se refería, tal vez el sistema de juego de su equipo, quizás el sistema eléctrico de su casa, quién sabe si el sistema intestinal, y en Qatar el hombre iba de cuerpo como nunca había ido en Barcelona. Sea como fuere, su frase fue convenientemente criticada, sin que ello obstara para que un par de años después se celebrara ahí el Mundial de Fútbol, con jugadores, directivos y aficionados de todo el mundo desplazados hasta aquel país, y el único sistema que les preocupaba que funcionara correctamente era el del aire acondicionado. Los millones que se quedaron en casa, por su parte, se conformaban con que el sistema que respondiera fuera el de comunicaciones que les permitiría seguir los partidos por televisión. Cosas del sistema.

Al entrenador del Barça se le critica por sistema. No me refiero a los aficionados de los equipos rivales, que eso les sucede a todos los entrenadores, sino a los propios culés. Da igual que el equipo gane o pierda, que juegue bien o que juegue mal, que el entrenador sea simpático o antipático, que se encadenen títulos o que los jugadores no huelan otras copas que las de los locales más pijos de Barcelona: es deber de los socios y aficionados culés darle caña al entrenador. Que se lo pregunten a Tata Martino, que venció por 0-4 en campo del Rayo Vallecano y, cuando aguardaba las felicitaciones de prensa y aficionados, sucedió que le criticaron por no haber llegado al 50% de posesión. El pobre todavía tiene pesadillas con los catalanes, no vuelve aquí ni para cobrar una herencia. Con Xavi, por más que sea el vigente campeón de liga y de supercopa, no iba a hacerse una excepción, así que a unos no les gusta cómo habla, a otros no les parece bien su cara, otros detestan su peinado, los de más allá no soportan cómo viste y, en general, todos están de acuerdo en querer que las cosas le vayan mal, aunque ello suponga que le vayan mal al club, o precisamente por eso, ya que también nos encanta que al club le vayan mal. Eso es el Barça. Eso es Catalunya. Johan Cruyff lo llamo «el entorno», pero es que Cruyff era un tipo demasiado educado para llamarlo por su nombre real: «los catalanes sois así de imbéciles». Ese carácter autodestructivo es tan catalán como el 'pa amb tomàquet' y la sardana, la prueba está en la alegría con que unos cuantos se han cargado en pocos años Catalunya, con el beneplácito, cuando no con la complicidad, de un montón de catalanes que, curiosamente, sostienen que son quienes más aman a su tierra.

Xavi es catalán y conoce perfectamente a los catalanes. Ya sabía la que se le venía encima cuando aceptó el cargo, así que mejor no dar argumentos a los aficionados de su propio equipo, que ya hemos dicho que son los peores, quienes más le desean el mal. Quiero decir que podía haberse ahorrado lo de colocar a su hermano de segundo, que no solo queda feo, es que uno echa una mirada al banquillo, ve ahí a Hernández y Hernández, y le parece estar leyendo un cómic de Tintín, no falta más que la Castafiore cantando el himno del Barça antes de empezar el partido. También debería haberse ahorrado lo de que el equipo está en construcción, esas cosas se pueden decir si el presidente es un constructor, como Núñez; cuando lo es un noctámbulo como Laporta, procede decir que el equipo está todavía empezando a despertarse.

Vamos a dejar las cosas claras: Xavi es el mejor jugador de fútbol español que han visto mis ojos. Así de claro. El Xavi jugador no solo no perdía ningún balón, es que cualquier tuercebotas sabía que, ante la duda, balón a Xavi. A Xavi le lanzabas un cochinillo al horno y lo convertía en un balón de gol, a ras de césped y con la potencia justa. Siempre creí que su estrabismo, leve pero estrabismo, le permitía una visión panorámica del terreno de juego de la que carecían los demás jugadores. O era eso, o tenía un ojo en el cogote.

El problema del Xavi entrenador es que no tiene un Xavi jugador, ni siquiera un Iniesta, mucho menos un Messi. De todas formas, sigue estrábico, así que, igual que cuando jugaba, está viendo mucho antes que los demás lo que le amenaza por la espalda, que ya no es un defensa rival, sino puñales afilados. El Barça y Catalunya son así.

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