Campaña publicitaria injusta

¿Neandertales incívicos en el tren?

Ahora que King Kong, y sus congéneres gorilas, son aplaudidos y protegidos, evitemos que el neandertal sea relegado, de nuevo, al oscuro túnel de las ferias de monstruos

Investigadores españoles hallan la evidencia de que los neandertales hablaban.

Investigadores españoles hallan la evidencia de que los neandertales hablaban.

Jordi Serrallonga

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Adoro a los cascarrabias Statler y Waldorf; el tándem de ancianos británicos que, desde su palco, protestan airadamente sobre algunos de los 'gags' que, durante mi infancia televisiva, se sucedían en 'El Show de los Teleñecos'. Hoy, enfrentado a un mundo real más surrealista y menos lúcido que el de los muñecos de Jim Henson, ya sea haciendo extraña pareja con Gema, Laura, Marcos o Gon, no son pocas las veces que exploto para reencarnarme en cualquiera de los dos 'abueletes' criticones. Decidido; exijo palco en el Cine Prado de Sitges para despotricar y así desfogarme.

Las ideas de Darwin fueron motivo de escarnio; en el siglo XIX propuso que los humanos habíamos evolucionado a partir de antiguos simios africanos y, ya se sabe, esto no agradó al 'establishment' conservador poco amante del cambio. Lo mismo ocurrió después con Jane Goodall y Jordi Sabater Pi; tuvieron que demostrar, a los antropocentristas, la existencia de culturas primates no humanas. Pues bien, cuando todo parecía ir a mejor, hemos vuelto a las andadas. Hace aproximadamente dos años tropecé, en los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, con unos desafortunados carteles informativos. Como científico, me quejé y pataleé, pero no soy nadie, y la cosa ha ido a más. Lo descubrí en la primera etapa de mi regular peregrinaje hacia el Sitges Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya 2023.

Fue en la estación de L'Hospitalet; me acongojaron los nuevos diseños de la misma campaña publicitaria 'Evolucionem... fem civisme'. Para cada una de las lecciones sobre civismo se había escogido el trasnochado recurso de la hilera de homínidos: desde un primate cuadrúpedo, pasando por homininos bípedos más a menos encorvados, hasta llegar al 'civilizado' 'Homo sapiens' (sí, el mismo que mata a niñas y niños en guerras fratricidas). En cambio, el desaliñado y bárbaro neandertal –que jamás conoció trenes, cigarrillos ni altavoces 'bluetooth'– fuma, escucha música a todo volumen, se despatarra en el banco y es incapaz de ceder asiento a un anciano. Lo perverso del mensaje es que endosamos el incivismo a primos cercanos primates y antepasados fósiles bípedos cuando los incívicos somos nosotros. Además de la monumental chapuza que supone representar a la evolución humana –el erróneo concepto de progreso– como la cola de público que siempre se arma ante el Auditori Melià del Festival de Sitges. La evolución es en forma de árbol... no una secuencia lineal de homínidos pidiendo la tanda.

De camino al Cine Retiro, en las tiendas de la King Kong Area, hallé el DVD de 'Dr. Jekyll y Mr. Hyde' (1941), película basada en la novela homónima de Robert L. Stevenson (1886). Los primeros fósiles de 'Homo neanderthalensis' tuvieron mala prensa. Considerados como crueles bestias deformes, no resulta extraño que Stevenson equiparase a Mr. Hyde con un neandertal. El bruto asesino que también vemos en filmes como 'The Neanderthal Man' (1953). La injusta visión salvaje, machista e idiota acerca de nuestros ancestros –véase la comedia 'Cavernícola' (1981)– perduró hasta los años 80 para, gracias a la investigación arqueológica y paleontológica modernas, acabar dando un giro radical. Sabemos que el neandertal cuidó de sus enfermos, enterró a los muertos, usó ornamentos, fabricó flautas de hueso y que, lejos de ser enemigos, hizo el amor con el Sapiens. Por ello los europeos somos portadores de genes de neandertal. Y seguimos descubriendo más secretos sobre el cosmos de esta especie otrora denostada. Por ejemplo, un equipo de investigación multidisciplinar presentó, el año pasado, a los neandertales de la Cova Simanya en Sant Llorenç Savall (Barcelona).

Triste que, tras tanto esfuerzo en erradicar viejos tópicos de la evolución humana, una campaña –paradójicamente bautizada como 'Evolucionem'– solo sirva para involucionar en el conocimiento y relegar a los neandertales a la categoría de incívicos. Es el 'sapiens' quien debe evolucionar hacia el civismo perdido. Al igual que el estudio del gorila ha hecho que el King Kong de Sitges, y sus congéneres, sean aplaudidos y protegidos, evitemos que los ridiculizados neandertales del ferrocarril regresen al oscuro túnel de las ferias de monstruos.

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