Ágora
Rafael de Cáceres

Rafael de Cáceres

Arquitecto. www.rafadecaceres.wordpress.com

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La libertad es una librería, o qué hacer en el Born

Cuando la política se otorga la potestad de influir en los sentimientos de los ciudadanos el resultado es poco saludable, y el Born es hoy fruto de esta actitud

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La 'senyera' del Born de Barcelona

La 'senyera' del Born de Barcelona / DANNY CAMINAL

En la entrada del Born, un nicho con publicaciones del historiador Garcia Espuche, comisario del proyecto museográfico. No se ve a nadie en la exposición permanente. Enseres domésticos de la época. Un breve vídeo sobre la destrucción borbónica y las consecuencias del decreto de Nueva Planta; unas pocas referencias al desarrollo posterior a 1714; olvido de la arquitectura del hierro, de la cual era ejemplo el mercado. Ningún libro. Hace años que la librería está cerrada.

La calidad del espacio interior es fruto de la correcta restauración de la arquitectura del hierro y de una impecable tarea arqueológica. Descubierto el yacimiento, nadie osó afectarlo, al contrario, fue considerado como un valor añadido, y el respeto al mismo llevó a cambiar el proyecto inicial de la biblioteca, situándola en el nivel de la ciudad actual.

Después de la campaña para hacer del Born un hito en la red de museos el resultado hoy es una pequeña exposición costumbrista y un vídeo. Con motivo del tricentenario de 1714, la finalidad historiográfica fue desplazada para acentuar el hecho de la represión borbónica que evidenció el yacimiento descubierto.

La polémica sobre la compatibilidad del yacimiento y la biblioteca fue un falso debate, puesto que la conservación del yacimiento no impedía construir la biblioteca con un formato más reducido, manteniendo la función de conocimiento y derivando la de mero almacén documental. Esta opción fue rechazada, puesto que era contraría al discurso historiográfico y a la idea de un mausoleo de la memoria, refractario a integrar valores de utilidad pública.

Cuando la política se otorga la potestad de influir en los sentimientos de los ciudadanos el resultado es, como mínimo, poco saludable, y el Born es hoy fruto de esta actitud. Para comprobarlo basta con constatar la errática política de destituciones de directores del centro o el maquillaje de asistencia pública, contabilizando a turistas interesados.

Después de la última destitución, no creemos que la solución venga de encomendar su gestión al Museu d'Història de la Ciutat, a pesar de su reconocido prestigio. La situación, a los diez años de funcionamiento, indica que nos encontramos ante una cuestión estructural de mayor alcance.

Para abordarla, habría que concentrar el mensaje político e historiográfico en el yacimiento reencontrado. Este se explica por sí solo. El maridaje entre yacimiento y arquitectura estuvo bien resuelto, y ambos tienen suficiente entidad para asumir papeles diferentes, desde una respetuosa convivencia.

La referencia en 2013 a la “zona cero de Catalunya” obvia que en Nueva York el recuerdo de la tragedia se proyectó con varios registros que fusionaban la memoria y la nueva vida generada.

Escribíamos en 2011: “...cuando los norteamericanos vieron las vainas de las bombas ya estalladas convertidas en jarrones de flores en las casas vietnamitas, entendieron que habían perdido la guerra. Los pueblos que han sufrido agresiones reaccionan revitalizando los espacios destrozados, y la mejor forma de contradecir la opresión es añadir vida y utilidad colectiva. Si únicamente rememoramos la destrucción, perpetuamos sus efectos, no honramos a los que los sufrieron, sino que recordamos a los que la ocasionaron. Es cómo si volviera a ganar Felipe V”

Hoy sería oportuno revitalizar el Born añadiéndole utilidad social. Las chispas de la memoria apuntaban a algunas posibilidades. En su día, el Mercat del Born revitalizó La Ribera derrocada. En 1974, el movimiento ciudadano reivindicó, con el 'Born Ateneu Popular', la utilidad social y cultural, y acogió con entusiasmo la iniciativa de Pompeu Fabra de introducir actividades del conocimiento; el FNAC, una librería; una mediateca; actividades relativas al conocimiento y la formación. El poder político y los exégetas del pasado no escucharon aquellas voces, y hoy todavía se resisten a aceptar que memoria y futuro son partes indisolubles de la identidad de un pueblo; los hay que no necesitan monumentos, con un árbol tienen bastante. Sería deseable que el Born fuera baluarte de un republicanismo de corazón, que fomentara la independencia personal que genera el conocimiento. Como dijo Joan Margarit: la libertad es una librería.